jueves, 7 de agosto de 2008

OTRO GOLPE DE ESTADO

Por Lorenzo de Ara

El Golpe de Estado perpetrado en Mauritania es una de esas noticias que cada cierto tiempo se produce en los países subdesarrollados y, por supuesto, incapaces de estar al mismo nivel que otras naciones realmente civilizadas.

Al afirmar con severidad que Mauritania u otros países de similares características sociales son del todo incapaces de igualar a Europa en derechos humanos y bienestar social, no estoy ofendiendo al pueblo mauritano, ya que éste, sumido en la pobreza, la esclavitud y el aislacionismo, es únicamente un elemento sin valor en un territorio donde militares, burócratas y políticos se reparten el poder, se quitan el poder, y se matan –aunque a la hora de los muertos también aparece el pueblo- por un trozo de poder. Siempre el poder.

Pero Mauritania es un país cercano a Canarias y, por ende, también desempeña un cierto papel estratégico en el Magreb y en la zona mediterránea.

El Golpe de Estado que ha desbancado de la poltrona al presidente Sidi Mohamed Uld Cheij Abdallahi, detenido junto al primer ministro, Yahya Uld Ahmed El Waghef, servirá para que otros sátrapas uniformados bloquen cualquier resquicio de aperturismo democrático.

Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y Egipto, ahí es nada. Esa es la frontera sur de España y la frontera sur de la bien pensante Europa.

Cuando el Sáhara conquiste su peligrosa independencia, la lista de naciones soberanas en un punto geográfico inestable, aumentará a las puertas del primer mundo.

Esperar que en esas tierras rija la democracia occidental es una quimera. No hay cultura democrática, no hay cultura occidental y tampoco hay deseos reales de los poderes por instaurar un sistema que terminaría con la corrupción imperante, la cual mantiene a los pueblos enterrados en la más brutal pobreza.

A la hora en que escribo este artículo, el presidente está en manos de los golpistas y, claro, el pueblo carece de información.

Recientemente, el hombre fuerte de ese país -¿o no lo era?- se dejaba fotografiar en París, al lado de los presidentes de las democracias más avanzadas del mundo.

A las pocas semanas, la fotografía ya es otra, y, mientras tanto, los gobiernos de Europa estarán poniéndose en contacto para calibrar la gravedad del asunto y saber si otros militares, defenestrados o no, serán capaces de hacer lo mismo.

En Marruecos, Libia y Túnez la dictadura es férrea; en Argelia se mantiene una democracia tan débil que apenas es perceptible, y en Egipto, bajo el poder de Mubarak, al que sucederá su hijo, la democracia es aplicada con microscopio.

¿Quieren ustedes apostar por la hipocresía? Pues vale. Dentro de poco tiempo, en Mauritania, Marruecos, Túnez, Libia y Egipto se instaurará una democracia plena, solvente y social. ¿Lo quieren así? Pues eso.

Yo, sin embargo, no vislumbro ese futuro encantador. Lo que observo es que si Europa falla, o sea, si Europa cae, (y lo puede hacer a través de Oriente Próximo, gracias al rechazo frontal que se agiganta en Occidente hacia Israel), la civilización estará en peligro, en serio peligro.

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