domingo, 14 de septiembre de 2008

ASOMBRO Y CABREO

Por Lorenzo de Ara
Hace algunos días que el asombro y el cabreo han impedido que un humilde escribano se dedicara a lo que más le gusta hacer en esta puñetera vida.
Asombro ante la locuacidad del gorila bolivariano, y cabreo ante la impertérrita tranquilidad de Zapatero.
Los dos amigos son males terribles (casi incurables) para sus respectivos países.
El caudillo venezolano es un matón de una mala película. Es un perro que nunca se cansa de ladrar. Es el cáncer de Venezuela. Su rabia se extiende por el continente. La democracia en Venezuela es tan poca cosa que lo más acertado sería decir que las urnas, como en otras épocas, han puesto al tirano en el centro del poder.
A lo largo de los años que lleva en la poltrona de uno de los países más ricos del mundo, el ex golpista ha empobrecido a unos ciudadanos que son víctimas de un engaño: su propio engaño. La demagogia bolivariana, santificada por algunos políticos occidentales, no es sino un apéndice del atroz y inhumano comunismo.
Y el cabreo se sostiene ante la mansedumbre y escasa catadura intelectual del presidente de una parte de los españoles. Once millones en total.
La recesión que se aproxima no es nada, apenas nada, ante la mediocridad política de un hombre que, ni es líder, ni es sincero y, mucho menos, es el hombre que necesita España en estos momentos.
Mintió y ordenó mentir a los suyos para ganar unas elecciones. La gran mentira socialista triunfó en las urnas y once millones de inocentes votaron convencidos de que así mantenían en la cueva a la derecha-derechona.
La crisis económica es ya una realidad. Todo se desmorona por un precipicio del que costará mucho trabajo salir. Zapatero y sus mentiras nos han metido en un agujero que genera pesadillas. La democracia, también en España, ha colocado en el poder a un hombre que es insensible, mentiroso y huérfano de rigor intelectual.
Venezuela, con su gorila dispuesto a jugar a la guerra, y España, con su pacificador mentiroso y sin bombilla para alumbrar una idea positiva, son dos naciones condenadas al fracaso.
Es un asombro que se agranda; es un cabreo que no cesa. Escribir se torna pesado.
*La responsabilidad de las opiniones emitidas corresponde exclusivamente a sus autores

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