El escritor afincado en Córdoba, de 78 años, afirma que se trata de su trabajo "más personal" • "El amor es el gran éxito de la vida", subraya
Con la sabiduría que da el tiempo, Antonio Gala considera que el gran éxito en la vida es el amor, "que lo redime todo". Y ahora, a sus 78 años, ha escrito su libro "más personal", Los papeles de agua, mezcla de ensayo y novela con Deyanira Alarcón, su alter ego, y Venecia como ejes. Por eso este hijo adoptivo de Córdoba, nacido en Brazatortas, Ciudad Real, ha querido viajar estos días a la ciudad de los canales para presentar Los papeles de agua, editado por Planeta. Su libro "más feminista", porque según explica hoy a Efe, "las mujeres son más interesantes. Son los seres más humanos, más completos y más generosos del planeta".
Dicharachero, hablador y lleno de humor -hace unas imitaciones de Borges que ya quisieran muchos cómicos-, Gala se siente en un buen momento para hablar de su libro, casi 500 páginas, en las que no sólo habla del amor y el sexo, sino que hace una crítica del mercado editorial, la publicidad, los grupos de poder y la mafia, un asunto éste que dice le ha interesado siempre.
Así, esta novela narra la experiencia de Deyanira Alarcón, una escritora de éxito, de 40 años, guapa y en crisis, con una vida que le ha fallado. Por ello, se embarca en un crucero para luego quedarse en Venecia, una ciudad que al principio le parece hostil pero que luego la devolverá la vida a borbotones, aunque con todo su precio. Y es que para Gala, "el amor sin dolor es una bobería. El sufrimiento es síntoma de vida", recalca. "Deyanira -explica Gala- es una personaje o personajilla que me fascina. Me cautivó desde el principio. Es una mujer que sabe lo que quiere, que no tiene pelos en la lengua, deslenguada, y que todo lo que dice sobre esta sociedad mercantilizada o sobre el poder de los grupos de presión lo dice de mi boca también".
Gala, como ya hiciera con otras mujeres en novelas suyas como la Desideria de "La pasión turca" o la Palmira de "Más allá del jardín", disecciona el alma femenina hasta dejarla en los huesos, frente a un espejo. Desnuda y sin trampa. Y junto a esta Deyanira, que en realidad se llama Asunción Moreno y es hija de una guardia civil, la otra gran protagonista es Venecia, una ciudad que Gala ve como "a una puta pintarrajeada". Así, la ciudad italiana que volvió locos a Marcel Proust, Ezra Pound, Lord Byron, Dickens, Hemingway, Henry James o Thoman Mann, entre otros muchos, Gala la ve hoy "decrépita". "Venecia resume toda la historia del ser humano, de lo mejor y de lo peor. Supo ser la reina y tuvo todo el poder del mundo porque se supo vender. Traicionó y alcanzó todo, la gloria y poder, pero hoy está descolorida y se cae a trozos", sostiene.
Por todo ello, Gala ha querido llevar a estas calles de agua su historia de amor y muerte, quizá inspirada por la frase de Henry James: "Cada góndola que se desliza silenciosamente puede llevar a una pareja de enamorados o a un cadáver con un estilete de cristal quebrado en el corazón".
Pero esta ciudad también le ha llevado al autor a escribir en el libro sobre la mafia italiana. "La santa Mafia es un fenómeno muy importante", asegura. "La mafia comienza o nace para remediar las lagunas o lo que tiene o lo que no hace el Gobierno. Luego se complica y está metido hasta su padre en ella. En fin, es un asunto que hasta el Vaticano conoce bien y a mí me interesa muchísimo y a los italianos les ha llevado a tener una desidia total por la política".
Hace años Antonio Gala dijo que no iba a escribir más teatro, un género con en el que alcanzó mucho éxito con títulos como, Anillos para una dama, Petra regalada o Samarkanda entre otros, y tras esa decisión se refugió en La Baltasara, su casa en Alhaurín el Grande, en Málaga.
Ahora, en Venecia, anuncia que presidirá un congreso internacional sobre teatro, organizado por la UNESCO y que llevará por título 'Volver al teatro'. Un presagio que dice el escritor que se puede cumplir, ya que se está pensado volver a la escena porque se siente vivo y que cuando no lo esté se quitará de en medio. Y es que dice que el epitafio que quiere que presida su tumba sería: "Murió vivo".
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