LAEDICION.NET.- Las explicaciones de M. B. –no se
publica su identidad completa por razones de seguridad–, sin embargo, seguían
sin dar respuesta a por qué ese pendrive del caso Nóos estaba en su despacho.
La contestación sorprendió aún más: simplemente, dijo, porque le había
contratado el abogado del Duque de Palma, que era quien se lo había dado a
él. El trabajo que debía realizar era abrir los correos electrónicos que
contenía el pen –en realidad eran los que tenían ya todas las partes, y que
habían sido aportados por el juzgado tras abrirse el secreto de sumario–, y
posteriormente organizárselos para que tuviera una mejor comprensión de los
mismos. Por este servicio habría recibido varios miles de euros, una cantidad
que se considera desproporcionada por fuentes del sector para ese trabajo. No
obstante, al ser preguntado el propio Mario Pascual Vives admitió que había
contratado al ingeniero informático, lo que justificó por su falta de pericia
en el manejo de ordenadores y sistemas informáticos.
Pero según las fuentes consultadas el trabajo del hacker fue más allá,
y al parecer aplicó técnicas de recuperación de correos electrónicos borrados.
Con ellas habría recuperado 30.000 de estos mensajes, diez mil más de
los que constan en el sumario. Según todos los indicios, el letrado del Duque
de Palma dispondría de ellos, lo que ha llevado la inquietud a otras partes
personadas en el caso.
Las fuentes consultadas destacan que al menos de momento no se ha
podido demostrar ninguna implicación de este ingeniero informático en supuestas
estrategias de espionaje en los ordenadores de los investigadores. Entre otras
razones porque el pendrive entregado por Pascual Vives tiene exactamente la
misma fecha de los que entregó el juzgado a todas las partes cuando levantó el
secreto de sumario.
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