Navidad 2010, precedida, en España, de una ley de 17 de diciembre que borra del ordenamiento jurídico, la protección de la vida humana hasta sus 14 y 22 semanas de gestación. Es la aprobación, como si fuera bueno, del aborto provocado y del infanticidio. Se protege el musgo, y tienen que apañárselas para el belén. La ley protege a ranas y renacuajos, a aves y mamíferos; pero la vida humana no significa nada y se deja al arbitrio de madres, incluso adolescentes, que, entre lágrimas o risas de frivolidad, no saben o no quieren o no pueden apañárselas. Al Niño de Belén se le deben romper las entrañas, y también se nos rompen a muchos españoles. ¿Cuál es el deber más importante del Gobierno? Proteger la vida de todos, y, para ello, a la mujer embarazada. Pero han legislado en contra. Evoco el martirio de los inocentes en el primer año de la Era Cristiana. No importa el número de los que nos oponemos a esta barbarie salvaje asesina. No importa el hombre, sino el negocio. ¿ Conformarnos? Claudicar ante el genocidio abortero, es sumarse a la maldad. Ante el mal sólo cabe la fuerza de la razón del bien. Hay que seguir apostando fuerte por la vida y expiar por el pecado del aborto: vigilias por la vida en iglesias y catedrales, hasta cubrir todas las parroquias y catedrales de España; rosarios por la vida, hasta extenderse por plazas de todas las ciudades y pueblos. También hay que ayudar a las mujeres embarazadas que quieran tener el hijo.
Josefa Morales de Santiago
martes, 29 de diciembre de 2009
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