22 de
julio. 7 y veinte de la tarde. Como cada día de corrida, tras la obligada
visita a las taquillas, tomo el camino de la Puerta Grande en sentido inverso
por el que diestro sale honoríficamente tras triunfar en el albero. En el
momento que cruzo el umbral y puedo admirar la postal que se erige en los
tendidos, una palmada sobre mi brazo es la mejor recompensa a un trabajo de
equipo que ha logrado su objetivo. Con una sonrisa cómplice, Gabriel Amat,
exime en su rostro la satisfacción de encontrar en la respuesta colectiva y
pública la corroboración de haber emprendido la senda correcta con la
tradición, la cultura y el ocio como elementos indisolubles a la Tauromaquia.
No hizo falta nada más, ni tan siquiera palabra alguna, su mirada lo decía todo
como premio a años de trabajo, y justo en el momento adecuado coincidiendo con
el X Aniversario del Coso Salinero.
Tras
situarme en el Burladero Municipal, una llamada de teléfono me confirma la
noticia más esperada,
-
“colgamos el
cartel de entradas agotadas, enhorabuena”, dice un miembro inseparable y más
que cómplice del éxito cosechado.
Ha sido
un trabajo duro, complicado, difícil y laborioso, pero la imagen del Coso sin
un solo asiento libre, culminaba las expectativas y certificaba un sueño en el
que creíamos y por el que hemos trabajado sin descanso hasta conseguirlo. Es
por todo ello, por lo que en el momento del paseíllo, muchas escenas pasaban por
mi mente. Todas tenían algo en común, y en todas ellas, aparecía el equipo que
durante días, meses, y años, ha buscado en este éxito una de las aspiraciones
profesionales a conseguir.
Era
trabajo, sí, pero había algo más. El
equipo se había convertido en una familia, y en esa transformación los
sentimientos predominan sobre la obligaciones. Es en ese momento, cuando las
horas no tienen 60 minutos, y los días rompen las 24 horas como frontera del
tiempo. Este es un éxito de todos, fundamentado en el trabajo colectivo y en
las opiniones sinceras que han generado decisiones en la dirección adecuada y
en el momento preciso. Es hora de acordarme de todos los que han hecho posible
que mi sueño fuese el de ellos en igual proporción, porque todo lo vivido hubiese
sido quimérico e irrealizable sin la aportación de cada uno de los que hemos
conformado la terna de mi cartel más ideal. Todos, sin excepción alguna, han
sido participes de una respuesta sin precedentes en nuestro Coso más artístico.
Por ello, me permito repetir las palabras que en la inauguración de la Sala
centraron mi discurso del que ahora quiero hacer partícipe a todo lector que se
acerca a mis palabras. Vuelvo a reiterarles que sé, a ciencia cierta, que no
esperan su nombre en mis labios – en este caso en mis reflexiones- , porque
saben que el de todos ellos está impreso
con letras doradas en mi corazón.
Un
agradecimiento que debo compartir con cada uno de los que llenaron los tendidos
del Coso Salinero e hicieron posible un hito histórico. Un colectivo de
personas que respetan nuestra historia y miran desde la admiración la Fiesta
española más auténtica, con la cultura como referente.
Y
llegado el momento de la reflexión del
éxito conseguido, sólo puedo encontrar un punto
en común dentro del análisis en el origen y desarrollo de una afición
que se ha multiplicado exponencialmente los últimos cuatro años. La actividad
constante en torno al mundo taurino en su relación con la cultura y el arte ha
generado la ilusión necesaria que ha llevado a que más de 20.000 personas
disfruten de la Fiesta Nacional como nunca antes se había visto en Roquetas de
Mar. El acierto en mantener viva la llama de la Tauromaquia durante todo el año
en la Ciudad ha generado la sensación enérgica y dinámica de compartir, entre
todos, la necesidad de las corridas como
clímax que complemente lo teórico y artístico que vivimos en las salas,
exposiciones y conferencias.
Por
todo ello, no puedo concluir sin reiterar los tres agradecimientos que titulan
mi artículo. Gracias a Gabriel Amat, quién con su decisión originó el sueño
conseguido y puso en mí la responsabilidad de realizarlo. Gracias a todo un
equipo encabezado por nuestro Gerente, Víctor Zabala de la Serna, ya que
todos, con su esfuerzo, han logrado conformar una familia que no ha
cejado en su empeño hasta conseguir que lo soñado vuelque en la realidad su
capote más real. Y Gracias a la afición, que en una época difícil como la que
vivimos, han redoblado su esfuerzo en comprar una entrada que, a buen seguro,
ha cubierto las aspiraciones creadas antes de las Corridas. Desde la
humildad, Roquetas de Mar es, hoy,
ejemplo de cómo con la fusión de ilusión y trabajo, a pesar de los tiempos que
corren, pueden alcanzarse las metas propuestas. Este es nuestro presente, y ya
trabajamos para que lo conseguido no sea algo efímero, sino, que se consolide en el futuro. Por ello, Gracias,
Gracias,…y Gracias.
Eloísa Cabrera
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