domingo, 17 de agosto de 2008

“La existencia de enormes lagunas en la historiografía almeriense, no quiere decir que carezcamos de historia” Antonio Gil Albarracín

Antonio Gil Albarracín, catedrático de Geografía, Historia e Historia del Arte y Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, pronunció ayer una conferencia sobre la celebración en Níjar de la coronación de Carlos III que cubrió el aforo completo del Antiguo Mercado de la Villa.

Gemma Garrido, Concejala de Cultura, Educación y Participación Ciudadana, presentó esta “tercera entrega” de los Episodios Nijareños, como una “iniciativa que pretende dar un matiz cultural e histórico a las calurosas tardes de verano en Níjar. Ofrecer a nijareños y visitantes, de la mano de expertos en las distintas materias a tratar, una posibilidad más, para conocer mejor, parte de nuestra historia y en general, de nuestra cultura; intentando rescatar del olvido facetas desconocidas para muchos que influyeron y marcaron el desarrollo de nuestra comarca”.

Del ponente, Gil Albarracín destacó, su abultado currículum, consecuencia de “su empeño e interés en el conocimiento y conservación del Patrimonio Histórico y Cultural de diversos municipios”.

Antonio Gil disculpó la ausencia del coautor de la obra “La Locura de Níjar por Carlos III”, D. José A. Sabio Pinilla, que se encuentra en Canadá y comenzó sus palabras mencionando las “enormes lagunas en la historiografía almeriense”, consecuencia de múltiples factores asociados, según el autor: pérdida de archivos, escasez de historiadores locales, falta de interés por parte de los mandatarios culturales,…

Gil Albarracín mencionó, grosso modo, algunos de los importantes acontecimientos ocurridos en Níjar en los siglos XVI y XVII -como la Rebelión de Almería en 1601, la explotación de los alumbres de Rodalquilar o la batalla del peñón de Inox- para acercarnos a este episodio de 1759 cuyo relato corrió como la pólvora por toda la península ibérica.

“Para entender este suceso, hay que comprender qué era Níjar en aquel momento” y situó al público en un municipio de apenas 3000 habitantes y 800 viviendas, formado mayoritariamente por militares ocupados en la defensa de la costa y “una villa amurallada que era presidio”.

Gil Albarracín nos ofreció datos de las profesiones censadas en Níjar –ya existía medio centenar de tejedoras de jarapas- y de la importancia del cargo eclesiástico de “Beneficiado de Níjar”, “cuyo sueldo era el más deseado de toda la provincia.

La coronación de un rey era motivo de fiestas en todas las ciudades, lo que hizo a Níjar destacar fue su consecuencia: “la destrucción del patrimonio público y privado para una celebración”.

Según las investigaciones de Antonio Gil, la celebración fue organizada por el propio Alcalde de Níjar, reuniendo a toda la población en la plaza. “En ese momento hubo mucho desacuerdo en cómo realizar la celebración, cada cual proponía una fórmula… y la felicidad se desbordó cuando envían el alcohol para celebrarlo”.

Antonio Gil Albarracín concluyó su ponencia preguntándose si “fue exagerada la celebración en Níjar de la coronación de Carlos III”, dos días después del acto oficial en Madrid. Él mismo se respondió haciendo una pormenorizada relación de los múltiples proyectos que este monarca ejecuto en el municipio. “Destaca su proyecto defensivo: de las 42 edificaciones que mando construir en toda la costa, 5 de ellas están en Níjar, además de las ampliaciones de baterías que también ordenó, lo que es una proporción muy llamativa”. Asimismo, el historiador destacó los tratados de paz y comercio que firmó con territorios islámicos del norte de África, “consiguiendo por primera vez la paz entre ambas vertientes del Mediterráneo después de 300 años de enemistad”.

Es, como si Níjar hubiera celebrado por adelantado el reinado de Carlos III.

En el turno de preguntas surgieron numerosas cuestiones de gran interés. Unas se pudieron aclarar y otras no, quedando patente la enorme pérdida que para el patrimonio histórico y cultural de Níjar ha supuesto la destrucción del archivo municipal, acaecida en los años 60 del siglo pasado.

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