La actriz no está enamorada, a pesar de sus últimas imagenes
LAEDICION.NET.-D.M.-Está tristona. Su hijo Álex se ha marchado a acabar sus estudios en una prestigiosa universidad de Estados Unidos. Ana Obregón intenta suplir esa ausencia. El pasado fin de semana estuvo en Marbella acompañada por un joven. No puede ocultar su tristeza. Su hijo, el niño que ya es un hombre, se ha marchado a Estados Unidos para continuar estudiando en una prestigiosa universidad. Ana Obregón está talgo mohína y descangallá. Sabe que es lo mejor para su vástago, pero no puede ocultar un cierto resquemor ante su nueva situación. Su hijo Álex ha sido su mejor y más férreo apoyo durante los últimos años. No hay secretos entre ellos. Ana le aconsejaba en todo, salvo enamores. Pero, lo más curioso es que el adolescente también tendía su mano para ayudar a su madre cuando era necesario. Ahora, no obstante, tendrán que hacerlo desde la distancia. Ana sabe que es lo mejor para su hijo y eso le ayuda a seguir adelante. Eso sí, sus preocupaciones son más que entendibles, puesto que es la primera vez que Álex viaja solo al extranjero. Y para quedarse. Eso sí, la Obregón tiene previsto viajar muy a menudo para verle, ayudarle en las tareas y, sobre todo, mimarle y quererle. También lo hará Alessandro Lequio, con quien también comparte una bonita amistad. Dice mucho de ella, sobre todo cuando se conocen los entresijos de la relación que mantuvieron en la década de los noventa.
No está enamorada
Mientras llega ese momento, Ana intenta despejarse con todo aquello que puede. Este fin de semana ha sido una de las ilustres invitadas al concierto que el grandioso Bryan Ferri concedió en Marbella. Con un espectacular y colorido vestido, Anita atendió a los medios de comunicación momentos antes del recital. Todos querían saludarla. Y más ahora que va a ser imagen de una importantísima firma durante tres años. Hay a quien se le llevan los diablos ante su nueva apuesta profesional. Cuando se acaban los contratos, se consigue la libertad. Allí, en un marco incomparable, la actriz fue inmortalizada en compañía de un grácil joven con quien ha compartido unos días de asueto y diversión en una Marbella que empieza a resplandecer tras la corruptela barata. Se llama Javier y es uno de sus mejores amigos. Ana no tiene casi tiempo para el amor, aunque ella bromee con el asunto y canturree canciones de amor. Aunque algunos no lo crean, Obregón posee una mente excesivamente activa y no deja de pensar en proyectos cinematográficos y televisivos que puedan ser del agrado de un público cada vez más exigente.
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