El juicio contra el monstruo de Amstetten, que mantuvo 24 años encerrada a su hija, comenzará el próximo lunes en Viena
Elisabeth, la hija del austríaco Josef Fritzl que permaneció 24 años encerrada en el sótano de la casa familiar y tuvo siete hijos con su padre fruto de las continuas violaciones, relatará la semana que viene en el juicio cómo intentó siempre "complacerle" para así proteger a los niños. En un testimonio, que ha sido filmado para evitar acudir al tribunal, Elisabeth, quien ahora tiene 43 años pero fue encerrada a los 18, contará que fue agredida sexualmente por su padre por primera vez cuando sólo tenía 11 años y que se defendió "golpeándole y gritando", según informaba ayer el diario The Times.
Josef Fritzl, de 74 años y conocido como el monstruo de Amstetten, será juzgado la semana que viene por los cargos de asesinato, incesto, violación, privación de libertad y coacción. Según su abogado, ya ha asumido que pasará el resto de su vida en prisión. Fritzl se ha declarado culpable de todos los cargos excepto el de asesinato, en relación al hijo-nieto que tuvo con Elisabeth y que murió poco después de nacer. Los fiscales le creen culpable de la muerte del bebé por omisión, lo cual es considerado asesinato por la Justicia austríaca.
Pero en el juicio también se hablará de la falta de atención de las autoridades austríacas por no darse cuenta de lo que ocurría a lo largo de 24 años. Elisabeth y sus hijos viven ahora bajo una nueva identidad y en un lugar secreto para preservar su intimidad.
El monstruo de Amstetten se defenderá en el juicio alegando que Elisabeth mantenía relaciones sexuales desde una edad muy temprana y que fumaba drogas. Según Fritzl, éste sólo quería salvarla. "No es un monstruo. Quería a su hija a su manera", explicó su abogado, Rudolf Mayer. Casi un año después de que el caso saliera a la luz, después de que la hija mayor de Elisabeth fuera ingresada en un hospital por una enfermedad relacionada con el incesto, Fritzl mantiene que la relación sexual fue siempre "consentida", a pesar de que la propia Elisabeth ha asegurado que su padre la encadenaba para violarla.
En un intento por ganarse algo de simpatía, Fritzl explicará en el juicio cómo "cuidó" de Elisabeth y los tres hijos que vivieron encerrados hasta hace un año, llevándoles comida y juguetes. Sin embargo, Elisabeth también habla en su testimonio de las ratas que había en el sótano. Fritzl no ha manifestado ningún remordimiento, aunque ha aceptado que su comportamiento "no es normal", por lo que se ha ofrecido para someterse a estudios clínicos.
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