sábado, 8 de octubre de 2011
El morbo del bodorrio
©Daniella Montenegro
Por fin llegó el día D. La Duquesa de Alba y Alfonso Díez se dieron el sí quiero en el Palacio de Dueñas de Sevilla. La máxima expectación giraba en torno al secreto mejor guardado de toda boda: el vestido de la novia. Sin embargo, los estilismos de los contados invitados tampoco dejaron a nadie indiferente. Mientras la madrina atendía amablemente a la prensa, llegó uno de los momentos más esperados. Alfonso Díez entraba en escena y, aunque se pasó la mayor parte del tiempo en el interior de un coche, se ver cómo iba vestido.
El nuevo Duque de Alba se atavió con un chaqué gris de rayas diplomáticas a juego con un chaleco cruzado, camisa blanca y corbata azul marino con topitos blancos. El mismo complemento que eligió uno de los diseñadores de Victorio & Lucchino.
¿La peor vestida?
La parte desafortunada vino de la mano de María Eugenia Fernández de Castro. Para más inri la ex mujer de Jacobo, el hijo de la Duquesa que no asistió a la boda porque su madre llamó "mala y envidiosa" a su actual esposa, Inka Martí (oficialmente tenían un viaje ineludible). Fernández de Castro lució un traje compuesto por chaqueta y falda lápiz, de una tela destelleante que cambiaba del rojo al verde según la luz y que fue muy criticado por los especialistas en moda.
Además de llevar medias negras en las piernas, como viene siendo lo habitual, María Eugenia también se las puso en los brazos. Como complementos un tocado estilo boina y un bolso con forma de flor. De la chaqueta de terciopelo de su acompañante, mejor ni hablamos.
El menú de la boda
Por lo demás, la Duquesa confesó estar "muy feliz" tras la ceremonia y agasajó a sus invitados con un menú que no era el que había trascendido días antes. Finalmente, los invitados al enlace degustaron como entradas frías, gazpacho rebujito con hierbabuena, tortilla española y ensalada con angulas y caviar. Además, se sirvió arroz a la provenzal acompañado con gambas blancas de Huelva y langosta en salsa americana; "tournedó" de ternera con salsa bearnesa y guarnición de pimientos de padrón, cebollitas francesas y patatas estilo Ducal.
El menú se completó con ave al limón en su jugo con verdura variada a la plancha y ensalada mimosa, mientras los postres estaban compuestos de tocino de coco, pastel de almendras con salsa de leche condensada y bomba de chocolate con salsa de turrón caliente. El almuerzo fue servido por los empleados del palacio, que, antes, comieron el mismo menú.
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