LAEDICION.NET.-REDACCIÓN.-
Tras más de cuatro décadas de repetidos fracasos, el pleno de la Cámara de Representantes aprobó a última hora del sábado una propuesta de ley sobre la reforma sanitaria con 220 votos a favor, y 215 en contra. En una votación considerada histórica, todos los legisladores republicanos votaron en bloque contra la medida (sólo uno la apoyó), a la que también se opusieron 39 legisladores demócratas de perfil centrista.
La votación se produjo después de más de cinco horas de debate en el hemiciclo, que se puso de manifiesto las profundas divergencias que separan a republicanos y demócratas. Mientras los republicanos criticaron el elevado coste de la reforma -estimado en un 750.000 millones de euros en los próximos diez años-, y aseguraron que acabará provocando una subida del déficit público y los impuestos, los demócratas resaltaron su naturaleza histórica, y el hecho que permitirá que la práctica totalidad de la ciudadanía cuente con un seguro médico.
Barak Obama calificó de "histórica" la aprobación del texto en la Cámara de Representantes, y manifestó su deseo de que el Senado siga el ejemplo.
"Aprobaremos la reforma", había pronosticado con un tono optimista la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, un personaje clave en el proceso de negociación sobre el contenido de la reforma. Pelosi tuvo que emplearse a fondo el sábado por la mañana para resolver la enésima crisis que amenazaba con abortar la reforma.
Se trataba de la exigencia de unos 40 demócratas anti-abortistas de que la propuesta, que consta de unas 2.000 páginas, incluyera una cláusula que garantizara que no se dedicarían fondos públicos para financiar abortos. A última hora, y con el 'suspense' propio de un filme de Alfred Hitchcock, se introdujo una enmienda patrocinada por el legislador Bart Stupak que permitió superar este obstáculo, no sin levantar las iras de los congresistas favorables al aborto.
El texto final impulsado por Pelosi incluye los puntos de mayor consenso entorno a la reforma, como la prohibición a las compañías privadas de rechazar a clientes ya enfermos, y un mandato obligatorio a todos los individuos para que contraten una póliza de salud, de forma que no exista ningún ciudadano sin cobertura. Para aquellas personas de renta baja que ahora no pueden sufragar el coste de una póliza privada, habrá subsidios públicos.
Asimismo, también recoge la medida que más controversia ha generado en el debate sanitario, la llamada 'opición pública', es decir, una expansión de la sanidad pública que permitirá a quienes no estén cubiertos si prefieren contratar un plan público o privado.
El fragor de la batalla sanitaria se trasladará ahora al Senado, que además de republicanos y demócratas cuenta como protagonista al poderoso 'lobby' de la industria sanitaria, que se está gastando una media de un millón de dólares al día para influir en los votos de los congresistas
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