LAEDICION.NET.-Pesos pesados de antaño, como Chacón o De la Vega, se están quedando completamente devaluados mientras ganan enteros en la estima de Zapatero otros ministros como Blanco, Jiménez o Sebastián
YA no pueden negar la evidencia. Incluso los ministros que aceptan hablar del asunto y tratan de explicar la ausencia de Fernández de La Vega y Corbacho de la troika reconocen que la vicepresidenta política y el ministro de Trabajo han recibido un varapalo al no estar ahí, y admiten que a Zapatero no le ha importado trasladar a la opinión pública la idea de que ninguno de los dos cuenta con excesivo poder en el Gobierno en este momento. Ya no pueden negar la evidencia: el Gobierno está en crisis.
Eso no significa que Zapatero vaya a hacer una crisis de Gobierno cuando finalice la presidencia de turno europea, como le pedía José María Barreda; pero ahora mismo, pesos pesados de antaño han quedado devaluados y suben en la estimación del presidente otros miembros de su Gabinete. Y se deja muy claro para quien lo quiera oír que la persona de máxima confianza del presidente es el ministro de Fomento. No porque sea el número dos del partido, sino porque es un valor en sí mismo.
Zapatero ya tenía la máxima consideración hacia Blanco, responsable directo de las campañas electorales del triunfo y que ha conseguido conformar un partido a mayor gloria de Zapatero, un partido de incondicionales del que han desaparecido las voces críticas y los restos del pasado. Pero a esa consideración se ha añadido la admiración de Zapatero a su gestión como ministro de Fomento, donde ha demostrado su capacidad de diálogo con la oposición, ha puesto en marcha proyectos que Magdalena Álvarez tenía en la nevera y ha actuado con determinación y mano dura ante los colectivos que tradicionalmente han lanzado órdagos al Gobierno. El último, el de los controladores aéreos.
En este momento, distintas fuentes socialistas coinciden en el mismo diagnóstico: Elena Salgado cuenta con el respeto del presidente, pero no debe sentirse excesivamente confiada, hasta ahora no ha tomado ninguna iniciativa que provoque la admiración de Zapatero, y no es lo mismo respeto que admiración. Tendrá que hacerse perdonar el fiasco de haber enviado a la Unión Europea un proyecto que se vio obligada a retirar tres horas más tarde. Si las cosas le salen bien a la troika en sus negociaciones con la oposición quizá consiga asentarse como miembro del núcleo más cercano a Zapatero, pero todavía no lo ha conseguido, aunque tiene un gran protagonismo por el cargo que ocupa. Una vicepresidencia económica a la que llegó gracias a los buenos oficios de Rubalcaba -se mantiene y se mantendrá como persona de la absoluta confianza de Zapatero- , que apuntó su nombre cuando el presidente compartió confidencias con el ministro del Interior sobre la remodelación del pasado mes de abril.
Quien sí cuenta con el respeto y la admiración del presidente es el tercer miembro de la troika, Miguel Sebastián, que ha ido ganando peso gradualmente desde que fue a trabajar a La Moncloa como director del equipo económico de la Presidencia en la primera legislatura, tras rechazar un ministerio. Ganó todas las batallas que mantuvo con Solbes y Zapatero se siente tan seguro con él y de él que incluso admite que en declaraciones públicas exprese su disconformidad con algunas medidas o proyectos del Gobierno, como por ejemplo el incremento del IVA o las reticencias de Zapatero a la energía nuclear.
¿Qué ha ocurrido con María Teresa Fernández de la Vega, durante mucho tiempo mano derecha de Zapatero y brazo ejecutor de sus principales iniciativas? Ya en la anterior legislatura hubo altibajos en las relaciones con el presidente, aunque al final Zapatero siempre le brindaba apoyo tanto en público como en privado. La prueba es que la colocó al frente de todas las comisiones que puso en marcha el Gobierno, muestra de la confianza que tenía Zapatero en su capacidad de gestión y de coordinación. Por eso nadie ha dado por válida la explicación de que no forma parte de la comisión negociadora que se acaba de crear porque está circunscrita al área económica. De la Vega ha presidido comisiones que nada tenían que ver con su negociado ni con su formación. Simplemente, ha perdido peso en el Gobierno, y personas con despacho en La Moncloa afirman que una de las razones de su alejamiento actual de Zapatero hay que buscarlo en las tensas relaciones que mantiene con las dos personas más próximas al presidente y en las que se apoya Zapatero: el Jefe de Gabinete de la Presidencia, José Enrique Serrano, con quien De la Vega se llevaba muy bien en la primera legislatura, y el diplomático Bernardino León, al que Zapatero se llevó a La Moncloa al0 ganar las elecciones de 2008 como secretario general de la Presidencia del Gobierno.
