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El premio gordo se lo llevaba ayer el que lograra juntar en una iglesia a la Duquesa de Alba y su novio, Alfonso Díez, con alguno de los hijos de la primera
LAEDICION.NET.-DANIELLA MONTENEGRO El premio gordo se lo llevaba ayer el que lograra juntar en una iglesia a la Duquesa de Alba y su novio, Alfonso Díez, con alguno de los hijos de la primera. Esa foto se cotiza bien cara, y todo el cotilleo sabía que en la ruta templaria que hace la duquesa durante la mañana del Jueves Santo suele producirse algún encuentro con su hijo Cayetano. El punto clave parecía que iba a ser el santuario de Los Gitanos. Pero cuando la duquesa de Alba apareció por allí para disfrutar de su cofradía, su hijo ya llevaba un rato perdido. Y eso que Cayetano permaneció durante bastante tiempo en el templo. Charló con el Defensor del Pueblo, José Chamizo, con el arzobispo de Sevilla y hasta con el cantante Enrique Casellas, miembro conocido de esta hermandad. Entretanto, la duquesa y Alfonso estaban en La Macarena. Y de allí fueron al Gran Poder. El caso es que cuando llegó a Los Gitanos, ya rozando el mediodía, el único encuentro que se produjo fue el que menos esperaban los fotógrafos. Los flashes parecían indicar que algo gordo estaba pasando. Falsa alarma. La duquesa se cruzó con Rosamar Prieto y Juan Espadas, a quienes saludó amablemente, y continuó enseñando su cofradía a Alfonso Díez, que fue el único estreno que desgraciadamente pudo lucir ayer la Semana Santa de Sevilla.
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