martes, 14 de abril de 2009

El negocio de la muerte

Los laboratorios estadounidenses Pfizer han adquirido Wyeth y han satisfecho 50.000 millones de euros. La proeza refuerza a uno de los colosos del medicamento. Pero Wyeth vende condones, píldoras abortivas y anticonceptivas. Por ello, Pfizer amplía con esta adquisición su cuota de mercado en el negocio de la muerte. Muchos usuarios reaccionan adquiriendo fármacos alternativos con el mismo principio activo. Así que, laboratorios como Bayer o el propio Pfizer, esconden la prescripción del medicamento bajo el título de “anticonceptivos de emergencia.”

Por otra parte, en la Ciudad de México se congregaron los ministros de Salud y Educación para frenar la lacra social del sida en Latinoamérica y el Caribe. En el acontecimiento, delegados del área caribeña resolvieron introducir el impulso de la abstinencia antes del matrimonio y de la fidelidad después de los esponsales, como fórmula para luchar contra la expansión de las enfermedades de transmisión sexual. Estas propuestas fueron rechazadas.

A lo largo de la historia, el ser humano ha instruido a sus benjamines en la disciplina de modo que se tornaran en personas adultas. Sin embargo, durante los últimos años, la sociedad ha preparado a sus oriundos, no para que consigan ser mayores, sino para que sean adolescentes perennes, incapaces de realizarse como hombres.

Esto se evidencia en la conducta de los muchachos, que son mezquinos por el arranque hacia la pesquisa del deleite individual. En los jóvenes ya no sirven los juguetes sino las drogas; ya no sirven los esféricos sino el alcohol; ya no sirven las golosinas sino el sexo.

¿Quiénes ganan? Los fabricantes de condones que se enriquecen con el apasionamiento sexual que acaban en los chiringuitos abortistas, como Planned Parenthood, que florece con unas ganancias millonarias.

De ahí la ingenuidad de los Ministros de Salud y Educación, al obstaculizar el impulso de la abstinencia antes y la fidelidad después de los esponsales, porque su interés real no es la felicidad de los adolescentes, sino apartar de ellos todo tipo de equilibrio personal. Propagan el preservativo y el comprimido del día después, porque estos hábitos ofrecen “placer sin consecuencias”, mientras que la abstinencia y la fidelidad exigen disciplina y arrojo, que la juventud actual rehúsa.

Si se educara a los adolescentes, éstos se fortalecerían, lo que haría más espinoso manosear sus inclinaciones en el consumo. Como resultado, la especulación de los fabricantes de preservativos no obtendrían las millonarias ganancias.

CLEMENTE FERRER ROSELLÓ

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