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LAEDICION.NET.-:/ Redacción Twitter @LaEdicin.-Es difícil imaginar una situación familiar más desagradable que ésta. Los que desayunamos el pasado sábado con el adelanto del libro “¡Vamos!” de Arancha Sánchez Vicario que se podía leer en el diario El Mundo, no podíamos creer lo que leíamos. No era nuevo que las relaciones entre la ex tenista y su familia no eran idílicas desde su matrimonio con Josep Santacana, pero de ahí a acusarles de quedarse con su dinero y de dejarla en la ruina…
Según el abogado de Arancha, ésta decide conocer y controlar su patrimonio tras contraer matrimonio, y se encuentra con una absoluta falta de información por parte de su padre, que es quien llevaba sus asuntos económicos y tenia plenos poderes. Entonces, decide investigar por su cuenta y revoca los poderes de su padre, descubriendo, siempre según ella, que han desaparecido unos 14 millones de euros de su patrimonio. Arancha acusa a sus padres de haberla dejado, actualmente, sin recursos, máxime cuando Hacienda le reclama 3 millones y medio de euros desde el año 1989 al 93, años en los que no pagó a Hacienda por tener residencia fiscal en Andorra, residencia que la Audiencia Nacional ha declarado nula por demostrarse que vivía en España.
Este sábado, La otra crónica de El Mundo añade más información al caso. El enfrentamiento entre Arancha y sus padres se desarrolla en los tribunales desde finales de 2010. Son cuatro los procesos judiciales que están abiertos: una querella contra su padre y el abogado de la familia por apropiación indebida y malversación de seis millones de euros, un proceso por el control de unos seguros y unos fondos de inversión, y otro para intentar revocar el usufructo que tienen los padres sobre un piso de su propiedad en la Diagonal y dos apartamentos en S’ Agaro. Por otro lado, el Banco de Luxemburgo le reclama a la ex tenista cinco millones de euros con los que avaló el pago de la deuda con Hacienda que mencionamos más arriba.
Según el periódico, Arancha recibía una paga de 4.000 euros al mes y el resto de sus ganancias las administraba su familia sin contar con ella para nada, siempre según su versión. Cuando llegó Josep Santacana, que era comisionista de un subastero, a su vida, a los padres de Arancha les llegó el rumo de que no era de fiar, y el informe de un detective le retrató como un hombre de dudosa reputación, con deudas que llegaban a los 200.000 euros y problemas judiciales. Se lo comunicaron a su hija, y él subsanó las deudas antes de casarse con Arancha, que decidió casarse a pesar de todo. Fuentes del entorno de los Sánchez Vicario aseguran que Arancha es una mujer “abducida” por terceros alguien que no está actuando con la mente clara, y por eso mismo, su familia, a pesar de lo que están sufriendo,“la perdonaría mañana mismo”. Algo así decían los padres en el comunicado que emitieron “cuando íbamos leyendo el artículo que se publicó, nos fuimos hundiendo cada vez más, no por la cantidad de mentiras que cuenta, sino por darnos cuenta del estado real de nuestra hija”.
Arancha no cuenta en el libro sólo lo mal que han administrado sus padres su fortuna, sino también la ferrea disciplina a la que fue sometida por ellos, unos padres para los que solo contaba la disciplina y la victoria, donde ella hubiese necesitado palabras de cariño. Asegura que le anularon la autoestima “ellos consideraban que yo no era digna de enamorar a nadie” y las maniobras para intentar que no se casase con su actual marido las califica de “ruines, de gente de mala calaña”. Insiste en que nunca vieron el momento de que tomase sus propias decisiones. El entorno de la familia niega esas acusaciones “jamás coaccionó a su hija, es una madre totalmente entregada a sus hijos. Sus nueras la adoran, ¿no les basta eso?”.
Marisa Vicario tiene 75 años y Emilio, 79. A Marisa no le importaría devolverle a su hija el apartamento de la Costa Brava, pero “no quiere mover a su marido, con cáncer y Alzheimer, del piso en el que llevan tantos años viviendo, el de la Diagonal”. Según la versión familiar, no es verdad que esté arruinada por una negligente gestión de su patrimonio, es más, no está arruinada, en todo caso le falta cash. Según se cuenta, una vez qu se independizó de su familia, todas las propiedades pasaron a estar controladas por una sociedad que instituyó a medias con su esposo, con el que reside en un chalet a las afueras de Barcelona, en Ciudad Diagonal. Sigue conservando su piso de soltera en San Just Desvern y las propiedades objeto de litigio con sus padres y que disfrutan estos, la casa en la Diagonal en la que viven y un conjunto de apartamentos en S’ Agaró, en la Costa Brava. También conserva el apartamento de Andorra, donde estaba empadronada para tributar allí, y no hace mucho invirtió en una casa en Formentera donde tiene un yate de 40 metros de eslora. Por si fuera poco, tienen un ático duplex en Miami, EEUU.
Eso sí, Kiko Hernández ha dicho en “Sálvame” que ni vendiendo todo eso, se pagarían las deudas que tiene. En todo caso, el día 14, Arancha Sánchez Vicario dará una rueda de prensa para presentar el libro, y ahí estará frente a todos los periodistas, dispuesta a responder y aclarar todas las dudas sobre esta tremenda polémica.