lunes, 21 de junio de 2010

Risas y lágrimas en la boda de la futura Reina de Suecia


Victoria lució un vestido blanco perla de terciopelo de manga corta
Todas las monarquías han estado representadas incluso las de los más lejanos lugares del Planeta como Tailandia o Japón

LAEDICION.NET.- D.M.-Esta es la crónica de un enlace histórico. De un matrimonio de Estado y de la culminación de una historia de amor entre una futura reina y un plebeyo.
Pero es también el principio de una nueva era en la milenaria Monarquía sueca y la única vez en la que un heredero al Trono sueco esposa a una persona que no pertenece a la realeza europea.
Cuando a las 16:20 de la tarde sonaron las centenarias campanas de la torre color melocotón de la Catedral de Estocolmo y sus alegres sones se perdieron en el aire nórdico con el «sí quiero» de una princesa enamorada, Suecia entera vibró de emoción y orgullo patrio.
Este sábado todos los caminos conducían a Estocolmo. La capital sueca, bañada de luz, celebró en un ambiente de júbilo nacional entre lirios y rosas blancas, la boda de su heredera al Trono.
Los ciudadanos se lanzaron a la calle congregándose en las aceras para esperar el paso de los novios a los largo de los 6,8 kilómetros de recorrido de la real comitiva.
A mediodía los cañones de las reales fortalezas alrededor de Suecia marcaron con 21 cañonazos la importancia de este día y horas más tarde los de la Real Fortaleza dispararon la misma salva en honor de los esposados.
A las 14 horas fueron llegando los 1.200 invitados a la Storkyrka. En esa iglesia se han celebrado coronaciones, entierros y bodas reales.
Aquí se casó Gustavo I en 1531 y se coronó en 1336 a Magnus Ericsson y a trece reyes detrás de él.
Reyes y reinas de dieciocho casas reales y dos presidentes, amén de una larga lista de príncipes, princesas, grandes duques y duquesas, con otros aristócratas, embajadores y artistas del espectáculo aportaron dignidad a la ceremonia, un final feliz a una historia de amor que parecía imposible.
La multitud siguió la ceremonia desde inmensas pantallas de televisión colocadas en diferentes puntos de la ciudad.
Aunque la organización de la boda fue impecable, algún detalle levantó malestar en los círculos políticos como la invitación a la boda al representante de Eritrea.
Valga recalcar que Mona Sahlin, jefe de la oposición y líder del partido socialdemócrata, que tiene en su programa la erradicación de la Monarquía, asistió embelesada al enlace e incluso derramó alguna lágrima.
Diadema de Josefina
Victoria entró al templo del brazo de su padre el Rey, precedida por sus damitas y pajes, con un vestido blanco de seda brillante de corte clásico, escote de barco y larga cola, casi idéntico al que hace 32 años lució su madre la Reina Silvia.
Coronaba su cabeza la diadema que Napoleón regaló a Josefina. A medio camino del coro esperaban Daniel y el Príncipe Carlos Felipe y fue Daniel quien condujo Victoria al altar.
Así resolvió el Rey la polémica sobre quién entregaba a quién la mano de la novia. Durante la ceremonia en la Catedral, decorada con flores rosa y malva, hubo música clásica y de «Abba» compuesta para la ocasión por Benny Andersson.
Tras la ceremonia, que duró 50 minutos, la pareja recorrió en carroza las calles de la ciudad.
Mientras los caballeros vestían el tradicional frac, las damas ofrecieron un bello espectáculo demostrando ser maestras en el arte de conjugar colores y formas.
Muy elegante como siempre nuestra Reina Sofía con un vestido rosa pálido drapeado. La Reina hizo buen uso de un pequeño abanico también rosa.
Impactantes, de rosa y verde las Infantas: Elena con una chaquetilla torera y Cristina de verde pálido. Un guapísimo príncipe de Asturias con uniforme de almirante acompañaba a su esposa Letizia con el pelo recogido, diadema y un vestido de discreto color champán de Felipe Varela.

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