jueves, 23 de julio de 2009

"No soy un santo", admite Berlusconi en medio de su escándalo sexual

"No soy un santo", afirmó este miércoles el jefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, tras la publicación de las presuntas conversaciones picantes que mantuvo con una prostituta de lujo, que dice haber sido pagada para pasar la noche con el político y magnate

LAEDICION.NET.-En la inauguración de una autopista entre Brescia y Milán, Berlusconi dijo a la prensa: "No soy un santo, me imagino que ustedes lo han entendido y espero que lo entiendan también los de La Repubblica".
Ese periódico, de orientación progresista y uno de los principales de Italia, pertenece al mismo grupo editorial de la revista L'Espresso, que el lunes y el martes publicó varias conversaciones grabadas a escondidas por la prostituta en octubre y noviembre de 2008, tras los encuentros que al parecer mantuvo con Berlusconi en la mansión privada del primer ministro en Roma.
En esas cintas se descubre que Berlusconi presuntamente no usa preservativos y que propone practicar sexo en grupo, se suman las fotografías divulgadas hace varias semanas sobre sus festines con jóvenes prostitutas de lujo en su mansión veraniega de la isla de Cerdeña.
El diario La Repubblica publica este miércoles la transcripción de las conversaciones divulgadas en la página 'web' de L'Espresso, que fueron tachadas de "inverosímiles" por el abogado del primer ministro, Niccoló Ghedini, que amenazó con acciones legales contra todo aquel que las reproduzca.
Pese a ello, ni Berlusconi ni su batallón de abogados han denunciado formalmente hasta ahora al semanario para demostrar que las grabaciones son falsas. La guerra del grupo editorial contra Berlusconi se agudizó el miércoles tras la denuncia por difamación que presentó L'Espresso contra el jefe del Gobierno conservador ante un tribunal de Milán.
La revista acusa a Berlusconi de "abuso de poder" y "violación de las reglas de mercado" por haber instado a los empresarios italianos, en una reunión con ellos el pasado junio, a que no publicaran anuncios en ese medio. L'Espresso denunció también civilmente a Berlusconi, propietario a su vez del gigante editorial Mondadori, por "competencia desleal y boicoteo

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