viernes, 29 de agosto de 2008

La isla flotante que acabará el tendido del gasoducto de Medgaz en alta mar

El consorcio tardará 40 días en instalar los 120 kilómetros de tubería desde los 550 metros de profundidad, hasta zonas de 2.160 metros · La plataforma posee 450 trabajadores

Aunque la Feria de Almería se encuentra apurando sus últimos sorbos, no todo el mundo la está viviendo de igual manera. A cincuenta kilómetros de la costa de Almería, hay una fábrica flotante de Medgaz, el consorcio que está construyendo el gasoducto que unirá Argelia con Almería. Se trata del Saipem 7000, que llegó a tierras almerienses el pasado 10 de agosto, procedente de Stavanger (Noruega), donde se le instaló la torre de soldadura, que se encargará de tender 120 kilómetros de tubería submarina, en la parte más profunda del recorrido, a partir de los 550 metros, que llegará a alcanzar los 2.160 metros bajo el agua.

Tras ocho días de preparación, mantenimiento y carga de material en las instalaciones del Puerto de Almería, este gigante de acero partió mar adentro para cumplir con su cometido y culminar así una infraestructura histórica, que unirá los yacimientos argelinos de gas natural con el mercado europeo.

En alta mar, permanecerá durante alrededor de 40 días, los mismos que tardará en soldar y tender los tubos a lo largo de esos 120 kilómetros.

Cerca de 450 personas trabajan a bordo del Saipem 7000, en dos turnos de 12 horas, durante las 24 que posee el día. Las dimensiones de la embarcación superan a las de su 'hermano menor', el Castoro Sei, rozando los 200 metros de eslora y una altura de 43,5 metros en la cubierta principal, como dos estadios de fútbol, aproximadamente. El Castoro Sei tenía una nada desdeñable eslora de 152 metros y casi 30 de altura.

La vista aérea de la macroplataforma deja clara la magnitud de la embarcación. Parece una pequeña isla salpicada en el Mar Mediterráneo, que se mueve a una velocidad equivalente a tres kilómetros al día, muy lenta, porque en cubierta se preparan los tubos de 48,8 metros y, tras soldarlos y comprobar que han quedado en perfecto estado, gracias al uso de máquinas ultrasonido, salen en posición vertical, por la zona habilitada por la embarcación, hacia el fondo del mar.

En su camino hacia el lecho marino, las tuberías ya soldadas, se disponen de forma vertical, formando una especie de 'J'. Esto se consigue gracias al 'operador de posicionamiento dinámico' existente en el puente de mando, que contrarresta la fuerza del mar y del viento para que la tubería caiga por el pasillo de un metro de anchura proyectado.

Cada tubo tiene una longitud de 12,2 metros y un diámetro de 24 pulgadas, o sea, 610 milímetros. Para su protección mecánica y anticorrosiva, las tuberías llevan un revestimiento formado por tres capas: una, de resinas epoxídicas, contra la corrosión; otra, de material adhesivo, para fijar el revestimiento; y una tercera, de polipropileno, para proteger al tubo de golpes y rozaduras. En los primeros kilómetros junto al litoral almeriense, así como el argelino, los tubos también llevan un revestimiento de hormigón para proteger la infraestructura de posibles factores externos.

Tres barcazas, con capacidad para 2.000 toneladas cada una, suministran los tubos procedentes del Puerto de Almería, que fueron soldados en el Castoro Sei (cuatro tramos de 12,2 metros), que ahora descansa hasta que, a mediados de septiembre, terminado el trabajo del Saipem, enlace el tubo hasta la costa argelina.

Una vez que se encuentran en la plataforma, los tubos se colocan en la parte central de la misma y se elevan a la torre de soldadura, donde se produce la unión. En la torre, se procede al alineamiento de los tubos, antes de su soldadura mediante el sistema de arco eléctrico.

Tras ello, se comprueban una a una las soldaduras, utilizando técnicas no destructivas de ultrasonido, que preservan la calidad del material y garantizan su absoluta fiabilidad. Es en este momento cuando se produce el revestimiento de las juntas.

Todas estas labores se realizan con el Saipem 7000 en continuo movimiento. El proceso no para, pues la velocidad media de tendido es de 3 kilómetros de tubos al día, aunque cada vez que se suelda un tubo y comienza a descender unido al anterior, el barco avanza unos 50 metros, todo ello, coordinado desde el puente de mando, a través de la labor de dos oficiales y el capitán.

Salvo en las zonas más profundas, a partir de 550 metros, el gasoducto que Medgaz ha instalado junto a la costa almeriense, así como el que pondrá en el argelino, se entierra para protegerlo del tráfico marítimo u otros factores de riesgo externos. Para ello, una máquina dragadora va haciendo la zanja en la que se entierra la tubería, que se rellena con un manto de roca graduada.

Medgaz completó la primera parte del tendido en Almería, la correspondiente a las aguas menos profundas, a finales del mes de junio. Entonces fue el Castoro Sei el encargado de instalar los 35 primeros kilómetros del gasoducto, contados desde la orilla almeriense. Tras unirse a los 120 kilómetros que tenderá el Saipem 7000, el Castoro entrará de nuevo en escena para rematar los 51 kilómetros restantes hasta Beni Saf (Argelia), hasta un total de 206 kilómetros, ya en octubre.

La puesta en marcha de la obra está prevista para 2009 y tiene una vida útil de unos 50 años. El Saipem 7000 es el buque insignia de la compañía italiana Saipem, líder mundial en construcciones marinas y ya se ha usado para el gasoducto Rusia-Turquía.

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