Por Lorenzo de Ara
Rogaría, imploraría, suplicaría que, algunos de ustedes leyeran el artículo que ayer jueves escribió Ignacio Camacho en su columna habitual de ABC. Lógicamente, podrán encontrar ese artículo en abc.es.
No desvelaré su contenido, pero sí es cierto, que desde hace algún tiempo, este humilde escribano viene predicando (supongo que en el desierto) que la clase política española es miserable, abracadabrante, ramplona, mediocre y, como siempre sucede ante semejantes protagonistas, aprovechados de la oportunidad.
Nuestros políticos son amantes del deporte cuando el deportista consigue coronarse. Ante los fracasos, el político cierra los ojos, se tapona los oídos y ni siquiera huele lo que hay a su alrededor.
Piden nuestros políticos que esos deportistas ganen medallas en los juegos olímpicos que se celebrarán a partir de hoy en China. ¿Y qué está ocurriendo en China?
En esa gran nación sobreviene lo de siempre. Una dictadura comunista atroz, inhumana y arrogante, mantiene esclavizados a más de mil quinientos millones de seres humanos. Es en realidad una amenaza global a la que nadie se atreve a pararle los pies.
Ningún gobierno democrático del mundo dejará de estar presente en esos juegos de la vergüenza. Claro, España también ocupará un lugar de honor, con sus 288 atletas y la cohorte de paniaguados que ocuparán su rinconcito en el palco de las autoridades.
Pero los deportistas ya tienen una orden. No abrir la boca. Lo de pensar se deja para esos políticos de tres al cuarto que menoscaban la democracia y cacarean con su pestilente mediocridad.
Han solicitado que no opinen sobre lo que sucede en ese país. Nada de comentarios cáusticos sobre la falta de derechos humanos en la dictadura comunista. Nada de mirar al cielo y preguntar por qué coño no se ve con claridad el sol.
Los políticos piensan (jajaja) que los deportistas no merecen el derecho a decir lo que les venga en gana. Quieren la domesticación de los atletas.
Obviamente, el artículo de mi reverenciado Ignacio Camacho es inmensamente más certero y exacto que esta opinión del De Ara de los cojones, pero, tras la lectura de su artículo ayer jueves, pensé que mi obligación era apostar mi granito de arena en este empeño casi profético que agrupa a un puñado de españoles, y que consiste en desenmascarar a los políticos que, como siempre, viven y engordan gracias al denodado esfuerzo de la colectividad. Y ahora, en el colmo de la desfachatez, mandan callar a nuestros atletas en los juegos de la vergüenza. ¡Que se callen ellos!
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