Hablando con un amigo de lo que es y representa la familia, especialmente de la transmisión de valores, llegamos a los siguientes razonamientos: En la mesa de una familia bien avenida, aunque sea muy modesta y sencilla, en la que se sientan el padre, la madre y los hijos no se puede igualar al más lujoso de los restaurantes. La sala de estar, está a años luz del más fastuoso de los salones de los hoteles con todo su lujo y aunque sea de cinco estrellas.
Es más, la familia es la mejor escuela en la que se trasmiten y aprenden las virtudes humanas y cristianas. La familia sigue siendo mucho más, es la mejor comunidad donde la entrega conyugal de un hombre y una mujer colaboran con Dios en la procreación i después en la educación humana y cristiana de sus hijos y los hijos de sus hijos.
Así podemos decir: "lo que se ve se aprende" y "lo que de niño se aprende, nunca se olvida", ¿Qué escuela y qué pedagogía se atrevería a competir con esa "escuela domestica" donde se enseña el amor permanente con la convivencia paterno-filial y fraterna de los padres y los hijos? Ahí los hijos aprenden de sus padres el buen hacer, el hecho religioso en general y la fe cristiana en particular. De modo sencillo y natural, como por ósmosis, también las verdades fundamentales sobre Dios, el hombre, la comunidad religiosa y la sociedad.
Esta misma transmisión de los valores humanos y de la fe del niño y la niña, sólo se encuentra en la familia y no tanto en el colegio, mucho menos en la tan amañada y polémica asignatura Educación para la Ciudadanía.
Pedro J. Piqueras Ibáñez
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