jueves, 19 de noviembre de 2009

LOS AGUJEROS NEGROS DEL "ALAKRANA" Un anzuelo que el Gobierno mordió a fondo destapa la gran mentira

LAEDICION.NET.-REDACCIÓN.-Jueves 5 de noviembre. Tras un mes largo de secuestro, la crisis del Alakrana alcanza su punto más delicado cuando los piratas anuncian que han llevado a tierra a tres marineros y amenazan con entregárselos a las familias de sus dos compatriotas detenidos por la Armada española. En ese momento el gabinete de crisis se reunió de forma urgente en La Moncloa. Por la tarde, Carme Chacón compareció ante los medios para anunciar con solemnidad: "Sabemos exactamente dónde están y sabemos que están bien". Eso sí, amparándose en la "prudencia" no quiso desvelar su nacionalidad y mucho menos su identidad. Después se dijo que eran dos vascos y un gallego.

Una vez liberado el atunero ha trascendido que todo resultó ser una pantomima de los secuestradores y que el Gobierno español y sus servicios de inteligencia mordieron el anzuelo hasta el fondo. Un hecho muy grave que viene a engrosar la larga lista de despropósitos que han rodeado la gestión de la crisis del Alakrana, caracterizada por la "incompetencia y la descoordinación", en palabras de Mariano Rajoy. Como también lo fue el fracaso total de la operación desplegada para intentar capturar a los piratas una vez que abandonaron el atunero, de la que ya informó El Semanal Digital.

Fue el capitán del barco, Iker Galbarriatu, el que levantó la liebre y dejó al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero con las vergüenzas al aire. Todavía de camino a las Islas Seychelles, declaró en varios medios que ningún marinero llegó nunca a pisar tierra y que se trató de una maniobra de presión de los somalíes. Según su versión, la tripulación fue llevada a la zona de máquinas, donde no podían ver lo que ocurría, por lo que cree que a los tres les dieron una vuelta alrededor del barco, les volvieron a subir a bordo y los metieron en un camarote al que nadie tenía acceso.

Algo que después el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el JEMAD, José Julio Rodríguez, se vieron obligados a confirmar públicamente. El primero en los micrófonos de la SER, donde argumentó que el supuesto desembarco formó parte "de la estrategia y tácticas de los piratas"; y el segundo en una comparecencia en el Ministerio de Defensa. Aunque, con el agua al cuello, ambos intentaron hacer creer a la opinión pública que el Gobierno supo inmediatamente que los tres marineros no habían tocado suelo. "La primera información que se dio fue en base a los servicios de Inteligencia, y luego se comprobó posteriormente que estaban a bordo, en base también a esos servicios de Inteligencia. Los datos son los que son", sostuvo Rodríguez sin querer entrar en detalles.

Una de dos. O el Ejecutivo mintió entonces o lo hace ahora para ocultar lo que supondría un error garrafal de los servicios de Inteligencia, que puso a las familias el corazón en un puño y les permitió a los piratas crecerse en la negociación. ¿Por qué una de dos? Porque las hemerotecas están ahí para dejar constancia de las palabras de Chacón y de que un día después del supuesto desembarco, el 6 de noviembre, Moratinos se jactaba públicamente de que gracias a infinidad de gestiones el Gobierno había conseguido la vuelta a bordo de los tres marineros. Es más, el ministro explicó entonces que la noticia se la había comunicado el primer ministro de Somalia, Omar Abdirashid Ali Sharmarke, al embajador español en Kenia y hombre clave de las negociaciones, Nicolás Martín Cinto. No dio más detalles.

La "patata caliente", de mano en mano

Mientras, los máximos responsables de la controvertida gestión continúan a día de hoy pasándose "la patata caliente", como le recriminó Soraya Sáenz de Santamaría a María Teresa Fernández de la Vega este miércoles durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso. El martes, Zapatero fue el primero en comparecer para anunciar la feliz noticia. Apenas dio detalles porque, según argumentó, horas después la vicepresidenta primera iba a dar una rueda de prensa para explicarlo todo. Fernández de la Vega compareció por la tarde, pero no para aclarar los muchos agujeros negros del caso, sino para darse palmadas en la espalda.

Y así llegó el miércoles. La número dos del Gobierno anunció en el hemiciclo que iba a pedir su comparecencia en el Pleno del Congreso para tener "un debate sosegado" con la oposición, como máxima responsable de la célula de crisis que ha sido. En realidad a Fernández de la Vega no le quedaba otro remedio, puesto que de no haberla solicitado voluntariamente la oposición la habría llevado al Pleno a la fuerza. Después, en una conversación informal con la prensa, la vicepresidenta primera evitó dar datos sobre la operación para detener a los secuestradores una vez desalojado el Alakrana, y se remitió a la rueda de prensa que horas después iba a ofrecer la ministra de Defensa. Pero cuál fue la sorpresa de los periodistas al ver que Chacón se escondía tras el JEMAD y dejaba en sus manos prácticamente todas las explicaciones, argumentando que al haberse tratado de una operación "militar", nadie mejor que Rodríguez para llevar el peso de la comparecencia.

El Ejecutivo se encuentra ahora acorralado y no le quedará más remedio que dar las explicaciones que intenta evitar dar. Por una parte, la Fiscalía de la Audiencia Nacional solicitó este miércoles al juez Santiago Pedraz que investigue "la trama jurídico-financiera" que ha rodeado el secuestro, incluido el pago del millonario rescate. Y, por la otra, la oposición ya ha pasado al ataque y no va a tener ninguna contemplación con Zapatero y su equipo. Especialmente el PP, CiU y el PNV, que, como ya informó este periódico, ya tienen lista su ofensiva parlamentaria. En el caso de los populares, ésta pasa por solicitar la comparecencia urgente en Pleno del presidente y la reprobación de la vicepresidenta primera y los ministros de Defensa y Justicia. Sólo Gaspar Llamazares se atrevió a echar un cable al Ejecutivo al afirmar que algunos partidos querían aprovechar el Alakrana para hacer "una moción de censura encubierta" al Gobierno.

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