sábado, 1 de septiembre de 2012

¿Y si 'cerramos' el Opus Dei?


Santiago Navajas

El
secretario general del PSOE de Madrid, Tomás Gómez,defiende "elevar a rango de ley que personas que
pertenezcan a pseudosectas como el Opus Dei no puedan ocupar responsabilidades
públicas". Con ello el dirigente socialista no hace sino continuar la tradición
socialista de tratar de eliminar la competencia de su propia "pseudosecta",
entendida la política como una ideología supersticiosa y dogmática en lugar de,
como debiera ser, una confrontación de visiones del mundo basadas en la
evidencia disponible.
En
el imaginario colectivo izquierdista español, el Opus Dei ha tomado el relevo de
la Compañía de Jesús como punta de lanza de la intelectualidad de signo
católico. Por lo que no es de extrañar que en la izquierda caracterizada por el
sectarismo se plantee reeditar con dicha organización el primer atentado de la
II República contra los derechos fundamentales: el arbitrario cierre de los centros de enseñanza de los
jesuitas y la disolución de la propia Compañía.
Afortunadamente,
en la Monarquía constitucional actual los desvaríos totalitario-republicanos
tipo Tomás Gómez están más allá de toda discusión política. Sin embargo, la
animadversión hacia cualquier tipo de pluralidad y diversidad ideológica más
allá de lo políticamente
correctoestá enraizada de manera instintiva en la mentalidad común de la
casta dirigente, como queda de manifiesto en la sentencia del Tribunal Supremo
sobre las subvenciones a los centros organizados según los principios pedagógicos de la educación
diferenciada.
Al
fin y al cabo fue basándose en una ley educativa del PP, "de Calidad de la
Educación" (2002), que el Tribunal Constitucional declaró fuera de la ley elhomeschooling,
la educación en casa, porque, según lo dispuesto por Aznar, era preciso cumplir
"diez años de escolarización obligatoria, desde los 6 hasta los 16", lo que
obliga a todo el mundo a someterse al sistema educativo oficial, que interviene
incluso en los colegios privados.
Sea
como fuere, la sentencia del Tribunal Supremo sobre las subvenciones a los
centros organizados según el principio pedagógico de la educación diferenciada
no se basa en la literalidad de la ley, sino en una sesgada interpretación
político-filosófica de su espíritu para lo que los magistrados han tenido que
forzar el idioma al máximo. Ha sido el diario El
País el que más claramente
ha revelado este carácter ad hominem de la sentencia, al citar en un
editorial tanto a Pío X como un pseudoestudio científico publicado en la
revista Science (que no enlaza pero que pueden
leer aquí), en el que las autoras consideran su
investigación sobre la educación diferenciada una cruzada similar a la que se
llevó a cabo ¡contra el racismo!, motivo por el que usan el despectivo término
de sex-segregated
education.
Como
agudamente ha señalado Cristina Losada, si en lugar del Opus
Dei hubiese sido Hillary Clinton no lo hubiesen llamado "sexismo", sino
"progresismo". Y es que, frente al unidimensionalismo mostrado por el Tribunal
Supremo en lo legal y El
País en lo ideológico, el
progresismo pedagógico consiste en dejar que sean los padres y los propios
escolares los que elijan, si lo desean, la educación mixta o la
diferenciada, sin que vengan iluminados envueltos en ropajes pseudopsicológicos
a imponerles un sistema concreto, llevados por prejuicios políticos machistas o
bien de
género. Por esa tolerancia que lleva a la pluralidad es que existen universidades norteamericanas sólo para mujeres, del
mismo modo que hay vestuarios o gimnasios para un solo sexo. Esa es la
comparación relevante desde un punto de vista racional, no la que hacen los
histéricos que asocian educación diferenciada y racismo, por ejemplo.
A
diferencia de nuestro Tribunal Supremo, su equivalente norteamericano –tan cerca
en la denominación, tan lejos en la filosófico– dejó bien claro que aunque el Estado debe regular de
manera razonable el control y la duración de la educación básica, ello no es
óbice para que predomine el derecho de los padres a optar por una educación
equivalente en un sistema operado de manera privada. Volvamos al caso español:
dado que el Estado se ha comprometido a financiar una educación privada vía
subvenciones, debe hacerlo siguiendo los principios de razonabilidad y no
injerencia en los motivos filosófico-pedagógicos de los padres cuando éstos sean
razonables. Porque los derechos fundamentales están por encima de los
intereses gregarios del Estado y la sociedad. Y hace falta
ser muy estrecho moralmente, reduccionista en lo político y adoctrinador en lo
pedagógico para negar que los padres que optan por la educación diferenciada
merecen el mismo trato que el resto.
De
hecho, no sólo es completamente legítimo que no se discrimine a los centros con
educación diferenciada (aunque sean del Opus, ya que los opusdeístas, aunque no
lo crean en El
País y el Tribunal Supremo,
también sangran cuando los pinchan, se ríen cuando les hacen cosquillas, etc.),
sino que se debería permitir a los centros estatales (mal llamados "públicos"),
en virtud de la tan cacareada autonomía de los mismos, implicarse en
experimentos con educación diferenciada, con el único razonable requisito de que
en su demarcación hubiera tantos centros femeninos como masculinos, de manera
que nadie, en virtud de su sexo, pudiese ver lesionado su derecho a la
educación. Así podrían realizar una investigación de verdad científica sobre las
ventajas y desventajas de este tipo de metodología pedagógica. El lamentable
estado de la educación en España implica que hay que elaborar las hipótesis más
arriesgadas, por mucho que desafíen el statu
quo en los ámbitos de la
teoría y la organización. Sobre todo cuando, por ejemplo, la tasa de abandono
escolar es un quince por cientosuperior entre los
chicos que entre las chicas. Si el dato fuera el inverso, el escándalo sería
mayúsculo; pero como no hay un Instituto del Hombre ni un Observatorio contra la
Violencia de Género Femenina, ni mú.
El
pedagogo húngaro Lazslo Polgar llevó a cabo un experimento de homeschooling a pesar de la oposición de las
autoridades comunistas de entonces. Sus tres hijas llegaron a ser grandes
campeonas del ajedrez, dejando en evidencia a quienes sostenían que las mujeres
no podían brillar en tal juego. Ha hecho más por los derechos de la mujeres un
experimentador arriesgado y una chica lista como Judith Polgar que mil feministas de cuota.
Conozco
a muchos padres que en la práctica practican homeschooling,
en secreto y en paralelo a la enseñanza oficial. Sobre todo en preescolar y
primaria, donde el dogma pedagógico, ese ostentoso y vacío "aprender a aprender"
impuesto por el staff salido de las facultades de Ideología Pedagógica (que son
a las Ciencias de la Educación lo que la alquimia a la química), hace que los
niños aprendan tarde y mal cuestiones básicas relacionadas con la lectura y la
escritura. Padres que son a menudo recriminados por los maestros cuando
demuestran que los alumnos han aprendido "demasiado" o "muy rápido" (en
ocasiones, parece, superando las capacidades y recursos de los propios educadores).
Notas:
1) No soy seguidor de san José María Escrivá de Balaguer, sino más bien del infernal don Luis Buñuel. En versión liberal, claro
está. 2) El referido de Science consigue desbancar al de Nature sobre la presunta equiparación de la
Wikipedia con la Enciclopedia Británica como el peor artículo de revista
científica que jamás haya leído.


----

Asociación PROJUSTICIA


No hay comentarios: