LAEDICION.NET.-Cuidar la cantidad de
carbohidratos, en particular azúcares, y primar la calidad sobre la cantidad en
el resto de alimentos son las indicaciones básicas La dieta para un diabético,
lejos de ser una losa, puede ser un puente que contribuya a controlar de manera
eficaz y segura su enfermedad. Al tratarse de una patología crónica, la dieta
se debe entender como un elemento terapéutico más junto al tratamiento
farmacológico si fuera necesario y ejercicio físico regular.
Los alimentos básicos
La dieta en la diabetes ha de atender a las particularidades de cada
individuo, su estilo de vida (tipo, ritmo y duración de la actividad física),
su condición (niño, embarazada, lactante, anciano...) y su tratamiento
específico (insulina, antidiabéticos orales...). No obstante, en general, se
trata de un concepto de alimentación saludable. De hecho, la Fundación Española
para la Diabetes recuerda que la alimentación de las personas con diabetes no
es sustancialmente diferente a la alimentación de la población en general. La
mayoría de consejos son válidos para toda la familia. Estos son algunos
consejos generales:
- Comer poco y a
menudo: alimentación fraccionada en 5-6 tomas al día; con un
menor volumen de alimento por toma, así se controla mejor la glucemia.
- Rica en fibra:
verduras y hortalizas, legumbres, frutos secos, cereales integrales y
fruta en las cantidades adecuadas a cada caso.
- Reducida en grasas
saturadas y colesterol (moderar el consumo de lácteos -leche
entera, yogures, quesos semicurados y curados, natas, mantequilla...),
carnes en general y rojas y grasas en particular, huevos, productos de
charcutería (embutidos, patés, fiambres, vísceras, hamburguesas,
salchichas...) como prevención de enfermedades cardiovasculares.
- Primar el consumo
de pescados, y en especial los azules, ricos en omega-3, de
protección cardiovascular.
- Limitada en
azúcares simples (azúcar, miel, mermelada, refrescos y bebidas
azucaradas, golosinas, chocolate y derivados, zumos...) porque elevan de
forma brusca los niveles de glucosa en la sangre.
- Con preferencia por los alimentos
integrales ricos en carbohidratos complejos (cereales integrales
y legumbres).
- En caso de utilizar
endulzante, se recomienda el extracto natural de estevia
en sustitución del azúcar, la miel y cualquier edulcorante artificial
(sacarina, ciclamato, aspartame...). Hay estudios que informan de
resultados positivos tras el uso de estevia con respecto a la tolerancia a
la glucosa y la respuesta a la glucemia.
Alimentos integrales, ricos en fibra por naturaleza
Una revisión bibliográfica publicada en la revista científica Public Health
Nutrition y realizada por autores españoles confirmó lo que ya se conoce hace
años: el consumo regular de cereales integrales (pan, pasta, arroz, cereales
del desayuno) -no refinados- contribuye a la reducción de los factores de
riesgo relacionados con enfermedades crónicas, en especial de diabetes tipo 2,
enfermedad cardiovascular y ciertos tipos de cáncer. Pero la fibra no es la
única responsable de tales beneficios. Los alimentos integrales, comparados con
sus homólogos refinados, concentran además de más fibra, más vitaminas,
minerales y compuestos fitoquímicos y bioactivos con reconocidos efectos
antioxidantes. Son alimentos integrales todos aquellos que se comen con el mínimo
procesado, por lo que naturalmente son también ricos en fibra: ensaladas,
verduras y hortalizas, legumbres, frutas frescas con piel, frutos secos, frutas
desecadas y cereales integrales.
En relación a la diabetes, la fibra juega un papel interesante. Este
nutriente tiene la cualidad de disminuir la velocidad de absorción de los
azúcares de los alimentos ingeridos, lo que evita el aumento brusco de la
glucemia postprandial, después de comer. La recomendación nutricional actual es
un consumo diario de fibra de entre 25 a 30 gramos. La Asociación de Diabetes
Americana es más exigente y aconseja la ingesta de 30 a 50 gramos de fibra
dietética por día para las personas con diabetes mellitus tipo 2.