Hay un tercer vicepresidente que también podría haber formado parte de una comisión negociadora de relieve: Manuel Chaves. Pero está perfectamente aceptado en el PSOE y fuera del PSOE, en el Gobierno y fuera del Gobierno, que su papel es absolutamente irrelevante a pesar de que ser el responsable de la Administración Pública y Política Autonómica. Pero su Vicepresidencia quedó tan adelgazada, tan devaluada, que las competencias equivalen a las de un secretario de Estado de gobiernos anteriores.
Celestino Corbacho también ha perdido en esta batalla por consolidarse en el Gobierno. Zapatero, que tiende a buscar culpables a su alrededor cuando le vienen mal dadas, mira hacia el ministro de Trabajo cuando le llegan las cifras de empleo y de paro, aunque a nadie se le escapa que algunas propuestas del presidente no solo no las conoce su ministro de Trabajo sino que incluso no las comparte, como ha ocurrido hace dos semanas cuando se anunció la ampliación de la edad de jubilación a los 67 años, una medida sobre la que Corbacho siempre se había manifestado en contra. Luego se matizaron las cosas, se dijo que la propuesta debía llevarse al Pacto de Toledo y que no era una propuesta firme, pero se marcaron distancias entre el presidente y su ministro.
Corbacho, cuando se le ha preguntado por su ausencia de la comisión negociadora, se ha referido a su trayectoria en el PSC. Curioso. A nadie se le escapa que Zapatero está muy distanciado del PSC actual, el de Montilla, con quien hace tiempo que no cruza palabra.
Y también es persona importante en el PSC, o lo era, Carme Chacón, que hasta hace apenas un año era considerada la política con más posibilidades de suceder a Zapatero al frente del partido, aunque ahora se menciona más el nombre de Blanco. Él niega esa posibilidad, liga su vida política a la de Zapatero. La excusa de que Carme Chacón no puede formar parte del núcleo duro del Gobierno porque la cartera de Defensa obliga a apartarse de la primera línea política no se tiene en pie. Es evidente que ha perdido el protagonismo de antaño, pero cuidado con descartarla de la sucesión: su marido, Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación y que mantiene una estrechísima relación con Zapatero, a quien continúa asesorando en cuestiones relacionadas con estrategias de comunicación, trabaja por el futuro de su mujer y sabe cómo mover determinados hilos.
También tiene predicamento en el Gobierno Trinidad Jiménez, que además logra un aprobado alto en su gestión como ministra de Sanidad y aparece en todas las quinielas que se manejan sobre posibles candidatos para el Ayuntamiento madrileño o la Presidencia del Gobierno regional. Pero ahí se acaba la historia. El ministro Caamaño no acaba de coger protagonismo en Justicia, la ministra Corredor apenas existe, de Garmendia se cuenta que Zapatero apenas le dirige la palabra, y Aído es la niña bonita de Zapatero a la que utiliza para que se ocupe de asuntos polémicos de calado social que son excusa para presumir de Gobierno progresista. Pero eso no significa que Zapatero cuente con ella para más altos designios. Moratinos se circunscribe a las labores propias de su departamento y también anda por libre Ángel Gabilondo, a quien Zapatero respeta por su trayectoria docente y por la forma en que está negociando con De Cospedal un gran pacto sobre Educación.
Qué ocurrirá con ese equipo es una incógnita cuya respuesta sólo conoce Zapatero. Pero lo que ya sabe todo el mundo es que en su Gabinete hay personas que están abrasadas y estrellas emergentes.
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