jueves, 28 de marzo de 2013

Calar Alto-perfil bajo


Antonio Felipe Rubio, periodista

Cuando escuché a un destacado dirigente provincial anunciando “en Almería se investiga, se desarrolla y se innova” imaginé un revolucionario descubrimiento tal que el Bosón de Higgs o la energía oscura que predomina en el Universo; pero no, se trataba de ¡un bote de tomate rallado! Semejante escenario vaticinaba los límites de la frontera innovadora que deparaba a la investigación y la ciencia auspiciadas por políticos de tan bajo perfil.

Si un tarro de tomate rallado es susceptible de una brillante loa licopénica, es de esperar épicos destellos al mirar al cielo por un canuto de papel higiénico. Y es que, para algunos, hasta ahí llegan sus experiencias e inquietudes para el fomento de la investigación y el desarrollo de lo que verdaderamente les interesa: mantener el poder desde la medra personal en un entorno de indigencia intelectual.

Las inquietantes noticias sobre el posible cierre del Centro Astrofísico de Calar Alto han desatado una polémica que provee idénticas soluciones que estudiar una galaxia cavando un balate con un legón.

El presidente de Diputación pide ayuda y colaboración a la Junta; y la junta responde que ayude él, que para eso tiene superávit. El diputado Hernando dice que la culpa es de Alemania que ya pidió un ajuste en los gastos y el director del observatorio no cedió, y por eso fue cesado. Pues bien, si fue cesado, habrán puesto a otro que se acoplase a los ajustes recomendados. Entonces, a qué viene mencionar la historia del director díscolo si es un episodio superado. En fin, estas son las estratosféricas actuaciones políticas que se han excretado en los albores del problema. Pero esto no acaba aquí; ahora viene lo peor.

Las autoridades pretenden realizar un estudio de todos los observatorios astronómicos de la comunidad autónoma: presupuestos, organización, subvenciones, proyectos… o sea, no contentos con llevar a la ruina a uno de los centros de investigación más importantes de Europa, ahora se aprestan a meter las narices en el resto. Es lo que se llama una auténtica actuación “universal”.

Es urgente que tomen cartas en el asunto los gobiernos titulares de los convenios bilaterales y aparten de este enredo a segundas filas que se rigen por estímulos sectarios de confrontación. Calar Alto no puede quedar al albur de la inestabilidad y el oportunismo. En Calar Alto no es ya la importante inversión económica que se dedica a ambiciosos programas de investigación, es la calidad de los técnicos y científicos que allí se concentran y que aportan un incalculable valor intelectual inherente al nombre de la provincia de Almería.

Entre las minucias argumentales esgrimidas, se dice que Calar Alto aporta beneficios al entorno: centros de interpretación, vituallas y algunos gastos en comercios locales. Pero esto no deja de ser un paupérrimo argumento, carente de la necesaria proyección internacional que podríamos obtener con un mínimo esfuerzo.

Hace unos años, con motivo de los Juegos Mediterráneos, propuse la idea de reservar un recinto “Resort de la Ciencia” en las instalaciones de El Toyo. Esta iniciativa se lleva a cabo en lugares con implantación de instalaciones tecnológicas y nutrida concurrencia de científicos que sólo conocían el aeropuerto de la ciudad y quedaban recluidos en las instalaciones de destino. El objetivo de esta acción es patrocinar la estancia de unas jornadas en el Resort de la Ciencia, bien sea por instituciones o entidades y fundaciones privadas, y la contrapartida sería el compromiso de celebrar una conferencia, lección magistral, sesión divulgativa… en definitiva, una intervención de prestigiosos científicos que, a buen seguro, encontraría eco y difusión en publicaciones internacionales, al tiempo que buena publicidad para el organismo patrocinador.

En Almería no sólo es noticia la visita de una princesa sueca. Son innumerables los científicos que nos visitan (astronomía, energía solar, biomedicina, agrotecnología…) y que, con sumo gusto y grata estancia, proporcionarían un valor añadido de prestigio a una provincia que sabría valorar a la gente de gran valor.


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