martes, 29 de septiembre de 2009

Mozart no visitó nunca Barcelona

LAEDICION.NET.-Rondas de verdad, para multar a lateros y meones, sólo se montan en ocasiones especiales
Estos días los diarios nos han ofrecido imágenes de rondas nocturnas de agentes de la Guardia Urbana vestidos de paisano para tratar de pillar con las manos en la masa a lateros y meones. El domingo, un reportaje de El Periódico explicaba uno de los casos: "A la altura de Rambla del Raval un agente sorprende a dos jóvenes alemanes perfectamente acicalados para vivir su primera Mercè orinando en una esquina. Por la frescura de su aspecto parece que no hace mucho que han salido de casa. Se les ha aguado rápido la fiesta. '¿75 euros por esto? ¡Es mucho dinero! No lo entiendo', afirma uno de los erasmus en un castellano más que correcto para afirmar que no ha empezado todavía las clases. ´Seguro que no te pones a hacer eso en la puerta de Brandemburgo´, sermonea Paco (el urbano que le impone la multa). Pese a lamentos, aspavientos e incluso algún que otro puchero, el chico, lejos de acabar en Extranjería, saca la Visa de la cartera, paga y asunto zanjado".Me parece bien, y me parecería mejor que eso se hiciese con todos los que han decidido que las calles de Barcelona son su retrete personal. Aunque, tal como está la chulería de algunos, bien pudiera haber sucedido que el erasmus en cuestión, ofendido por las palabras del urbano Paco, le hubiese denunciado. ¡Ahí es nada, ironizar sobre la puerta de Brandemburgo, orgullo de la nación teutónica! Si se le hubiese ocurrido montar un escándalo y llamar al consulado, igual conseguía que sancionasen a Paco por falta de respeto hacia el símbolo de la gloriosa reunificación alemana.

Pero, como saben todos los barceloneses, rondas nocturnas así sólo se montan en ocasiones especiales. Durante la Mercè, por ejemplo. El resto del año, una rondita por aquí y otra por allá, y a vivir, que son dos días y no tenemos que molestar a los erasmus de borrachera. Por eso, desde hace meses vengo pensando en una posibilidad. En dar un giro al planteamiento: no denigrar la micción, sino ensalzarla. ¡Que vengan aún más meones! Total... A principios de verano leí que en un pueblo austriaco, Raschala, hay una piedra en la que, supuestamente, Mozart echó un día una meada. La piedra (Mozart Pinkelstein, la llaman) lleva una placa explicando la hazaña. El Ayuntamiento de Raschala está encantado con ella porque ha hecho aumentar la afluencia de turistas.

Y, viendo como estos días hablan de que Obama estuvo una vez en Barcelona y que volverá en junio, y que quedó prendado de la Rambla, se me ha ocurrido que quizás también él... Una placa en el lugar preciso sería un aliciente más para los guiris incontinentes que nos visitan. El problema es que no me parece Obama un tipo que vaya orinando por las calles. Además, su visita fue en 1982 -diez años antes de los Juegos Olímpicos que iniciaron la degradación de la ciudad- y, aunque muchos ya lo hayan olvidado, en 1982 esas cosas no se permitían.

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