El exmarido de la infanta Elena perdió los nervios con la prensa que cubría la presentación del libro de Ponce. Al ser preguntado por su hijo y su incidente en San Isidro, reprochó a la prensa inventarse "todo".
LAEDICION.NET.-Aunque no es muy amigo de la prensa, Jaime
de Marichalar ha preferido siempre guardar cierta distancia con los
periodistas. Ni siquiera en los tiempos convulsos de su separación de la
infanta Elena había protagonizado ningún sonado enfrentamiento con la prensa,
algo a lo que están bastante acostumbrados los fotógrafos que cubren los actos de
la infanta Elena.
Ayer, sin embargo, el que fuera duque de Lugo llegó a perder los
nervios con los periodistas que cubrían la presentación del libro de Enrique Ponce y que querían conocer si
era cierto, tal y como se había publicado en algunos medios, que llamó a us
hijo Froilán para abroncarle por su comportamiento con la
prensa en la Pradera de San Isidro. “Yo no he reprochado nada a mi
hijo”, espetaba el que fuera yerno del Rey a varios redactores muy
serio y tajante. “Eso os lo habéis inventado. Como todo. Yo no he
reprochado nada”, continuaba ante la sorpresa de los informadores, muy
poco acostumbrados a escuchar que el ex de doña Elena se dirija a ellos.
El exduque de Lugo zanjaba con estas contundentes
palabras y un enfado mayúsculo la polémica con su hijo y su exmujer,
que protagonizó un enorme cabreo con la prensa cuando vio que su hijo estaba
siendo grabado disparando con la escopeta de perdigones. Muchos no esperaban
que el duque fuera a contestar a la la prensa a este respecto, de ahí que
sorprendiera aún más la actitud y la manera en la que Marichalar
terminara enfrentándose a los periodistas.
Aunque los periodistas le siguieron preguntando, el que fuera
yerno de los Reyes prefirió tranquilizarse y guardarse para sus adentros lo que
pensaba de la imagen de su hijo con la escopeta y de si es cierto que su
hermano, Álvaro de Marichalar, recibió ‘un toque’ de
Zarzuela durante su relación con Mónica Pont.
Aunque fue preguntado en varias ocasiones durante el acto, el
exmarido de doña Elena no quiso tampoco explicar el motivo por el que llevaba
el ojo vendado, algo que muchos han atribuido a una posible caída que habría
provocado una herida en esa zona del rostro.
Mucho más relajado y sonriente se mostró cuando vio a Naty
Abascal, una de sus grandes amigas y, dicen, una de las mujeres que más sabe de
los secretos del matrimonio de los duques de Lugo.
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