LAEDICION.NET.-:/ Redacción.-Manuel Lao tiene como socio principal a Cristóbal López, un hijo de almerienses • La empresa tiene dos casinos en dos barcos de la capital y en el hipódromo Si alguien pensaba que el furor nacionalizador de la presidenta argentina Cristina Fernández se iba a terminar con la expropiación a la que sometió a la pretrolera Repsol YPF, se equivocaba. Las medidas para quedarse con empresas extranjeras se han topado ahora con el sector del juego, cuyo liderazgo en el país latinoamericano lo ostenta la empresa del almeriense, nacido en la localidad de Doña María, Manuel Lao.
Así al menos lo reconoció el diario argentino Clarín, abiertamente contrario a la actual mandataria del país, quien aseguró que la presidenta peronista Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner, analiza volver a la propiedad estatal de los casinos y bingos, que fueron privatizados por el entonces mandatario, Carlos Menem, también peronista.
El rotativo bonaerense aseguraba que "el juego es la próxima frontera", en palabras de un empresario de fluido diálogo con el Gobierno que se refería a un supuesto proyecto oficial para nacionalizar el juego.
Según el mismo diario, "la versión está y es insistente", aseguran en uno de los grupos más grandes dedicados al negocio del juego. Atribuye la iniciativa a La Cámpora, sector al que suele asignársele cualquier proyecto en danza, por cierto. En lo concreto, sería la estatización y nacionalización de dos grandes concesiones de juego: las máquinas tragaperras del Hipódromo de Buenos Aires, concesionadas a Cristóbal López; y el Casino del puerto de Buenos Aires , del mismo López, asociado con la española Cirsa presidida por el almeriense Manuel Lao.
La jugada, de confirmarse, tendría un efecto secundario deseado, quitar recursos a la ciudad de Buenos Aires, donde Cirsa tiene su principal centro en el Casino del puerto. Según el Presupuesto porteño, el juego representará en 2012 ingresos por $ 308 millones , de los cuales $ 3,5 millones son por las apuestas en carreras de caballos, 30 millones por los bingos y 275 millones por las tragaperras de Palermo y el casino flotante propiedad del de Doña María.
Otros actores del negocio del juego porteño plantean un dato adicional: "El juego está cayendo, hay una retracción del 30% o 40% por ciento en los ingresos de Palermo". Según esas fuentes, los concesionarios podrían no ver con malos ojos la expropiación de su negocio, aunque eso suene contradictorio, siempre según Clarín.
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