domingo, 1 de febrero de 2009

La raza y coraje de Nadal destrozó a Federer en su cara a cara

Rafael Nadal revalidó su título de mito del deporte español al ganar a Roger Federer en la primera final a cinco sets en la historia del Abierto de Australia tras una semifinal que asombró el viernes con Fernando Verdasco en donde se vivió el mejor tenis de este Grand Slam.

En el primer set, salvó dos bolas imposibles y acabó rematando a Federer con un drive paralelo desde el medio de la pista. La fe de Nadal que devolvió bolas imposibles le hizo mucho daño en la moral a Federer. Luego se produjo una crisis de Nadal en el final del segundo set y el suizo, pese a estar poco acertado con su servicio, empató. Nadal se llevó el tercer set en tie break con más de tres horas de partido en ese momento.

Federer volvió a empatar el cuarto set cerrándolo con un ace y las espadas quedaron en alto para un quinto y definitivo set. Fue el momento en que se reveló que Nadal, además de su fuerza física, tiene una fortaleza moral y un pundonor que le hace indestructible además de ser un gran estratega.

Fue un muro infranqueable

Nadal y Federer, los dos primeros tenistas del mundo, se enfrentaban por primera vez desde su épico enfrentamiento de julio en la hierba de Wimbledon. Para Federer, además de la motivación por derrotar a su gran rival, el partido tenía como aliciente -como informó El Semanal Digital- poder sumar su título número catorce en una cita del Grand Slam, con lo que igualaría el récord del estadounidense Pete Sampras. Pero no pudo ser. Nadal fue el muro infranqueable.

A pesar de que ambos ya han protagonizado en las últimas campañas duelos memorables, esta fue la primera vez que lo han hecho en la final de un grande que se disputó sobre pista dura, en un país que está viviendo además la mayor ola de calor de los últimos cien años.

Superó el desgaste sufrido ante Verdasco

La gran incertidumbre en los momentos previos al choque en Melbourne era el posible desgaste físico de Nadal, que el viernes tuvo que hacer frente a una durísima semifinal ante Fernando Verdasco, al que terminó eliminando en cinco sets, por 6-7 (4/7), 6-4, 7-6 (7/2), 6-7 (1/7) y 6-4. Nadal , con esas cinco horas y catorce minutos a sus espaldas, contó además con un día menos de descanso que Federer, que disputó su semifinal el jueves, ante el estadounidense Andy Roddick (6-2, 7-5 y 7-5). Pero todo lo superó.

En la suma global de todos los encuentros, ambos han ganado y perdido casi el mismo número de juegos: 123-68 en el caso de Nadal y 123-67 para Federer. El partido de este domingo fue su séptima final del Grand Slam, la primera desde que el español desplazó al suizo de la primera posición de la lista mundial de la ATP, y el encuentro número diecinueve entre ambos.

En los duelos particulares, Nadal domina con doce triunfos, por seis del rey destronado del circuito, y se ha impuesto además en los últimos cuatro enfrentamientos, disputados todos ellos en 2008 (Montecarlo, Hamburgo, Roland Garros y Wimbledon). En las últimas temporadas, los Nadal-Federer se han consolidado como una de las rivalidades deportivas que seguramente serán recordadas en el futuro.

A pesar de que estuvieron cerca de enfrentarse en el inicio de 2009, en la exhibición de Abu Dhabi o en el torneo de Doha, Melbourne marcó su ansiado reencuentro desde la épica final de Wimbledon, que muchos consideraron como el partido del siglo, y en el que Nadal venció por 9-7 en el quinto set.

Aquel choque marcó un cambio de jerarquía en el circuito ATP, ya que Nadal, rey de la tierra batida, lograba extender su dominio a un feudo tradicional de Federer, la hierba del torneo británico. Poco después, en el mes de agosto, se produciría el intercambio de posiciones en la clasificación mundial. El Abierto de Australia ha sido hasta el momento un torneo propicio para el suizo, que aspira a su cuarto título, en el lugar donde en 2004 llegó al número uno de la ATP.

Con esta victoria de Nadal, es la primera vez que un tenista español levantara el trofeo de campeón en Australia, después de las finales perdidas por Juan Gisbert (1968), Andrés Gimeno (1969), Arantxa Sánchez Vicario (1994 y 1995), Carlos Moyà (1997) y Conchita Martínez (1998).

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