sábado, 25 de mayo de 2013

MANOS LIMPIAS PARA LOS DE GUANTE BLANCO




Mucho han cambiado las cosas, sin duda. Como solía oír a los mayores en mis tiempos de niña, los tiempos ya no son los que eran. Y no quiero imaginarme qué dirían aquellos mayores ahora ante el panorama de tanto circunloquio,  cuentachiles, a los que no se han mirado con cuentahílos, como debió ser, como se le hace a cualquier currante con salario mínimo interprofesional, afortunado al fin, y, faltando a su diligencia debida en el desempeño de sus funciones las cuales tienen como objeto principal respetar el bien ajeno, el de los ciudadanos, y no hacer peligrar aquél, nos ha llevado donde estamos: en la RUINA, en la VERGÜENZA ¡Qué difícil va a ser poner sobre nuestra piel de toro un tejido industrial que nos permita trabajar y desenvolvernos en una sociedad con los pilares del bienestar bien cimentados y respetados como lo más sagrado, por encima de derechas y de izquierdas! (Menudo cuento chino ése que se han inventado) Yo no creo que llegue a verlo. Y estoy segura que es importante reconocer la realidad tal cual para no seguir engañándonos y no dejar que nos engañen más. Se ha estado haciendo malabarismos con lo nuestro, con nuestro esfuerzo, con nuestros derechos, los más fundamentales y elementales como son poder contar con un trabajo y una vivienda que nos permita una vida digna, sin deber bondades; con las ilusiones y expectativas de una generación por las que, la anterior, luchó denodadamente y se sacrificó hasta el límite de dar la vida queriendo contribuir a su prosperidad y a la de toda la Nación. Pero ¿qué es todo esto? ¡Ná! ¡Bagatela, barata, barata! Porque, en realidad, sus hijos sí tienen, por generaciones, la vida resuelta y las entretelas bien forradas!
¿No sabían los políticos de turno que la burbuja iba a estallar y los efectos que iba a producir? ¡Vamos! Claro que sí. Pero si para cada cargo político les pagamos sueldos a la carta a cientos y cientos de asesores. Entonces, ¿qué es para ellos GO BER NAR? A la vista está: subirse al poder con la convicción de que pertenecen a una clase superior per sé, o por la gracia de… Así que, súbditos al fin, no tenemos más que asumirlo y vivir, y morir, como se pueda. Mientras, ¡lo grande que es, con el dinero de esos a quienes consideran en sus adentros (conscientes o no) súbditos, sin tener que rendir cuentas a nadie, comprar bancos, mansiones, fiestas, ir elegantes siempre, coches caros, ir de mariscada y de crucero, comisionar, en fin! Luego, no pasa nada, viene la Fiscalía, el Juez y, como todos son de la casta, ¿otra vez nos tienen que hacer la demostración? ¿Es que somos burros, o qué? ¡Se vuelve a meter el guante en nuestros ahorros y pagan la fianza! O rescatan a las cajas. O sea, lo que “desaparece” es lo nuestro con su gestión, pero el rescate vuelve a llenarle a ellos el cajón! Y todo sigue igual, su sentido de la amistad no falla: para lo bueno y hasta la muerte. Como dijo Voltaire, “Si alguna vez ves saltar por la ventana a un banquero, salta detrás, seguro que tiene algo que ganar”.
Isabel Caparrós Martínez

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