jueves, 20 de mayo de 2010

R. Portabales: "Ese hombre que abandonaba de noche su "casona" en moto sin dar aviso a los que le protegían…"

Más confidencias del ex testigo protegido de Interior (III)









Salía a las 12 ó 1 de la madrugada y no regresaba hasta las 5 o 7 de la mañana

Durante casi siete meses un equipo de casi 10 vehículos, entre motos y coches, se encontraba esparcido por la carretera y ciudad

Al final, optaron por instalar una ficha de seguimiento en su moto
Laedicion.net.-Ricardo Portabales, ex arrepentido del Ministerio del Interior, ha vuelto a contactar con este medio para trasladarnos la siguiente información que por su interés le trasladamos.
Ante todo dar las gracias a todos aquellos que me alientan cada día para que siga en la brecha, pero quiero decirles que no lo hago porque me alienten, sólo porque se debe saber la verdad y porque ya no tengo nada más que deba pagarles a estos individuos. Darles a ellos también las gracias por liberarme de todo en lo que ellos me metieron, gracias señores por dejarme ir y gracias por enseñarme parte de la vida y la cara oculta de las bambalinas.

Ante todo quiero pedirles que esto no lo tomen como una especie de venganza sobre el Estado español, ni siquiera sobre algún que otro Gobierno que dirigía o dirige mi país. Sólo pretendo poner las cosas en su lugar y, al mismo tiempo, para que puedan conocer quién era Ricardo Portabales y que hizo durante estos casi 20 años. Que pena me da mi España, con tantas comadrejas que no saben algunos como pararles los pies. Y hablo de ciertos personajes que a lo largo de este corto tiempo he estado mencionando, aunque a veces no debo poner sus nombres… por el momento.
Pero quiero que sepan que si se pondrán sólo -juego un poco con ellos-, para saber cuál de ellos es el primero que da el paso en manifestar que lo que digo es una perra mentira; luego podremos hablar de lo que es mentira o no. Sigo esperando que estos señores del Gobierno me demanden; sigo esperando que lo que traman desde hace algunos años atrás y que me tienen preparado por abandonarles. Pero les diré que cuando uno trabaja de infiltrado con diferentes nombres, llega a veces a olvidar su verdadero nombre y quien es en realidad; porque hasta la familia se da cuenta que eres diferente cuando llegas a casa, después de llamarte Pedro, Antonio, Carlos o Salvador o el nombre que ellos te daban en ese momento.
Cuando el poder se sube a la cabeza
Pero yo no me quiero poner a explicar ciertos temas de familia o personales. Aquí estamos ahora para desvelar ciertas cosillas que estos individuos llamados dirigentes del Gobierno y funcionarios de la Seguridad del Estado. Con esto tengo que ser cauto y honrado ya que no me refiero a los cuerpos de Seguridad del Estado, si no algunos personajes que se creían los intocables o césares del poder: porque mientras son Comisarios , pues todo marcha más o menos y cuando llegan a Comisarios generales el poder se les sube a la cabeza.
Y ya cuando entran en el último escalón, ahí ya ni se les puede saludar si no llevas credenciales (verán, las credenciales se les puede llamar a la información delicada, esa que no debe llegar más abajo que de Comisario General y que sólo se debe tratar en la dirección general o en la secretaria de Estado o ministerio de Interior).
Escapadas nocturnas
Verán, en una gran casona de este país, un hombre salía ciertas noches por la puerta de atrás con su moto, sin dar aviso a quienes le protegían. Él salía a toda la velocidad con dirección al centro de la capital de España, unas veces por la M-30 y otra por la Avenida de la Constitución, según considerase oportuno. Los escoltas, muchas veces, no sabían cómo seguirle ya que entre la salida imprevista y la velocidad casi siempre lo perdían.
Para evitar esta situación y saber dónde se dirigía -ya que desde las 12 o 1 de la madrugada hasta las 5 o 7 de la mañana no regresaba-, durante casi siete meses un equipo de casi 10 vehículos, entre motos y coches, se encontraba esparcido por la carretera y ciudad. Pero lo único que les pudo ayudar a no perderlo más fue que le instalaron una ficha de seguimiento en su moto. Verán, la ficha es un radio transmisor muy pequeñito, casi como una caja de cerillas, que se instala en cualquier tipo de vehículo. Fue la única forma de saber a dónde iba y con quién se veía,
Pobre hombre tener tanto poder y no poder salir a tomarse una cañita fresca o una canita al aire, aunque lo que más le gustaba, o le seguirá gustando, son los cubatas. Además, la rubia lo puede contar mejor que yo, ya que de vez en cuando, y no siempre, hacia una paradita en su casa.

Con esto quiero dar a entender que gente como yo, gente que dependía de la Dirección General de la Policía y del ministerio de Interior, hacíamos los trabajos o cosillas que otros no querían ejecutar por no mancharse y por el puesto que ocupaban. Sólo por ser gran jefe de la “tribu”, mandaban a este tipo de personajes a rebuscar en casas ajenas restos de las “cagadas” que estos grandes, y no tan grandes e intocables, dejaban tras ellos. Porque en esos lugares, los dueños del lugar realizaban grabaciones indebidas en algunos momentos que ellos estaban un poco fuera de control por la gota fría o la pinga caliente.
Otro día seguiremos contando algo más, por si es que interesa.
Atentamente Ricardo Portabales Rodríguez. Ex arrepentido del ministerio de Interior y otros.

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