El estudio permite pronosticar cuál
sería el panorama pesquero futuro si las aguas mediterráneas se tornaran más
salinas o cálidas.
LAEDICION.NET.- Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) ha comprobado que la corriente de agua atlántica que irrumpe en el
Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar, comúnmente conocida entre los
investigadores de la zona como “El Chorro Atlántico”, es la responsable de que
el Mar de Alborán, ubicado en el extremo más occidental de la cuenca
mediterránea, haya presentado tasas muy diferentes de captura de anchoas en
distintos años. Durante el otoño e invierno de 2001, por ejemplo, se capturaron
más de tres mil toneladas de anchoas, mientras que en el 2010 la cantidad no rebasó
las doscientas toneladas. La investigación ha aparecido en el último número de
PLoSe ONE.
El Mar Mediterráneo presenta una alta
tasa de evaporación que no es compensada con las precipitaciones. Además,
cuenta con una suerte de desagüe: una corriente de aguas profundas
mediterráneas pasan constantemente al Atlántico a través de los fondos del
Estrecho de Gibraltar. El Mediterráneo suple este déficit de agua gracias a las
fuertes corrientes que le inyectan agua desde el Atlántico. El estudio fue
llevado a cabo por científicos del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía,
centro del CSIC en Cádiz, y del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados,
centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares en Mallorca.
En el Estrecho de Gibraltar, como punto
donde el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo se unen, ocurre un particular
intercambio: las aguas profundas mediterráneas pasan al Atlántico y las aguas
superficiales atlánticas entran en el Mediterráneo. Este intercambio es una de
las razones de la rica biodiversidad que caracteriza a la región y de su
elevada producción primaria. El “chorro atlántico” irrumpe con gran intensidad
en el Mediterráneo como si fuera una autopista de alta velocidad en las aguas
del Mar de Alborán. El equipo de investigación ha comprobado que cuando esas
aguas superficiales entran, se produce en la cuenca de Alborán una fuerte
dispersión que desplaza los ejemplares de anchoa en estado larvario; lo que
posteriormente repercute en bajas tasas de captura. En opinión de Javier Ruiz,
investigador principal, el estudio permite pronosticar cuál sería el panorama
pesquero futuro si las aguas mediterráneas se tornaran más salinas o cálidas.
Agrega Ruiz que si, por ejemplo, como
consecuencia del cambio climático, se diera un escenario de escasez de lluvias,
las aguas mediterráneas se harían más salinas y por lo tanto más densas y
pesadas. Cuanto más pesadas, mayor sería la corriente de salida de aguas
profundas desde el Mediterráneo, y como consecuencia el “chorro atlántico”
irrumpiría en la superficie de Alborán con más potencia, causando así una mayor
dispersión de larvas y menos capturas. Por el contrario, si se diera un
escenario de aguas más cálidas, las aguas mediterráneas perderían densidad y el
“chorro” atlántico sería menos intenso, causando menor dispersión y
desplazamiento de larvas, y por lo tanto abundantes pescas futuras. Enfatiza
Ruiz que el Mediterráneo parece enfrentar esas dos tendencias contrapuestas,
aguas más salinas y cálidas, sin que resulte aún evidente a la comunidad
científica si en el futuro el “chorro atlántico” será de mayor o menor
intensidad.
Los investigadores combinaron la
revisión de los registros históricos de Captura y de Captura por Unidad de
Esfuerzo (CPUE), junto al estudio de otras variables como las corrientes
superficiales, la energía cinética y la concentración de clorofila. Cuando el
chorro atlántico entra con una poderosa energía cinética, aumenta la actividad
en los primeros escalones de la cadena alimentaria, es decir, en la producción
primaria; lo que quiere decir que habrá un mayor crecimiento de algas, plantas
y microorganismos que son beneficiosos para la supervivencia de las anchoas
jóvenes. Sin embargo, esa misma potencia mueve a las larvas de anchoa de sus
lugares de cría habituales. Durante el año 2001 el motor atlántico fue
particularmente débil, por lo que el Mar de Alborán permaneció excepcionalmente
tranquilo. Durante este período, se capturaron enormes cantidades de anchoas en
comparación con otros años. Explica Ruiz, que si bien esta investigación se
llevó a cabo tomando en cuenta los registros de captura de anchoa, sus
resultados también se podrían extrapolar a otras especies.
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