CONTRAPORTADA
Las intrincadas y complejas relaciones entre espacio y tiempo han sido motivo de sesudas reflexiones filosóficas desde mucho antes que se inventasen los parquímetros o los despertadores. Uno recuerda, no sin cierta aprensión retrospectiva, las chapas que nos metían en clase con las elucubraciones de los maestros presocráticos o las más recientes opiniones de Bergson o Heidegger sobre el flujo incesante del tiempo. Algo apasionante, ya ven. Lo único que me quedó claro de todo aquello era que nadie puede asegurar ni desmentir la posibilidad de que tiempo y espacio no existan independientemente de la mente. Como no soy filósofo, pero sí un compulsivo lector de periódicos, he de decir que me acordé de todas estas cosas tras leer las recientes manifestaciones de la Delegada de Turismo de la Junta, Esperanza Pérez, en las que anunciaba que las obras de la Escuela de Golf de El Toyo comenzarán a finales de este año. Esto demuestra que, además del optimismo antropológico de Zapatero, existe también un optimismo metafísico que permite desligar al tiempo del espacio. Y ello es porque la delegada puede anunciar el tiempo de inicio de las obras, pero no el espacio de las mismas, ya que –no conviene olvidar estos pequeños detalles- los terrenos previstos para este ente golfístico se ubican en el brumoso mapa de la indefinición debido a que, sencillamente, no existen como tales al depender de las famosas compensaciones de la no menos famosa Deuda Histórica. La delegada corrige así a los presocráticos, que decían que el principio de todos los entes era de índole material. Pero ahora que lo pienso, Tales de Mileto no jugaba al golf. Será eso.
josehome@hotmail.com
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