jueves, 29 de abril de 2010
De botones con 13 años ganando 300 pesetas al mes a presidir 28 hoteles
José María Rossell ha dedicado toda su vida al trabajo, ligado al sector turístico. Comenzó echando doce horas cada día
LAEDICION.NET.-Emprendedor nato, trabajador infatigable y visionario adelantado a su tiempo. Así es el empresario José María Rossell, que nació hace más de sesenta años en Torroella de Monstgri, un pueblecito de Tarragona, y que ha dedicado por entero su vida a un sector que hasta la llegada del ladrillo era la principal industria española y que, tras el pinchazo (explosión, más bien) inmobiliario, está llamado a ser de nuevo un referente en el PIB nacional, eso sí, adaptado al nuevo perfil del viajero.
Adaptarse es, precisamente, una de las facetas que mejor ha sabido desempeñar Rossell, eso sí, siempre apoyado en el esfuerzo y la constancia, dos ejes primordiales para tener éxito en la vida, como siempre dice.
Aunque no cuenta con formación universitaria, su Cambridge particular ha sido el trabajo, una experiencia que ya va para medio siglo.
Este empresario de raza ha empezado desde abajo y no se le cae ningún anillo por ello, pues suele comentarlo en sus intervenciones en público, la última de ellas, que se ha visto truncada por los acontecimientos, prevista para el pasado sábado para clausurar un programa de Dirección de Empresas impartido por el Instituto Internacional San Telmo en Málaga. En su lugar, fue Marisa Martínez, directora de Programas de Formación de San Telmo, la encargada de leer su discurso, del que destacan algunas de sus frases: "Con 13 años empecé a trabajar de botones en un hotel de la Costa Brava con un sueldo de 300 pesetas al mes, sin importarme ni las horas ni el salario".
El empresario reconoce que no tenía demasiadas horas libres, pues trabajaba una media de diez o doce horas al día, "ni tampoco teníamos días libres durante toda la temporada". En aquella época, trabajaba lavando coches, comprando el periódico, revelando fotos... Por lo que en poco tiempo pasó a ganar alrededor de las 15.000 pesetas, "que era en el año 1958 un sueldo de ministro y superior al que cobraba el director del hotel".
Entonces, Rossell se marcó el objetivo de aprender un oficio, con la mente puesta en llegar a ser algún día el director de algún establecimiento de la cadena Hilton en alguna ciudad mítica. Dejó su trabajo como botones y comenzó a de aprendiz de camarero con un sueldo de 1.500 pesetas al mes, que complementaba con las propinas que recibía.
Incluso, llegó a montar una fábrica de insecticida junto a un amigo, pues en aquella época, a finales de los cincuenta e inicios de los sesenta, los hoteles sólo abrían en verano. Aunque reconoce que llegó a ganar mucho dinero con este negocio, finalmente, salió mal por falta de tiempo para estar encima de la iniciativa; pero sólo tenía quince años.
Sin embargo, siempre recuerda con cariño esta experiencia, de la que extrae conclusiones positivas, pues le devolvieron a su objetivo principal y le hicieron ver la importancia de la formación y la constancia.Con 16 años recién cumplidos se marchó a trabajar a Alemania de camarero. Ahorró cada marco ganado para poder estudiar en la Escuela de Hostelería de Bad Reinchenhall. Con 19 años, logró la mejor nota de su promoción, señal de su tenacidad. Después fue a trabajar a la cocina del Hotel Kurhaus en Bad Kreuznach, "con un sueldo mísero", para adquirir conocimientos culinarios.
Sus primeros pasos como empresario hotelero los dio buscando las 108 camas que necesitaba para programar un vuelo charter cada tres semanas, procedente de Europa, cosa que no fue fácil, pues no había aeropuerto ni en Almería ni en Alicante, pero acabó consiguiendo un permiso especial para aterrizar en San Javier. Para conseguir las camas alquiló un hostal y una pensión en Garrucha, por lo que hay nace el germen de lo que hoy es Playa Senator. "Mi capital consistía en 25.000 pesetas y otro tanto que tenía mi hermano; como había que amueblar el hostal, el touroperador me prestó 300.000 pesetas, que entonces era una fortuna".
En el discurso de Rossell también se pregunta si un empresario nace o se hace. "Hay que tener una serie de cualidades en los genes como puede ser ambición-imaginación-valentía, que más bien es 'la valentía de la ignorancia', pero el resto se hace con trabajo y tesón", asegura.En 1972 construyó su primer hotel en Roquetas de Mar e inició vuelos charter desde Inglaterra, siendo pionero de la mayoría de mercados europeos (alemán, inglés, belga, sueco e irlandés). Entonces, "vender Almería era más difícil que vender frigoríficos a los esquimales", recuerda.
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