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Rubalcaba se aferró al vaso y dio una "exclusiva" sobre Corinna Larsen
El dirigente socialista se puso duro con el de Ponferrada que se le ha subido a las barbas
mientras La Sexta se decantó por otras alternativas más "sui generis"
con el acosador mutante. 
LAEDICION.NET Alfredo Pérez Rubalcaba parecía haber escuchado por los
pasillos de Telecinco una frase de Francisco Marhuenda, en esos momentos, en La Sexta
Noche: "Me gustaría que hubiera un PSOE con ideas claras". Porque
ese fue uno de los argumentos del máximo dirigente socialista en su entrevista
en El Gran Debate. Que fue, por cierto, el acontecimiento de la noche.
Las cosas como son.
La guerra de guerrillas de La Sexta recurrió a las stars del debate, de Ernesto Ekáizer a Inés Sabanés pasando por Antonio Martín Beaumont, con un Eduardo Inda tildando de "tipejo" a Ismael Álvarez y un Germán Yanke con su clásico traje de rayas que
se ganó el aplauso del público cuando abrió turno con una frase antológica:
"Da un poco de asco todo".
Lo de Yanke iba por los sucesos de Ponferrada,
donde un acosador condenado, Ismael Álvarez, concedía la victoria al PSOE en moción de censura,
desbancando al popular Carlos López Riesco y aupando al poder a Samuel Folgueral. Y, de paso, abriendo una señora
crisis en el seno de Ferraz, con el ridículo de su tercero, Óscar López, y de la autonómica
castellanoleonesa socialista.
El tal Folgueral, actualidad obliga, ocupaba el
arranque de la entrevista a Rubalcaba en El Gran Debate, donde los cuatro periodistas
invitados a formular preguntas -Jesús Cintora, Antón Losada, Isabel Durán y Pilar García de la Granja- destacaban que el gesto de Rubalcaba merecía aplauso. Jordi González se ocupaba de resaltar que el
dirigente del PSOE iba sin condiciones y Losada aprovechaba la previa para meterle un cuerno a Mariano Rajoy contraponiendo la actitud del
invitado con la del presidente del Gobierno "que rehuye la prensa".
Pero el inicio fue un face to face entre González y Rubalcaba, al que el maquillaje no le sentó
muy bien, pues le mostraba casi blanquecino y poco natural. El arranque no pudo
ser peor: video sobre el asunto ponferradino mientras la cámara mostraba un
rostro serio, preocupado, del secretario general del PSOE. Fue ahí donde
Rubalcaba echó mano del vaso de agua, que ingirió a sorbitos. Así continuó
durante el encuentro, pegando tragos en los momentos en que los enfoques se lo
permitían.
Sin embargo, Rubalcaba, pese a cierta tartamudez, no le
tembló el pulso en lo de Ponferrada. "O deja la Alcaldía o deja el
partido", fue el remate a su declaración de principios, que le había
llevado a afirmar que Folgueral
"si no se va no será alcalde de Ponferada por el PSOE". Habrá que ver
si el aludido se da por enterado, si es que, una vez trincado el bastón, no le
importan un pito las amenazas pese a lo que empeña Ferraz en este pulso: el ya
de por sí mermado crédito de su patrón.
Un patrón que aseguró mantener su petición de dimisión a Rajoy, que "ha atado su suerte a Luis Bárcenas", y que se cobró su venganza
sobre María
Dolores de Cospedal y sus acusaciones, en tiempos, contra la Policía cuando era ministro
de Interior. "Trataba de amedrentar porque sabía lo que había", juzgó
sobre la inventora de los pagos en diferido. Algo en lo que, casi a la misma
hora, coincidía con Cayo Lara
en La Sexta, que acusaba al PP de haberles
denunciado para "amedrentar".
Claro que se mostró menos tajante cuando apareció el nombre del campeón José Blanco, cuyas reformas hogareñas pagadas
por Interior disculpó con una explicación formal: se hicieron por seguridad,
siguiendo un informe policial, y con cargo a una partida contemplada por el
Pacto Antiterrorista para la protección de responsables políticos. Cuando González anunció la publicidad y el Caso
Campeón para la vuelta, todavía pudo verse a Rubalcaba echando mano -de nuevo-
del vaso de agua.
En fin, que al regreso el capitoste del PSOE cambió de tercio y -los trapos
sucios se lavan en casa- defendió la "honestidad" de Blanco
"hasta que se demuestre lo contrario".
Con tal discurso, no era extraño que Rubalcaba no hubiera desatado entusiasmos. La cosa se animó cuando
arremetió contra la Comunidad de Madrid por privatizar la Sanidad, lo que sí
desató aplausos. Por cierto, que otra tanda de aplausos fue para la periodista Durán cuando criticó que todos los
partidos se limitaran a echar en cara la corrupción del contrario y miraran
para otro lado con la de los propios.
Lo curioso es que Rubalcaba
desgranó un discurso de mano dura para evitar la corrupción que hubiera hecho
las delicias del Rorschach
de Los
Vigilantes, y cuyo remate fue: "Hay que dar miedo a los que tengan
tentaciones". Porque "esto de la corrupción me pone enfermo",
dijo quien fuera portavoz del Gobierno felipista, modélico ejemplo de lucha
contra la misma.
Tampoco faltó el toque Corinna,
con un Rey al que observó "muy preocupado por el país" y con una
institución que atravesaba un "momento complicado". Eso sí, el
secretario general del PSOE dio su exclusiva al calificar de
"falso" que Corinna
hubiera tenido escolta de Interior. "Niego rotundamente que el Ministerio
de Interior haya escoltado a la señora Corinna", remachó sobre la tal, de la que, afirmó, nunca
había oído hablar en ningún Consejo de Ministros.
Casi al final, Rubalcaba se destensó algo y se sintió más
cómodo bregando con las cuestiones del PSC y la reforma constitucional, en la
que dejó caer la palabra federalismo. Una de sus prioridades consistió en negar
una brecha entre el PSOE y el PSC porque, pese a ser "dos partidos
distintos", "somos socialistas, no nacionalistas" y
"compartimos la unidad de España" pese al "desencuentro"
actual.
Con estas idas y venidas, la despedida de Rubalcaba fue curiosa: se le escapó alguna
mención a las "manitas" popularizadas por José Mota, se esforzó por mandar un mensaje
positivo a la ciudadanía y reconoció haber estado "a ratitos cómodo y a
ratitos incómodo".
Mientras tanto, La
Sexta
entrevistaba al desalojado alcalde de Ponferrada, en otros tiempos mano
derechísima del acosador mutante. ¿Mutante?, se preguntarán ustedes. Pues sí,
oigan. Hagan memoria y recuerden cómo en los primeros momentos, y más, del
escándalo
Nevenka Fernández los mismos que ahora denostan a Álvarez por pactar con el PSOE cerraban filas en torno suyo y los
que le utilizan en sus mociones de censura clamaban contra él. La política,
vaya.
Demasiada droga dura para un sábado noche.
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