miércoles, 6 de marzo de 2013

La defensa de Iñaki Urdangarín contrató a un «hacker» que hace trabajos para el CNI



LAEDICION.NET.- El caso Urdangarín dio hace algunos meses un giro inesperado, cuando los agentes que investigaban la operación Pitiusa encontraron, en un «pendrive» intervenido en mayo pasado en el despacho profesional de un ingeniero electrónico que hace trabajos para el CNI, información del caso Nóos. Según declaró el implicado, cuya identidad corresponde a las iniciales M. B., ese dispositivo electrónico se lo había proporcionado el abogado de Iñaki Urdangarín, Mario Pascual Vives, quien le habría contratado para abrir los correos electrónicos que contenía y elaborar luego con ellos «un mapa» que le sirviera en su estrategia de defensa. Según las fuentes consultadas, al parecer el hacker pudo aplicar programas de recuperación de correos electrónicos, de modo que obtuvo 30.000, diez mil más de los que constan en la causa.
La rocambolesca historia, que a día de hoy sigue siendo investigada por el juez José Castro y el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach, forma parte de una pieza secreta que se abrió después de que el magistrado que instruye la operación Pitiusa se inhibiese en favor de su compañero de Palma tras el hallazgo de la información del caso Nóos. Como es lógico, saltaron todas las alarmas ante la sospecha de que los ordenadores de los investigadores pudieran haber sido hackeados.
El ingeniero informático explicó que desde hacía años hacía algunos trabajos para el CNI, en especial de asuntos relacionados con las comunicaciones en la red. Dio los teléfonos de sus contactos, que fueron comprobados, y además se pudo ver que en los extractos bancarios de años anteriores había ingresos realizados por el servicio de inteligencia español. Además, tuvo que responder a la razón por la cual se le intervinieron 140.000 euros en efectivo durante la operación Pitiusa, que justificó diciendo que era de pagos que había recibido del CNI. Añadió que en esta ocasión se le habían abonado así sus servicios porque, según le dijeron sus contactos, la crisis económica obligaba a reducir costes.

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