martes, 1 de diciembre de 2009

¡Diego es inocente! Perdón por culparte

LAEDICION.NET.-REDACCIÓN.-D.M.-El punto dos del artículo 24 de la Constitución española dice que todas las personas tienen derecho a la presunción de inocencia. Diego Pastrana, sin embargo, no lo ha tenido. El pasado 27, este joven de 25 años fue portada de todos los medios de comunicación de este país por, presuntamente, haber agredido de muerte a la hija de tres años de su pareja. El informe médico inicial lo culpaba de lesiones (quemaduras y golpes) y agresión sexual (esto último se desmintió a las horas), aunque su novia aseguraba que los traumatismos que presentaba la pequeña se debían a una caída de un columpio.
Diego se convirtió entonces en culpable, en un asesino atroz al que todos habíamos visto (y nos habíamos encargado de enseñar) la cara. Preferimos no reproducir las apresuradas declaraciones de más de una autoridad local. Ni la ausencia de la palabra ‘presunto’ en algunos titulares (ya se sabe, a veces no cabe). Ni los comentarios de los lectores que llenaron la Web. Nos preguntamos, eso sí, cómo un informe médico puede concluir cosas que la autopsia ha desmentido categóricamente.
Dos días después, Diego ha quedado en libertad sin cargos. El auto emitido por el titular del Juzgado de Primera Instancia número 7 de Aron señala que, de acuerdo a los informes forenses, la niña murió a consecuencia de un golpe que recibió el 21 de noviembre al caerse en una zona infantil de la urbanización en la que residía. (Ojo porque ese mismo día Diego llevó a la niña a urgencias, pero los médicos sólo le apreciaron un golpe en la nariz).
Lainformacion.com abrió durante unas pocas horas con el titular “Fallece la niña canaria de 3 años que fue presuntamente agredida por la pareja de su madre”. El titular a priori parece correcto. Sin embargo, cuando lees la noticia, por mucho que haya atribuciones a las distintas fuentes (médicas, policiales…), Diego parece a todas luces culpable. Los medios de comunicación culpamos a un hombre inocente. Ahora nos toca reflexionar. Hurtamos la pena por la muerte de una niña a una familia y señalamos como asesino a Diego. Ojalá nunca olvidemos la mirada asustada de un joven esposado en una imagen que nunca debió producirse.

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