jueves, 29 de diciembre de 2011
El Gobierno estudia un 'medicamentazo' y una cartera sanitaria más reducida
DANIELLA MONTENEGRO.- La nueva ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, tendrá que reflotar la sanidad española y hacerlo rápido, para evitar que la deuda autonómica colapse el sistema y hunda a los proveedores.
Un Sistema Nacional de Salud "demasiado generoso", a juicio de los expertos consultados, y que hace agua desde su inicio por un déficit crónico de financiación y una falta total de control en los gastos asumidos por las regiones.
Si hace un año, el Partido Popular cuantificó la deuda sanitaria en 15.000 millones de euros, ahora podría rondar los 18.000 millones de euros, según el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, más del 25 por ciento del gasto autonómico presupuestado en salud (equivalente a 60.000 millones de euros).
Por ahora, el nuevo Gobierno no ha anunciado ningún plan de choque para frenar la escalada del gasto sanitario, que desde el año 2000 se ha incrementado a ritmo de un 8 por ciento anual, pero sí su afán reformista. El presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, adelantó durante su discurso de investidura el pasado lunes que aprobará "una cartera de servicios para todos los ciudadanos a través de una Ley de Servicios Básicos".
Primera medida
Se trata de la primera medida que deberá pilotar ahora el equipo de la nueva ministra, Ana Mato, para garantizar la cohesión del sistema y su viabilidad financiera. Fuentes sanitarias del PP reconocieron a este diario que "habrá que recortar la cartera de servicios porque no hay otra alternativa, no se puede financiar todo". Y Rajoy advirtió que, con la excepción de las pensiones, el resto de las partidas "pueden ser revisadas".
Pero, ¿por dónde empezar? El Gobierno no ofrece pistas, pero el presidente de Cofares, Carlos González Bosch, lo tiene claro. "Sólo con desfinanciar aquellos medicamentos para tratar síntomas menores que son publicitarios pero que están financiados por el sistema público, el sistema se podría ahorrar 2.500 millones", asegura.
Lágrimas artificiales
Y es que la sanidad española cubre desde lágrimas artificiales para tratar ojos secos o irritados por valor de 75 millones de euros al año, hasta resfriados, dolores de cabeza, toses y todo tipo de píldoras anticonceptivas o prestaciones en reproducción asistida o simplemente estéticas, como la operación de varices.
La consultora Antares presentará a finales de enero un estudio con el potencial de ahorro de la desfinanciación pública de fármacos o medicamentazo que gobiernos de distinto signo político aprobaron en 1993 y 1998. En opinión de Ignacio Para, presidente de la Fundación Bamberg, "hay que priorizar los recursos para atender las patologías graves y corresponsabilizar a los ciudadanos en el cuidado de su salud".
Copago tabú
El copago sigue siendo un tabú para el Gobierno. A la espera de hacer público el informe sobre el gasto sanitario que Mariano Rajoy pidió a Faes, la posición oficial de Génova es de rechazo total a cobrar ninguna tasa o a revisar el copago en la sanidad, como reclama la presidenta de la Comunidad de Madrid o el presidente de Extremadura.
El portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Alfonso Alonso, ya ha levantado un muro frente a esta medida al afirmar que el cobro de un euro en las recetas expedidas en Cataluña "rompe la igualdad de la atención sanitaria entre todos los españoles".
El Gobierno recaudaría 973 millones de euros si aplicase la tasa de un euro por receta como pretende Cataluña, a lo que habría que añadir su efecto disuasorio para frenar el consumo farmacéutico en España. Con 20,6 recetas por persona y año, los españoles son los europeos más adictos a la farmacopea de Europa, sólo por detrás de los franceses.
Se acaba el tiempo
Pero las regiones no tienen tiempo para florituras. Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana ya han tenido que afrontar el cierre de farmacias en protesta por los impagos y ante la imposibilidad de seguir financiando los medicamentos.
Y otras, como Cataluña, han optado por una línea dura de bajadas de sueldo a los profesionales, recortes asistenciales y, finalmente, por imponer una tasa de un euro por receta. Y es que el tiempo corre y el marcador de la deuda también.
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