LAEDICION.NET.-El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha afrontado, por primera vez después de dos meses, un acto público. Ha elegido la Comunidad Valenciana. ¿Por qué será? Y lógicamente lo ha tenido que hacer en la única gran ciudad levantina que controlan desde la alcaldía de Alejandro Soler. No ha sido una jornada fácil para el presidente pero tampoco lo ha sido para ninguno de los socialistas que acudían al mitin, casi cabizbajos y sacando la cara por un líder que más que en horas bajas está en caída libre. Y lo peor no ha sido defender a su secretario general; el mal trago lo han pasado realmente al tener que justificar lo injustificable y la muerte civil de las ideas y políticas que proclamaba a los cuatro vientos su gurú Zapatero.
Es cierto que el pequeño marco elegido para el mitin presentaba un espectacular llenazo, es cierto que los cargos destacados, sobre todo Leire Pajín o Jorge Alarte, trataban de poner al buen tiempo buena cara pero no es menos cierto que el ambiente (pese al artificioso disfraz de banderola, pasquín y banderín) estaba cargado con fuertes dosis de pesimismo ¿o sería de realismo? Rodríguez Zapatero, que no tuvo ni un gesto amable con Alarte, acudía a la cita de alcaldes conociendo los datos de una demoledora encuesta que aboca casi a lo testimonial a su partido en la Comunidad Valenciana. Francisco Camps endosa más de 22 puntos de diferencia a su rival directo y cuando en teoría la intención de voto tendría que resentirse cuando más en ebullición mediática está el caso Gürtel.
La depresión es la tónica que marca ahora la pauta de todos los socialistas y es una cuestión que ni la más prolongada sonrisa puede disimular. Aunque dentro del polideportivo todo han sido parabienes con baño de multitudes incluido –normal si entendemos que la mayoría de los asistentes eran cargos públicos del PSOE bastante bien remunerados- en el exterior los socialistas, y en especial el presidente del Gobierno, han podido pulsar el estado real de la calle, de una sociedad harta del Gobierno: dos centenares de personas pedían la dimisión de Zapatero con gritos y protestas que se quedaron en eso, en protestas en la calle, gracias al cordón y despliegue policial establecido en el perímetro del recinto.
En conclusión, los socialistas en medio de una profunda depresión (casi tanto como la económica) han hecho "piña" en torno a un líder que vuelve a ser Bambi y que más se parece ahora al último paseo del Cid Campeador. Para sostenerlo tienen ahora los dirigentes del PSOE que comulgar con ruedas de molino para convencernos a todos de que los recortes sociales, el tijeretazo, la bajada de sueldos, la subida de impuestos… que todo eso es genial para nosotros los pobres mortales que cada día tenemos menos y que estamos a punto de perder hasta la esperanza.
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