miércoles, 23 de mayo de 2012

Recortarán sueldos en el Ejército y jubilarán al 'Príncipe de Asturias'

Ya no hay dinero para combustible y escasea hasta el papel higiénico

LAEDICION.NET.-:/ Redacción.-Quizá el nombre no le suene, pero el político alemán Volker Ruhe estuvo muy cerca de convertir en realidad la guerra de Gila. En aquella desternillante contienda, en la que solo había muertos de risa, el genial humorista llamaba por teléfono al enemigo para preguntar si podía atacar después del partido, alertaba de que el único paracaidista solo valía para un salto porque se tiraban «sin nada, para ahorrar» y se quejaba del precio de las armas: «Si la cabeza de ajos está a ochocientas pesetas, cómo estarán las cabezas nucleares...». Ruhe, obligado por una crisis económica de caballo allá por 1994, aplicó mano dura en el Ministerio de Defensa de su país para reducir al máximo los gastos y sanear las cuentas del ejército germano. Las consecuencias de los recortes rozaron el esperpento. Sin dinero en la caja para adquirir munición, los soldados debían gritar en las prácticas militares «¡peng, peng!» al mismo tiempo que apretaban el gatillo. Si las maniobras incluían tanques, la escuadrilla repetía a coro «¡bum, bum!» cuando se accionaba el botón del proyectil imaginario. ¡Y Miguel Gila rebanándose los sesos en busca de guiones!
Casi 20 años después, Europa pelea de nuevo contra una crisis de proporciones mastodónticas que presenta en primera línea a un enemigo conocido por sus estragos en el campo de batalla. La lucha contra el déficit, al menos en España, está afectando de manera directa a la sanidad, la educación, las infraestructuras y también a las Fuerzas Armadas. No se libra nada. Aunque el actual ministro de Defensa español no ha llegado al nivel tragicómico que desempeñó Volker Ruhe a las órdenes del canciller Helmut Khol, Pedro Morenés ya ha anunciado que su departamento está en una situación «límite», después de cuatro años en los que el presupuesto 'castrense' ha caído alrededor del 25%. Y lo que está por venir.
La última medida que se plantea el Ministerio de Defensa para cumplir con el tijeretazo de 613 millones de euros este año es la jubilación del buque insignia de la Marina, el portaaviones 'Príncipe de Asturias', cuyo mantenimiento anual ronda los 30 millones. Es decir, que el único barco de este tipo que poseen las Fuerzas Armadas españolas se retire «temporalmente» hasta que pueda recuperar, en un futuro, sus plenas funciones. Vamos, cuando haya parné, que es lo mismo que despedir para siempre al mítico buque con los pañuelos blancos en la mano.
Un buque sordo y ciego
Después de aquel episodio, que sonrojó al alto mando, el barco tampoco se ha sometido a las numerosas obras de modernización que necesita desde 2003, cuando cumplió la mitad de su vida útil. El problema es que mandar el barco al taller cuesta la friolera de 400 millones de euros y los continuos aplazamientos hacen que el buque más disuasorio de la marina española acumule más y más achaques con el paso de los años. La futura entrada en servicio del buque de proyección estratégica 'Juan Carlos I', que dispone de una pista para aeronaves sin ser un portaaviones como tal, puede mandar definitivamente al dique seco al 'Príncipe de Asturias', que tiene capacidad para transportar hasta 29 aviones de combate 'Harrier' y una tripulación compuesta por 90 oficiales y 465 marineros. La Armada también está pensando en dar de baja dos de las seis fragatas de la clase Santa María, y este año ya han pasado a mejor vida el buque de desembarco 'Pizarro', la corbeta 'Diana' y el patrullero 'Chilreu'.
La cancelación de la mayoría de los programas especiales de modernización de armamento, anunciada por Morenés el mes pasado, compromete al mismo tiempo la incorporación de maquinaria de guerra de última tecnología. Este año habría que pagar 2.370 millones de euros y solo hay 5 disponibles. En principio, se quedan sin un céntimo los contratos para las nuevas fragatas F-105, los submarinos S-80 o los vehículos de combate Leopard y Pizarro. Se salvan los aviones Eurofighter -un proyecto europeo- y poco más. En el caso de los submarinos, los viejos S-70 deberán aguantar unos años más bajo el agua. El problema es que tampoco hay dinero para la reparación general de uno de ellos, el 'Siroco' -que será jubilado en junio- y la Armada solo dispone de tres naves de este tipo. El 'Mistral' no estará operativo hasta 2013 porque lo están poniendo al día, lo que supone un desembolso de alrededor de 30 millones de euros. La participación del Ministerio de Industria en el proyecto de los sumergibles S-80, en Cartagena, puede impulsar la renovación de la flota hasta 2019 y no dejar coja la fuerza submarina española.
