lunes, 15 de septiembre de 2008

Ike sembró desolación en Texas pero no se cobró ninguna vida

Una enorme operación de rescate y limpieza estaba en curso este domingo en Texas (sur), tras el pasaje del huracán Ike, que sembró devastación sobre una franja costera de 800 km de largo, pero aparentemente no se había cobrado vidas humanas.
Más de 24 después de la llegada del ojo del huracán a la estación balnearia de Galveston en la noche del viernes al sábado, las autoridades no habían presentado aún un balance de víctimas.
"El peor escenario que se había proyectado en algunas áreas no ocurrió", declaró el gobernador del estado de Texas (sureste), Rick Perry, quien anunció "la mayor operación de socorro y búsqueda de toda la historia del estado".
El secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, había hecho el sábado referencia a "algunos muertos" y agregó que "el balance podría aumentar en las próximas horas, particularmente entre las personas que no evacuaron la zona".
Los vientos que acompañaron el pasaje del huracán destruyeron centenares de edificios y el agua se llevó miles de vehículos. Con la calma los helicópteros sobrevolaron la franja costera, relevando zonas urbanas totalmente inundadas en una extensión de varios centenares de metros.
Unos 2,2 millones de personas fueron evacuadas en Texas y más de 130.000 en el estado vecino de Luisiana. Pero a pesar de un orden de evacuación lanzada el domingo, más de 100.000 habitantes habrían permanecido en sus hogares. Muchos lamentaban no haber obedecido la orden.
"Fue mi primer huracán. No quise partir enseguida", cuenta Ashia Turner, una joven de 18 años en Galveston. "Pero todo empezó a hacerse añicos y mi hija temblaba de miedo. Entonces me fui a un refugio".
Según el diario Houston Chronicle, los socorristas evacuaron cerca de mil personas de zonas siniestradas. Temían descubrir víctimas a medida que llegaran a las zonas aisladas desde el pasaje del huracán.
Galveston, una pequeña ciudad balnearia ubicada en una isla entre una laguna y el Golfo de México, con 58.000 habitantes, fue golpeada de pleno por vientos de más de 200 km/h, y permanece sin electricidad desde el viernes porque la crecida del agua del mar mezclada con el lodo invadió sus calles.
El huracán y las inundaciones dejaron una escena de desolación. Postes y palmeras por el suelo, cables eléctricos destruidos, semáforos que colgaban, vidrios quebrados, techos arrancados, barcos en tierra firme: eran los daños visibles en los barrios situados cerca del mar.
Cerca de la playa, donde se alineaban como un muro los desechos dejados por las olas, tres restaurantes sobre pilotes quedaron totalmente destruidos.
El domingo Ike había abandonado Texas y se dirigía hacia el norte a lo largo del valle del Mississippi, acompañado de trombas de agua. El huracán, de categoría 2 cuando llegó a las costas, se degradó a depresión tropical.
El huracán también sembró desolación en las calles de Houston, la cuarta ciudad del país, situada a 70 km de la costa. Un toque de queda fue decretado para toda la semana a fin de evitar saqueos.
El presidente George W. Bush, criticado por su tardía reacción durante el pasaje del huracán Katrina, que en 2005 provocó más de 1.500 muertos en Nueva Orleans (sur), anunció que el martes iría a Texas para expresar su "apoyo".
"El gobierno federal entregará 1,5 millones de litros de agua y un millón de comidas diarias para ayudar a las personas desplazadas", agregó.
El huracán podría haber provocado daños por entre 8.000 y 18.000 millones de dólares, según calculó la empresa privada Eqecat sobre la base de modelos matemáticos.
En tanto, las refinerías de petróleo de la región de Houston seguirán cerradas durante ocho o nueve días, declaró a la televisión la senadora de Texas Kay Bailey Hutchison.

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