Se sospecha que la jugadora de voleibol y su novio hayan sido víctimas de un crimen por encargo debido a una deuda
LAEDICION.NET.-Los cadáveres de la exjugadora
holandesa de voleibol Ingrid Visser y su pareja sentimental, Lodewijk
Severein, fueron hallados el domingo por la noche en un limonar de
Alquerías (Murcia), enterrados en una tumba profunda y con diversos miembros seccionados,
según confirmaron a ABC fuentes de la investigación. Lo primero que encontraron
fue un tronco humano. La Policía buscaba a la pareja, llegada al aeropuerto de
El Altet el 13 de mayo, desde el día 17, cuando se interpuso la denuncia por su
desaparición. Unas horas antes del macabro hallazgo, los agentes habían detenido
a un español de 36 años en Valencia, dueño de la finca y a quien se
considera directamente relacionado con la desaparición, que fue además quien
condujo a los agentes hasta la fosa. Ayer, fueron arrestados también en
Valencia, con unas horas de diferencia, los dos presuntos autores materiales de
los asesinatos: dos rumanos de 47 y 60 años. Las víctimas fueron torturadas
(Severein había perdido los dientes) quizá durante dos días, o ese es al
menos el tiempo que pasaron con sus captores, que cortaron sus cuerpos, al
parecer, con una sierra radial. Las cabezas estaban separadas. Esta
violencia extrema, las molestias que se tomaron para ocultar los cadáveres (el
acceso a la finca es muy complicado) y las circunstancias que rodean a la
desaparición hacen creer a los investigadores que el móvil pueda ser una
importante deuda contraída por Visser, por su pareja o por ambos. Asimismo,
se considera que los rumanos sean sicarios contratados para cometer el crimen.
«Desavenencias»
Oficialmente, el delegado del Gobierno en Murcia, Joaquín
Bascuñana, y el jefe superior de Policía, Cirilo Durán, explicaron ayer en
rueda de prensa que el móvil fue «desavenencias en negocios», sin querer ir más
allá. Todo apunta a que esas desavenencias las tenían con el español
detenido, con quien podrían compartir algún negocio aún no aclarado, aunque
no consta que estuvieran relacionados con el tráfico de drogas, según apuntaron
Bascuñana y Durán. Un abogado de Murcia recibió un correo de Ingrid Visser
días antes de su llegada a la ciudad para pedirle una cita. Ese correo, que
puede encerrar parte de la clave, está en poder de los investigadores.
Se cree que el español arrestado, y que incurrió en
numerosas contradicciones durante su declaración, trasladó los cuerpos desde
una casa de Molina de Segura hasta la finca de Alquerías, seguramente con ayuda
de los rumanos, dado que fue necesaria la participación de varias personas para
cavar una tumba como la encontrada, según informa «La Voz de Murcia».
La pareja llegó el día 13 y se alojó en el hotel Churra
de Murcia, donde fue vista por última vez esa misma tarde, después de alquilar
un Fiat Panda. En teoría volaron hasta la ciudad para someterse a un tratamiento
de inseminación artificial en una clínica donde ya los conocían y tenían
previsto permanecer en la región dos días. Según la Policía, fue la directora
de esta clínica la que presentó la denuncia tras ponerse en contacto con los
familiares de la pareja. El coche alquilado apareció el día 22 estacionado en
una calle céntrica de la ciudad, pero sin rastro de los holandeses.
Limpiaron la casa a fondo
El pasado viernes la Policía, tras numerosas gestiones,
dio con una casa rural aislada que había sido alquilada en la pedanía El
Fenazar de Molina de Segura. Pese a la aparente limpieza de la vivienda, los
agentes hallaron restos biológicos y signos de que se había producido una
muerte violenta. Los dos rumanos y el español habían estado en ella. A
partir de ahí se produjo la detención de este último, y, tras la aparición de
los cadáveres, las otras dos. Se sospecha que la casa fue alquilada solo
para cometer los asesinatos.
La Jefatura de Policía de Murcia, que ha contado con la
colaboración de la Sección de Homicidios de la Comisaría General de Policía
Judicial, da por cerradas las detenciones en cuanto a la autoría material del
doble asesinato, si bien quedan numerosos puntos por aclarar y no se descarta
que haya más implicados.
Durante las pesquisas, ha salido a relucir una mujer, que
era la encargada de gestionar los alojamientos a las jugadoras de voleibol en
Murcia cuando Ingrid jugó en ese club. Un club que fue creado por el empresario
Evedasto Lifante quien, con presupuestos de hasta tres millones anuales, trajo al
equipo a jugadoras internacionales como Visser.
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