Aun así, el Ejército español no es el único con 'bajas'. La Royal Navy británica enviará a finales de año al desguace al 'HMS Ark Royal', aunque el viejo buque será sustituido por otro moderno y lustroso portaaviones. Para el general Mike Jackson, exjefe del ejército británico, el nuevo 'juguete' serviría de poco si Argentina decidiera invadir las Malvinas: «Sería casi imposible recuperarlas porque los recortes de Cameron nos han dejado más débiles que hace 30 años», criticó en 'The Sunday Telegraph'. Italia, por su parte, prescindirá de 33.000 soldados para ahorrar 3.000 millones de euros en la próxima década y Obama ha anunciado que habrá menos tropa, menos embarcaciones y menos escuadrones aéreos en la todopoderosa 'Army' estadounidense.
Fregona y mandil
La austeridad presupuestaria, que ha reducido a la mínima expresión los actos del Día de las Fuerzas Armadas -se celebrará el 2 de junio en Valladolid-, también se deja notar en los cuarteles, a pie de litera. Un marinero de la base naval de Cartagena, que prefiere mantener el anonimato, advierte de que es «común» que los barcos que están en puerto «presten algunas piezas a los que salen de maniobras», como consecuencia de la reducción del 66% en el dinero que hay para repuestos en determinadas unidades. Pero si el saldo disponible para mantenimiento ha caído en barrena, el de combustible tampoco se queda a la zaga. Los tres ejércitos deberán ahorrar un 44% en relación al año pasado. Muchos tanques, barcos y aviones no tendrán ni una gota en el depósito para arrancar los motores. También hay que controlar al máximo el consumo de agua, de luz y hasta de papel higiénico, «que al menos en mi base está empezando a escasear».
El cinturón del uniforme militar español -el llamado ceñidor- seguirá ajustándose en los próximos meses. Uniformes que, en muchos casos, ya se cambian por el mandil de cocinero o la bata de limpieza y la fregona. Lo confirma el presidente de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Jorge Bravo, subteniente del Ejército de Tierra: «Ya se están cancelando contratos de saneamiento y cocina que estaban externalizados y ahora son los soldados los que deben cumplir con ese cometido. Mal vamos si los militares profesionales deben volver a épocas pasadas y limpiar y cocinar en vez de entrenarse para las misiones».
La tijera de Morenés también llegará al bolsillo de la tropa y la marinería. «Además de que se reducirá el número de soldados y marineros en 2.000, pasando de 83.000 a 81.000, sin especificar los criterios, el eslabón más débil -reprocha Bravo- es el que va a tener que soportar más recortes retributivos, de acuerdo al último anuncio del Gobierno central».
El marinero de la base naval de Cartagena habla en presente: «Ya han suspendido algunas maniobras de la OTAN, gracias a las cuales podíamos sumar horas de navegación para ascender en el rango militar y añadir algún complemento más a la nómina, que no llega a los mil euros». Los soldados rasos cobran alrededor de 800. Muchos de ellos también deberán pagarse el rancho con ese sueldo, ya que el Ejército de Tierra ha suprimido la comida subvencionada para el personal de las unidades que no está de guardia. La moral de las tropas, coinciden el marinero y el presidente de AUME, «no está en su mejor momento».
Pero, ¿corre riesgo la seguridad nacional con tanto recorte? El Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Fernando García, lo dejó claro en su última comparecencia: «El mayor riesgo que afronta nuestro país es la crisis, pero si el ajuste presupuestario se agudiza, perderíamos capacidad para cumplir nuestras misiones. En ese caso, nuestra seguridad deberá asumir riesgos que podrían superar los derivados de la crisis económica». Si Gila levantara la cabeza, lo mismo se asustaba.

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