El público de todo el mundo se mostró extasiado por la fabulosa ceremonia inaugural de los JJOO, aunque algunos comentaristas se preguntaban el sábado si el show no dejó quizá un sabor demasiado pronunciado a poderío militar chino.
La controversia política ha perseguido a Pekín desde que se le otorgó la posibilidad de ser sede de este evento olímpico, hace siete años. Sin embargo, el espectáculo de apertura esperaba centrar la atención en el deporte y la amistad, con el despliegue de fuegos artificiales, tambores y bailarines.
"Una de las mejores (ceremonias) que he visto", opinó el atleta Michael Johnson, comentarista invitado de la cadena británica BBC.
Por su parte, el deportista de remo británico Steve Redgrave, que también ejerció de periodista invitado, comentó: "Todo la presentación fue espectacular".
Los medios oficiales chinos describieron la celebración como un momento en el que los logros y ambiciones de esa nación obtuvieron la aprobación del mundo, dejando de lado meses de rencor por controversias tales como la política de China en Sudán o la represión durante los disturbios en el Tíbet.
"Anoche, China se ubicó en el primer plano mundial y comenzó a revelar el sueño centenario de una gran nación", señala una cita reproducida en un portal gubernamental de noticias en Internet (china.com.cn).
Otra opinión, escrita en la página de Internet del People's Daily (www.people.com.cn), también califica al espectáculo como un orgulloso momento de reafirmación nacional.
"Este gran espectáculo fue la brillante revelación de 5.000 años de gloriosa historia", sentencia.
"China abrazará al mundo con apertura, confianza en sí misma y calidez", agrega.
Sin embargo, otros se preguntaron si estuvo bien incluir en la ceremonia a soldados del Ejército Popular de Liberación de China.
En Australia, el Sidney Morning Herald cuestionó si Zhang Yimou, el realizador de cine chino que dirigió el show inaugural, se equivocó al hacer gala del poderío militar chino en momentos en que ese país intenta tranquilizar al mundo acerca de su vertiginoso crecimiento.
"La fuerte presencia de soldados del Ejército Popular de Liberación de China en los desfiles llevó a muchos a preguntarse exactamente qué imagen intentaron proyectar los organizadores hacia la comunidad internacional", señaló el periódico.
"En momentos en que Tíbet, Darfur (Sudán) y los antecedentes de violaciones a los derechos humanos de China son cuestiones delicadas para los organizadores de Pekín, exhibir a miles de soldados en actitud solemne ante una audiencia mundial de 4.000 millones de personas sorprendió por su descaro; fue una proyección de fuerza para nada sutil", agregó.
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