jueves, 29 de enero de 2009

De Valldemossa a Deià, una excursión por el corazón de la sierra de la Tramontana

Miradores de vértigo jalonan el camino que hizo construir el archiduque Luis Salvador por el filo de la sierra litoral mallorquina, a casi mil metros sobre el mar. Chopin, Darío, Unamuno y Graves acompañan al visitante por este paseo desde Valldemossa hasta Deià. El escritor Robert Graves, que vivió cuarenta y cinco años en Mallorca (Londres, 1895-Deià, 1985), se maravillaba ante el hecho de que la mayor atracción histórico-turística de la isla fuese la Cartuja de Valldemossa y de que los habitantes de este pueblo siguieran conmemorando, con regocijo, la visita que en 1838 les hicieron la novelista George Sand y su amante, el músico Frederick Chopin. La pareja pasó algunas semanas en las celdas blanqueadas del monasterio abandonado, al igual que años más tarde lo hicieran Unamuno, Rubén Darío y otros ilustres visitantes.

Visita a la Cartuja
La mejor hora para visitar la Cartuja es a las 9.30 de la mañana; los domingos, a las 10, nada más abrirse la taquilla. Suponiendo que dejemos para más tarde los frescos de Bayeu que adornan la iglesia, la vieja botica y que rodeemos el claustro a paso ligero, dispondremos de unos cinco minutos de margen para escudriñar en absoluta soledad la celda de Chopin. Otro sitio al que conviene acercarse temprano, antes de que se produzca la llegada masiva de turistas, es Sa Miranda, un pequeño mirador que hay a espaldas del palacio del Rey Sancho, a pocos pasos de la Cartuja, desde donde se contemplan de maravilla las casas de Valldemossa acurrucadas bajo el campanario de San Bartolomé, todas ellas de rubia caliza, como los montes que la rodean.

Porque Valldemossa está a 410 metros sobre el nivel del mar, en plena Tramuntana; una sierra afilada, de barrancos inconcebibles, espesos encinares y cumbres luminosas que bordean la costa Norte de la isla a lo largo de casi cien kilómetros, desde la isla Sa Dragonera hasta el cabo Formentor, y que tiene su máxima altura en el Puig Major, a 1.445 metros sobre el azul del mar.
Por el camino del Archiduque

Parte de esta tierra costera puede recorrerse andando por el camino del Archiduque. Se trata de una senda majestuosa, una magna obra peatonal que fue concebida a finales del siglo XIX por el archiduque Luis Salvador de Austria para poder pasear contemplando a vista de pájaro sus posesiones a uno y otro lado de la sierra. Por sus refuerzos de piedra y su cubierta de balastro, esta senda semeja una vía férrea, pero la diferencia es que ésta sube y baja por todas las crestas y se asoma sin remilgos a todos los acantilados. De la plaça Camp de Vànol, que es donde paran los autobuses de línea en Valldemossa, hay que salir andando por la calle Rector Joan Mir, doblar a la derecha por la de Bartomeu Ferrá Pintor y luego a la izquierda por la de les Oliveres.

Al final de esta calle, tras una verja, nace el camino en cuesta que nos va a llevar sin pérdida posible (está marcado con flechas de pintura rosa) hasta el Pla des Pouet, a 600 metros de altura y media hora del inicio. Grandes encinas y rollos de 'sitja' —antiguas eras de carboneo —salpican este rellano, donde además hay un pozo, que es el que da nombre al lugar, y junto a él, una trifurcación de caminos. Por el del centro subiremos en un cuarto de hora hasta el mirador de Ses Puntes, que está asomado a un precipicio de 400 metros de caída vertical, con enormes vistas de la parte occidental de la costa Norte. El siguiente hito, cumplida una hora larga de camino, es el refugio del Archiduque.

Deià

Casi un siglo después de que lo visitara Unamuno, Deià sigue siendo uno de esos pueblecitos de postal que parece ideado para el fomento del turismo. Un pueblo de aromas ancestrales al pie de unas rocas que parecen alpinas y con una cala del mismo nombre abriéndose al azul luminoso del Mediterráneo.
En el romántico camposanto de este pueblo de casitas ocres escalonadas sobre una colina costera, una lápida lleva escrito a mano el nombre de Robert Graves, autor de historias y fábulas que merecerían ser más antiguas de lo que ya son.
Durante 2008 se registraron 70 muertes por violencia de genero en España

2008 se ha cerrado con 70 víctimas de la violencia de género, una menos que en el 2007, aunque todavía quedan pendientes siete casos que están siendo investigados. El Ministerio de Igualdad, que ha presentado los datos oficiales, destaca que ha bajado el porcentaje de víctimas mortales que ya habían denunciado a su agresor.

La estadística también señala que cuatro de cada 10 mujeres muertas en el 2008 eran extranjeras.
El aumento en un 16 por ciento de las denuncias por violencia machista ha contribuido a reducir la tasa del número de homicidios, cinco puntos en 2008 respecto al año anterior, según el delegado del Gobierno, Miguel Lorente, quien ha destacado que 400 mujeres al día se atrevieron a romper su silencio.
"Las denuncias están sirviendo para evitar homicidios", ha asegurado el responsable de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género durante la presentación del balance de este tipo de agresiones durante 2008, quien ha insistido en que "es más seguro denunciar que no hacerlo".
Lorente ha destacado el incremento de la conciencia social respecto a la condena a este tipo de agresiones y ha explicado que, aunque siguen siendo las mujeres las que presentan mayoritariamente las denuncias (el 75%), ha aumentado más del 116 por ciento las presentadas por familiares.
El balance, que en 2008 concluyó con 70 mujeres muertas -una menos que en 2007-, también indica que por tercer año consecutivo desciende el número de fallecidas con denuncia previa y con solicitud de orden de protección.

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