Las frutas idóneas
Una persona diabética puede tomar cualquier tipo de fruta, si la come en su
justa medida, sin temor a que se altere la glucemia, siempre que la enfermedad
esté bien controlada. No obstante, cabe ser más prudentes y ajustar la cantidad
por ración o comer con menos frecuencia aquellas frutas que en comparación con
el resto y a igualdad de peso contienen más azúcares. Es el caso de plátanos,
uvas, cerezas, higos, chirimoyao caqui y granada, que contienen entre 2 y 3
veces más azúcares (15-17 g/100 g) respecto al resto de frutas (7-10 g/100 g).
La ración media saludable de fruta oscila entre 150 y 180 gramos y un poco
menos para las más calóricas, de 100 a 120 gramos. En esta cantidad, las frutas
más dulces proporcionan unos 10 gramos de azúcares por 100 gramos, una cantidad
similar a la de multitud de frutas como nectarina, mandarina, naranja, manzana
o pera.
Aceite de oliva virgen y un puñado de nueces
Los resultados de un estudio integrado en el PREDIMED (Prevención con Dieta
Mediterránea) evidencian un efecto protector de la Dieta Mediterránea (MedDiet)
contra el desarrollo de diabetes tipo II en personas con alto riesgo
cardiovascular. Los individuos más beneficiados fueron los que ingirieron una
Dieta Mediterránea ad limitum (no restringida en energía) caracterizada por un
alto contenido en grasas insaturadas, bien por consumo diario de aceite de
oliva virgen (rico en grasas monoinsaturadas) o un puñado (30 gramos) de nueces
(ricas en grasas monoinsaturadas y ácidos grasos poliinsaturados). La
incidencia de diabetes fue hasta tres veces menor en los grupos que siguieron
el patrón de Dieta Mediterránea. Según los autores, es posible que el efecto
beneficioso de la Dieta Mediterránea en el riesgo de diabetes puede ser
reproducida en otras poblaciones, como se ha demostrado para la mortalidad por
todas las causas, la incidencia de enfermedad cardiovascular y la mortalidad
por cáncer en poblaciones de EE.UU.
Más proteína vegetal
Las legumbres deberían contemplarse en el menú entre dos y cuatro veces por
semana. Los días en los que protagonizan la mesa, el menú debe acompañarse
también de cereales (arroz, cuscús, fideos, fideuá, macarrones...) bien en el
mismo plato (lentejas con arroz) o en otro acompañante (sopa de fideos +
estofado de lentejas con verduras). Por medio de esta combinación alimentaria se
obtiene un menú completo en su aporte nutricional y adecuado a la diabetes:
rico en carbohidratos complejos, fuente de proteína de alta calidad y de grasas
insaturadas. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN)
afirma que los cereales y las legumbres permiten realizar sabrosos y
tradicionales platos únicos, con un aporte adecuado de proteínas vegetales de
calidad.
No a los alimentos con fructosa
La fructosa es el azúcar natural más dulce. Se localiza de forma natural en
las frutas y en el sirope de maíz, que en un 55% es fructosa y que se emplea
sobre todo como ingrediente edulcorante en alimentos procesados (bebidas
azucaradas, bollería, cereales del desayuno o galletas, entre otros). La
fructosa tiene una respuesta glucémica post-pandrial menor, es decir, en
comparación con otros azúcares como la sacarosa o la glucosa, provoca un
aumento de azúcar en sangre más moderado tras su consumo. Este hecho, que
podría verse como una ventaja para las personas que padecen diabetes mellitus, no
lo es en absoluto. Tanto la Asociación Americana de Diabetes como la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertan de que ingestas elevadas de
fructosa pueden conducir a complicaciones metabólicas como dislipemia,
resistencia a la insulina y un aumento de las reservas de grasa en los órganos,
entre ellos el hígado. Por ello, conviene que las personas con diabetes no
abusen de productos etiquetados como "aptos para diabéticos" o
"sin azúcar", ya que suelen contener fructosa en sustitución del azúcar
común.
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