jueves, 22 de diciembre de 2011

Las moscas, fuentes de vida

Estos insectos desarrollan una importante labor de polinización y tienen un imprescindible valor en la sociedad para el control de determinadas plagas LAEDICION.NET.-DANIELLA MONTENEGRO.-Aunque en ocasiones sean molestas, la ciencia defiende sin dudarlo a las moscas, su "trabajo silencioso y gratuito" de polinización y control de plagas. El último encuentro de la Asociación Española de Entomología (AeE) en el campus de Ponferrada de la Universidad de León, dedicó su trabajo ala importancia económica de los artrópodos, entre ellos las moscas, que definen como "el grupo de animales dominante en la Tierra". María Ángeles Marcos García, especialista en el uso del control de plagas con insectos y catedrática de la Universidad de Alicante asistió al foro, en el que se diferenció a los artrópodos perjudiciales de los beneficiosos por su efectos en la sociedad e "imprescindible valor", sin los que la humanidad no podría existir. Las conclusiones de las XXVIII Jornadas de la AeE apuntan al control biológico de plagas, "utilizar la cría controlada de insectos depredadores para limitar el uso de insecticidas en invernaderos", explicó como ejemplo la experta. Saber quién se come a quién es la clave, apuntó. Las moscas, en concreto son incansables polinizadores y su valor para la ciencia se remonta a las investigaciones de Mendel, el padre de la genética, que aprovechó su fácil y rápida reproducción en laboratorio para probar sus teorías, añadió. Estos artrópodos se reproducen por millones de millones entre marzo y septiembre, cuando no desaparecen ni hibernan, sino que ralentizan sus ciclos de vida acelerados por las altas temperaturas. En su fase voladora o de madurez, que dura entre 15 y 25 días, sólo se alimentan y reproducen y no se les conoce otra actividad, aunque, asociada a esa frenética tendencia, se clasifican sus valores y perjuicios. Revolotean tenaces por cabezas peludas y calvas buscando un lugar en el que meticulosamente frotar sus hasta tres veces articuladas patas, posadas antes en las zonas menos limpias de cada entorno. En su ir y venir, la mosca doméstica, nombre vulgar de la Muscidae, una entre los muchos grupos de insectos que reciben esa denominación popular, se convierte en transporte involuntario del mundo microscópico. Del filo de los artrópodos, no llevan antenas, pero sí las dos alas que las clasifican como dípteros, con cuerpo dividido en regiones: la cabeza, el tórax y el abdomen. La habilidad que demuestran para salir siempre volando parece radicar en sus ojos, compuestos por miles de facetas individualmente sensibles a la luz que limpian constantemente frotando sus patas. Con la boca o apéndice bucal pueden succionar, lamer o perforar, pero no muerden ni mastican, aunque algunas especies pican en busca de alimento. En el refranero popular, su referencia es constante, para ensalzar la verdadera amistad: el mal tiempo trae bienes consigo, huyen las moscas y los malos amigos; recordar que la mejor atracción es el buen trato: se cazan mas moscas con una cucharada de miel que con un barril de vinagre; y como ejemplo de astucia con maña: caza la mosca a la araña, dice la sabiduría popular. Por cada persona en el planeta, estima la AeE, existen más de 200.000.000 de artrópodos, más de 100.000.000.000 por kilómetros cuadrados de superficie terrestre y sólo en España identifican 50.000 especies. Si acaban con nuestras siestas, se meten en el vaso de leche y en la sopa y son un mal inevitable en algunas ocasiones, no podemos decir que son invasoras porque, al parecer, es el hombre el que estorba en un medio que tienen totalmente dominado.

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