Este Castillo (s. XIII-XIV) está situado en la sierra
de Los Filabres, a sus faldas, en la población del que toma su nombre y sobre
un promontorio dominante de un cruce de caminos entre Guadix, Granada, Tabernas
y Alemría.
Perteneció a don Alonso de Cárdenas,
conde de la Puebla, Velefique y Bacares Maestre de Santiago. Fue su
vivienda desde que los Reyes Católicos en el año 1489 se lo donaron
como pago por su intervención en la guerra contra Granada.
Se sabe por los historiadores Mármol Carvajal y Bermúdez de
Pedraza que el alcaide de Gérgal, Francisco de Puertocarrero, nombrado por el
Conde de la Puebla, y su hijo con el mismo nombre cristiano, en árabe Aben
Mequenum, uno de los primeros veintitrés capitanes elegidos por Aben Humeya
tras su coronación como Rey de los Moriscos en Cádiar, engañaron a los
cristianos ofreciéndoles su protección para que se refugiaran en el Castillo y
cuando estaban allí los degollaron y mandaron echar sus cuerpos en el campo.
Los nombres que se citan son: el Vicario D. Diego Acevedo y su anciana madre,
los Beneficiados Sres. Simón y Paz, el escribano del juzgado Bernardo García y
muchos cristianos más. Según Mármol ocurrió una cosa bastante inverosímil, algo
parecido a un milagro, pues dos mujeres quedaron mal degolladas y desnudas en
el campo, donde estuvieron sin comer ni beber, alimentándose sólo de nieve, y
quiso Dios que se salvasen, pues unos soldados de Baza que iban a correr la
tierra las recogieron y abrigaron y llevaron a la ciudad, donde fueron curadas
de las heridas y sanaron. Más tarde llegaría a Gérgal el Marqués de los Vélez, don
Luis Fajardo, con 15000 hombres en auxilio de los cristianos, pero los moriscos
ya habían huido a otros lugares sublevados. Una vez sofocada la rebelión, Aben
Mequenum cayó en manos del Marqués de Mondéjar, que mandó atenazarlo en
Granada, siendo allí descuartizado en 1570.
Durante el siglo XVI sirvió de fortaleza para
defender el territorio que dominaba ante los ataques de los piratas corsos
-turcos y corsarios berberiscos- que eran ayudados por los moriscos emigrados o
expulsados al Norte de África. Desembarcaban en las costas almerienses y
hacían incursiones al interior para saquear a los cristianos y llevárselos
cautivos como botín. Más tarde serían vendidos como esclavos en los puertos
norteafricanos. Allí acudían los frailes trinitarios y mercedarios para liberar
a los cristianos pagando su rescate. Entre los saqueos más importantes están el
de Lucainena en abril de 1555 y septiembre de 1566, el de Nijar en abril de
1562, el de Tabernas en septiembre de 1566, el de Tahal -en pleno corazón de la
Sierra de los Filabres- en septiembre de 1573 por el antiguo monfí El Joraique
que se había hecho pirata y el de Cuevas de Almanzora en noviembre de 1573.
A mediados del siglo
XVIII la posesión del señorío pasará por línea hereditaria a la Marquesa de la
Torre de las Sirgadas que parece ser que utilizó el Castillo como almacén de
los granos que recaudaba por los diezmos que le correspondían. Los señoríos se
abolieron en las Cortes de Cádiz, en 1812, y con la Desamortización de
Mendizábal, en 1837, las propiedades que se consideraban en “manos muertas” y
poco productivas pasaron a ser propiedad del Estado. En el pasado siglo XX
la última propietaria del Castillo por línea hereditaria fue Dña. María
Luisa Fernández de Córdoba, Marquesa de la Puebla de los Valles, que donó sus
últimas posesiones, un cortijo, al aparcero que se lo trabajaba, y el Castillo,
al Ayuntamiento. El 9 de octubre de 1968 pasó a ser propiedad del Estado, el 24
de octubre de 1969 por Orden Ministerial fue declarado alienable acordándose su
enajenación el 14 de noviembre de 1971 en pública subasta. Fue tasado en 125000
ptas, en el Boletín Oficial de la Provincia de fecha 20 de marzo de 1972 y en
el del Estado el 22 de marzo de 1972. El 21 de abril de 1972 se celebró la
subasta y fue adjudicado al mejor postor en 576000 ptas que fueron ingresadas
en la Delegación de Hacienda de Almería el 11 de julio de 1972 por su
comprador. De este modo actualmente se encuentra bien conservado al haberse
convertido en vivienda de su propietario, pero desgraciadamente hay muy pocas
personas que lo puedan visitar, las que lo solicitan a su propietario, porque
desde febrero de 1996 está dispensado por el Director General de Bienes
Culturales de la obligación de Visita Pública Gratuita de al menos cuatro días
al mes y cuatro horas cada día, que tienen los Bienes de Interés Cultural , con
categoría de Monumento, en virtud de la Ley 16/85 del Patrimonio Histórico
Español, Art. 13.2 y la Disposición Adicional 4ª del Real Decreto 111/1986. El
Castillo fue declarado Bien de Interés Cultural por la Resolución de 22 de
junio de 1993.
Su planta es una nave central
cuadrada de 15’50 m. x 15’50 m. que se levanta sobre una zona de roca
pizarrosa, lleva adosados cuatro torreones circulares de 5 m. en las
esquinas y otro torreón de forma ovalada y almenado para defender la entrada.
La nave central está almenada y tiene tres plantas; los torreones o cubos de
las esquinas están protegidos por casamatas (bóvedas muy resistentes para
instalar piezas de artillería) de forma aparentemente cónica, pues desde lejos
se aprecia su forma piramidal. Sus muros están
hechos de mampostería, con piedras gruesas y sin labrar, principalmente lajas
de pizarra en horizontal, material utilizado en las construcciones de la zona.
Su función defensiva se aprecia en las troneras para armas de fuego portátiles
que baten sus muros. La puerta de entrada está protegida con una ventana
aspillerada (la aspillera es una abertura larga y estrecha de un muro para
disparar por ella) y cadahalso (estructura de tablas que sobresale). Al acceder
nos encontramos con un postigo en lugar de una puerta, por razones de
seguridad, con una entrada en recodo protegida de la torre de acceso para
evitar el impacto frontal de los disparos de la artillería enemiga. En su
función defensiva utiliza también el principio de la compartimentación a
distintos niveles, como se manifiesta en el patio previo al interior del
Castillo y tras el postigo de acceso, y con la presencia de aspilleras en
algunas habitaciones del interior. (Fuente consultada: Página Web
http://www.almediam.org).
Por
sus características podemos especular que el edificio actual, con trazas de
modelo castellano, se construyó sobre una fortaleza árabe, que a su vez,
siguiendo el patrón de la mayoría de éstas, se construyó sobre una fortaleza
romana, que cuando entró en crisis el imperio romano, aglutinó en torno a ella
a la población de la comarca. Los árabes aprovecharon estas estructuras
defensivas romanas, que formaban una serie o cadena de fortificaciones
comunicadas entre sí, para defender el territorio y para marcar una vía de
comercio o comunicación. Los castillos o fortalezas árabes se construirán sobre
las ya existentes siguiendo las tradiciones arquitectónicas romanas con muros
de tapial sobre cimientos de mampostería. En su recinto amurallado se adosaban
torres con grandes cisternas y aljibes que servían para abastecer a la
población militar encargada de su defensa y en caso de peligro por ataque
enemigo para la población civil de las alquerías (aldeas) de los alrededores.
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