Durante la campaña
electoral de las últimas elecciones generales (20-N) fueron muchos los
políticos, medios afines, articulistas, tertulianos, encuestas, etc., los que
pronosticaron que la victoria de Rajoy por mayoría absoluta,
inspiraría tal confianza, que la economía experimentaría un vuelco total
acompañada de la consiguiente caída de la prima de riesgo y todo ello unido a
una inmediata creación de puestos de trabajo. Lamentablemente, tal escenario se
quedó en pura ficción ya que nada de lo esperado ha ocurrido. Sin duda, la
pérdida del poder por los socialistas era una necesidad, si
bien, conviene recordar que no fue Rajoy quien ganó las elecciones
por propios méritos sino que todo obedeció a la desastrosa gestión
realizada por Zapatero y su sucesor, el desprestigiado Rubalcaba.
Pronto se cumplirá el primer aniversario del Gobierno del Partido Popular y no se
ha cumplido ni una sola de sus promesas. El paro ha continuado creciendo lo
mismo que deuda y déficit. El consumo por los suelos y hemos entrado en
recesión. Nuestras empresas se debilitan por momentos y la supervivencia de los
autónomos es dramática. Por mucho que le disguste al presidente de Telefónica,
Cesar Alierta, el término “rescate”, las circunstancias apuntan que cada vez
está más cercano el retorno a la “Europa de las dos
velocidades”. Fueron muchos los españoles que creyeron que con
el advenimiento de Rajoy, gran parte de nuestros males comenzarían a
solucionarse paulatinamente y está sucediendo todo lo contrario.
El
gran problema, o uno de ellos, es que la sociedad está empeñada en exigirle a
Rajoy unas cualidades de las que carece, en una palabra, se pretende que actúe
como un auténtico líder cuando no tiene madera de tal, entre otras razones
porque esa cualidad no se hereda ni improvisa, ni tampoco se puede estar
mendigando comprensión reiteradamente. No comunica ni ilusiona y todo queda en
fatalismos, resignaciones y lugares comunes. El único cambio de actitud,
quizá auspiciado por su asesor de imagen, es la forma de
acercarse a los atriles con cierta rapidez y agilidad para simular un
presunto dinamismo del que carece, muy al estilo de los políticos americano,
pero que en su caso carece de naturalidad. Su imagen no proporciona proximidad,
confianza ni da la sensación de encontrarse a gusto ante cualquier
auditorio. Su mantra de que “no podemos soportar tanto déficit y
endeudamiento” solo logra amargar todavía más la existencia de los
ciudadanos, cuando en su lugar lo que necesitamos es saber cual va a ser su
proyecto para superar nestra desastrosa situación. Tanto desde la
U.E. como en nuestro país se está demandando una “reforma integral del
modelo de Estado”, y si el realizarla le supone la pérdida del poder, deberá
asumirlo y que el futuro le juzgue. Evitar permanentemente los problemas y
eludir los compromisos como método de supervivencia, solo conduce a la
catástrofe
Los
españoles solo percibe maldades, como la última subida del IVA y
contemplar como crece la miseria e indignación, arrepintiéndose del partido al
que entregó su voto, que no aporta soluciones e incumple
descaradamente lo prometido en su programa. Todos los políticos
del PP, cuando se expresan a través de cualquier medio, se les llena la boca de
hablando de “reformas”, pero ni uno cita un solo beneficio obtenido; siempre se
habla de que llegarán pero nadie sabe cuando…Todo suena a componenda, a
truco, limitándose a repetir el discurso de las buenas intenciones y
propósitos pero de ahí no pasamos. Nadie sabe que va a ocurrir ni que
futuro nos espera. Solo desencanto y carencia total de expectativas.
Rajoy cada vez sintoniza peor con las bases, simpatizantes y votantes,
con el agravante de que en el seno del partido ya comienzan a
surgir discrepancias y enfrentamientos que a traspasan las fronteras de
lo entendido como politicamente normal. La defensa a ultranza realizada por el
presidente de su amigo y ministro de Interior, Fernandez Diaz, sobre la
polémica en torno a la liberación del preso etarra Bolinaga, le
costará al Partido Popular la irremesible pérdida de muchos miles de sus
votantes...¡¡Tiempo al tiempo!!
Atentamente.
José-Tomás Cruz Varela
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