viernes, 27 de noviembre de 2009

La Infanta calla en medio de especulaciones sobre la gran incógnita

LAEDICION.NET.-REDACCIÓN.-Como si de un día cualquiera se tratata, la Infanta Elena continuó este jueves con su agenda normal, apenas unas horas de que se hiciera oficial su divorcio vía comunicado. La hija mayor de los Reyes se desplazó a Albacete para inaugurar un Centro de Autonomía Personal para Mayores, en la que supuso su primera aparición pública tras una noticia que a nadie pilló por sorpresa. Silencio total: la Infanta, siempre discreta y celosa de su intimidad, no realizó declaración alguna.
Sí en cambio algunos personajes públicos, como Laura Ponte, que se encuentra en pleno proceso de separación de Beltrán Gómez-Acebo, primo hermano de Doña Elena. "Todos somos personas. Ellos también. Con sus alegrías y sus conflictos. Al final tienes derecho a hacer lo que quieras con tu vida mientras no hagas daño a nadie. Creo que no es el caso. Al contrario, están buscando la felicidad", opinaba la ex modelo.

Durante la inauguración de un nuevo local en la ciudad Condal, Laura reconoció a la prensa que, en estos casos, lo que más desea una madre es que los hijos no sufran. Respecto a la Infanta, la modelo comentó: "Yo la veo guapísima. Está estupenda. Todos pasamos por las mismas cosas. Unos aquí, otros allá. Las mismas cosas físicas y psíquicas".

Quien también compartió esta opinión es Cari Lapique. La mujer de Carlos Goyanes, que participaba en la Parrala, declaró no estar sorprendida en absoluto tras el anuncio del divorcio, ya que los duques de Lugo "ante todo son seres humanos y si no se llevan bien...". Algo más críptica se mostró Carmen Lomana, quien también asistía a la cena benéfica. Ésta aseguró que no le había causado sorpresa el divorcio y "menos de las monarquías". "Yo no opino, cada uno debe hacer lo que debe hacer", declaró.

Jaydy Michell también citó la condición humana de la hija de los Reyes y Jaime de Marichalar. "Me parece que se trata de adoptar con naturalidad una medida que tomas muchos españoles. Nadie quiere llegar a ella, pero cuando tienes que tomarla, tienes que hacerlo del modo más natural", aseguró la ex de Alejandro Sanz.

El punto de no retorno

Cuando los duques de Lugo anunciaron el cese de su convivencia hace dos años sabían que era una decisión que no tenía vuelta atrás. La vida en común se había hecho irrespirable después del ictus sufrido por Don Jaime. Una enfermedad felizmente superada pese a las secuelas que aún le quedan, como por ejemplo, que de vez en cuando sufra desvanecimientos que le hacen perder el conocimiento allí donde se encuentra, la última vez en el conocido restaurante; su sensibilidad extrema, sus ansias por recuperar su vida laboral y social lo antes posible. Lo normal tratándose como se trata de un hombre joven.

Esto y que los gustos de la pareja eran diametralmente opuestos, hizo que la separación se fuera contemplando, al menos por parte de Doña Elena, como algo inevitable. Una decisión que sin embargo fue postergando debido primero a su obligada estancia en Nueva York, y después a la oposición de los Reyes, a su estatus dentro de la Casa Real y a que nunca es fácil poner fin a un matrimonio cuando hay hijos de por medio, ya que son los que más sufren este tipo de situaciones. Pese a todo, el duque de Lugo pensó que las diferencias se solventarían y que las aguas volverían tarde o temprano a su cauce. Algo que quienes les conocen sabían que no ocurriría ya que una vez que la Infanta había recuperado su estabilidad y su independencia, no estaba dispuesta a renunciar a ellas.

Mucho se ha escrito sobre los términos del convenio regulador, sobre las supuestas exigencias del duque para poner fin a su matrimonio, cuando lo cierto es que como la mayoría de los matrimonios por lo que ambos han luchado ha sido por la estabilidad de sus dos hijos, y no por el titulo que el Rey Juan Carlos concedió a su hija con motivo de su matrimonio y que no podrá usar ya nunca más Jaime de Marichalar. Así las cosas, la prensa del corazón especula ahora sobre si el siguiente paso será o no la nulidad, dado que ambos son profundamente católicos. Ésa es la pregunta del millón y la que, tras oficializarse el divorcio, está ocupando todas las tertulias.

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