miércoles, 6 de marzo de 2013

La hija de Raphael , trabaja para la baronesa Thyssen


su marido, Pablo Gómez.
LAEDICION.NET.- Desde hace nueve años, Alejandra Martos, la discreta hija del cantante Raphael y Natalia Figueroa, forma parte del departamento de Restauración del Museo Thyssen-Bornemisza. De vez en cuando aparece en algún photocall junto a su conocidísima madre o con su cuñada Amelia Bono, también popular. Y muchos piensan que vive de eso: de la fama, de ser ‘hija de’, del postureo. Pero no. Esta joven, casada con Álvaro Arenzana, hijo de los condes de Fuente Nueva, tiene una vida normal. Su pelea es la de todas las madres: conciliar. A pesar de que sus hermanos, Jacobo y Manuel, se han decantado por una vida, en mayor o menor grado, vinculada al universo musical que todos los Martos-Figueroa han mamado desde pequeños, Alejandra, que algún día soñó en convertirse en una gran bailarina a lo Isadora Duncan, siempre tuvo claro que también se dedicaría al arte. Su labor es callada. Y quiere que siga siendo así. Desde julio, junto a su compañera, ha trabajado en la mejora de esta valiosa obra de Tintoretto, con la intención de devolverle el esplendor de épocas pasadas. Lo ha hecho, de forma anónima aunque de cara al público, en una vitrina, que Guillermo Solana, director artístico del Museo, ha comparado a la de un ‘reality artístico’. El currículum de Alejandra Martos, Diplomada en Restauración de Pintura en el Centro de Estudios para la Restauración de Obras de Arte, es muy extenso: ha rehabilitado La Virgen de la Aldea y La casa gris, de Marc Chagall; ha participado en la organización en la reciente exposición de joyas de Cartier; trabaja a diario con obras de Fernand Léger, Ernst Ludwig Kirchner… y muchos más. Preparada y discreta, así es Alejandra, la hija de Raphael, que trabaja para la baronesa Thyssen.

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