lunes, 8 de abril de 2013

Por acción u omisión; Griñán debe dimitir



Javier Aureliano García, Secretario General del Partido Popular de Almería

Invocar la dignidad o la decencia en determinados casos es un trabajo inútil, pero no por ello debemos renunciar a la obligación ética y política de exigir del todavía presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, un gesto de responsabilidad y coherencia a la altura del desempeño institucional que con tan pésima hoja de servicios sigue ocupando. Por eso desde el Partido Popular insistimos en reclamar del señor Griñán la única salida digna y decente que le queda, la dimisión, después de que el cerco judicial se vaya estrechando directa e implacablemente sobre su gestión y responsabilidad, por acción u omisión, en el monumental escándalo de los ERE falsos. Creo que los andaluces no nos merecemos el penoso espectáculo de ver a la máxima autoridad institucional y política de nuestra Comunidad en un permanente ejercicio de escapismo y falseamiento de la realidad en sede parlamentaria. El presidente del PP de Andalucía, Juan Ignacio Zoido, ha marcado con precisión el perfil de José Antonio Griñán en este asunto maloliente: será la pieza clave del puzzle que la justicia se está encargando de ensamblar y acabará pasando a la Historia como el responsable político del mayor escándalo de corrupción de la Democracia en España y Andalucía. Lo que ya está inscrito en la historia del bochorno y del despropósito es ver a un perro policía rastreando la vivienda de un ex sindicalista de UGT y estrecho colaborador de la Junta de Andalucía durante la época del saqueo, Juan Lanzas, para acabar encontrando ocultos en su interior fajos de billetes de euros destinados a los parados, y que habían sido robados de la caja que manejaba el señor Griñán. Lo que también está ya en la historia de la infamia es el modo en que los socialistas ignoraron los reiterados avisos de los servicios jurídicos de la Junta de Andalucía acerca de lo irregular de sus procedimientos con los ERE. Griñán mintió en sede parlamentaria cuando no reconoció este extremo. A pesar de haber conocido su carácter ilegal, Griñán mantuvo el modelo de falseamiento de los ERE. Primero como consejero de Hacienda y como presidente de la Junta después. Con Griñán, el fondo de reptiles de la corrupción institucional acabó convirtiéndose en el Parque Jurásico de la desvergüenza y el saqueo a todos los andaluces. Y no soy yo el que dice esto: el grupo de Delincuencia Económica de la Guardia Civil que instruyó las diligencias policiales asegura que todo el Consejo de Gobierno de la Junta era consciente de estas prácticas, coincidiendo de este modo con el ex interventor General de la Junta de Andalucía, Manuel Gómez, quien en su carta al Parlamento habló de “una caterva de políticos cobardes y sin honor”. Pues bien, por indignante que parezca, el señor Griñán no se da por aludido en todo este escándalo. El presidente de la Junta de Andalucía que organizaba prejubilaciones falsas, y no encontraba sospechoso que algunos sindicalistas amasaran un enorme patrimonio inmobiliario o que algunos chóferes gastasen grandes cantidades de dinero en juergas y droga, sigue diciendo que la actuación de la Junta de Andalucía en todo este lodazal ha sido irreprochable. ¿Qué más necesita usted para ver lo que millones de andaluces llevamos viendo claramente desde hace meses, señor Griñán? Pero decía antes que invocar la decencia o la dignidad a algunas personas es tiempo perdido. Ahí está, protagonizando el papelón de su vida, el señor Valderas, el socio comunista de gobierno del señor Griñán, tragándose un día tras otro todas las promesas de su coalición Izquierda Unida sobre la lucha contra el fraude. Silenciados con unos sueldos, los responsables de IU abochornan no sólo al conjunto de andaluces con el espectáculo de sus altos cargos robando supermercados o deseando participar en los escraches, sino que indignan especialmente a los votantes de izquierdas, estupefactos ante la gestión de un bipartito que empezó siendo incapaz y ha terminando siendo cómplice.

No hay comentarios: