El Museo
del Prado y la Obra Social “la Caixa” presentan en la capital balear la
exposición “Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado” formada
por 44 pinturas de los más destacados
maestros del género que atesora el Museo. Se trata de la primera exposición compuesta
íntegramente por fondos del Prado que se celebra en las Islas Baleares.
Tras su
paso por Valencia, Zaragoza y Sevilla, la presentación en Caixa Forum Palma de
esta importante selección de paisajes es una nueva colaboración entre el Prado y la Obra Social “la Caixa” a partir de los
fondos del museo y con la que la entidad quiere conmemorar el centenario de la entidad financiera en las Islas Baleares y el
vigésimo aniversario de CaixaForum Palma.
LAEDICION.NET.-La directora general adjunta de la Fundación "la
Caixa", Elisa Durán; el director del Museo Nacional del Prado, Miguel
Zugaza; la directora de CaixaForum Palma, Margarita Pérez-Villegas; y Teresa
Posada, comisaria de la exposición han presentado esta mañana la exposición Rubens,
Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado.
Coorganizada por el Museo del Prado y la Obra
Social “la Caixa” es una exposición de gran importancia, tanto por la
extraordinaria calidad de las obras que la componen y la categoría de los
maestros que las realizaron, como por la aproximación que plantea a las
diferentes tipologías del paisaje que surgieron a lo largo del
siglo XVII en Flandes y Holanda.
Se trata de la quinta exposición
coproducida entre el Museo del Prado y la Obra Social “la Caixa” –tras “Goya.
Luces y Sombras” celebrada en CaixaForum Barcelona y la cuarta sede de las
itinerancias de esta muestra que fue clausurada en Sevilla el pasado 2 de
junio-. Con “Rubens, Brueghel,
Lorena. El paisaje nórdico en el Prado”, el Museo del Prado llega a CaixaForum Palma
para presentar una muestra itinerante compuesta íntegramente por sus fondos y la entidad financiera celebra con la ciudadanía el
centenario de su presencia en las Islas Baleares y el vigésimo aniversario de
CaixaForum Palma, su centro social y cultural.
“Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el
Prado” constituye una oportunidad
excepcional para disfrutar de un recorrido por el evocador mundo del paisaje
nórdico apreciando la maestría con la que los pintores representaron con
fidelidad montañas, bosques, campiñas, ríos, mares, parajes cubiertos de nieve
o canales helados, inmersos en una luz naturalista.
Durante
la Edad Moderna, los italianos llamaron “nórdicos” a los pintores de las
tierras que estaban más allá de los Alpes y fundamentalmente a los de los
Países Bajos. Allí, el contexto social y cultural hizo que, a lo largo del
siglo XVII, pintores y coleccionistas se apartaran en gran medida de los temas
heroicos propios de la pintura de historia en favor de asuntos cotidianos, pero
igualmente aptos para la pintura. Entre ellos estaba el paisaje, que pasó a
convertirse en un género pictórico independiente en el que el asunto
representado se relega a un segundo plano y se convierte en pretexto para
representar con fidelidad los elementos de la naturaleza.
Comisariada
por Teresa Posada Kubissa,
Conservadora de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700), la muestra
está compuesta por 44 obras y entre los
pintores que integran esta exposición figuran los más destacados maestros del
género, con obras tan representativas como Paisaje alpino de Tobias Verhaecht, uno
de los maestros de Rubens; La vida campesina y Boda
campestre de Jan Brueghel el Viejo, además
de La Abundancia y los Cuatro Elementos
que pintó en colaboración con Hendrick van Balen o Mercado y lavadero en Flandes en
colaboración con Joos de Momper el Joven; Paisaje con gitanos y Tiro con arco de David Teniers o los
dramáticos Asedio
de Aire-sur-a-Lys de Peeter Snayers y Bosque con una laguna de Jan Brueghel el
Joven y taller.
Las dos
tipologías más características del paisaje nórdico –el paisaje de invierno y el
paisaje de agua– están representadas con obras tan delicadas como El puerto de Ámsterdam en invierno de
Hendrick Jacobsz Dubbels o Paisaje con
patinadores de Joos de Momper el Joven; y por pinturas como Playa con
pescadores de Adam Willaerts, que une el paisaje con la escena de género. Un puerto de mar y Paisaje con desembarco de holandeses en tierras de Brasil de Jan
Peeters aluden a las lejanas tierras a las que las rutas comerciales llevaron a
los holandeses. Y, por último, está Rubens, el gran maestro flamenco, cuyos
paisajes constituyen la parte más íntima, más personal de su producción. De
ellos se expone el soberbio Atalanta y Meleagro cazando el jabalí de Caledonia, una de las
obras cumbres del paisaje nórdico. La exposición
concluye con algunos de los paisajes encargados por el monarca español Felipe
IV para decorar el palacio del Buen Retiro de Madrid a Claudio de Lorena y Jan
Both, jóvenes pintores nórdicos que iniciaron en Roma el llamado “paisaje
italianizante” que en Holanda contó con numerosos seguidores. Pero el más destacado fue Philips Wouwerman, que se
especializo en la representación de cacerías como Parada en la venta que adelantan ya
el gusto rococó.
Catálogo
Como es habitual, la exposición contará con su
correspondiente catálogo, editado por el Museo del Prado y a cargo de su
comisaria Teresa Posada Kubissa, que se podrá adquirir al precio de 25 euros.
Secciones de la
exposición
Esta
exposición propone un breve recorrido, a través de nueve secciones, por las
distintas tipologías de paisaje que surgieron a lo largo del siglo XVII en
Flandes y Holanda:
1. Paisaje de hielo y nieve
Las vistas de canales helados con gentes ocupadas
en sus tareas o disfrutando de su tiempo libre son, sin duda, los paisajes más
específicamente nórdicos. Su origen se remonta a la miniatura que ilustra el
mes febrero en el libro Las muy ricas
horas del Duque de Berry (1411-16). Sin embargo, fue Pieter Brueghel el
Viejo (h.1525-1569) quien los popularizó y los pintores holandeses quienes los
consolidaron como un género independiente al desvincularlos de la
representación de los meses del año o de las escenas de Navidad. Desde el punto
de vista artístico, el invierno proporcionaba la ocasión de estudiar y
reproducir los especiales juegos de luces y reflejos sobre el hielo y la nieve
y las consiguientes tonalidades delicadas de azules y rosas; desde el punto de
vista iconográfico, era el pretexto para representar escenas de género sobre el
hielo. Por ello, estas vistas son un documento de primera mano para conocer el
transcurso de la vida diaria durante esos largos inviernos y ratifican lo narrado
por numerosos viajeros de la época sobre la capacidad de aquellas gentes para
disfrutar de su país aun en condiciones extremas, pero también son imágenes de
la dureza de los enfrentamientos militares durante el invierno. A finales del
siglo XVII el género había pasado de moda.
2. El bosque como escenario: La
vida en el bosque, El bosque bíblico y El bosque encantado
Desde la última década del siglo XVI, Paul Bril
(1553/54-1626), Gillis van Coninxloo (1544-1606) y Jan Brueghel el Viejo
enfrentan al espectador con el bosque, invitándole a explorarlo.
El bosque de los pintores nórdicos es un lugar
real, aunque idealizado, pintado para emocionarlo. Es el bosque que el pintor
conoce, que vive y que desea que el espectador también conozca y viva. Por ello
le obliga a adentrarse en su espesura para descubrir la vida que acontece en
él.
Además, este bosque naturalista es también el
escenario de dos narraciones bíblicas concretas, Adán y Eva en el Jardín del
Edén (Génesis 2) y la entrada de los animales en el Arca de Noé (Génesis 7), o
el escenario de asuntos mitológicos, un “bosque encantado”.
El “bosque
bíblico” es un canto a la Creación y una invitación al goce estético de la
belleza sensual del hombre, del mundo animal y vegetal. El “bosque encantado”
es, por el contrario, una celebración del goce estético que produce la belleza
sensual del desnudo. Como era práctica habitual en los Países Bajos, muchos de
estos bosques son obra de colaboración entre dos pintores, uno especializado en
paisaje y otro en figuras.
3. La vida en el campo
El 9 de abril de 1609 se firmaba la Tregua de los
Doce Años entre España y las Provincias Bajas del Norte, las protestantes, que
se constituyeron en una nación independiente y pasaron a ser las Provincias
Unidas. Mientras tanto, las Provincias Bajas del Sur, las católicas,
permanecieron bajo la soberanía española.
En las Provincias Bajas, los archiduques Alberto e
Isabel Clara Eugenia iniciaron una política de recuperación económica y
cultural encaminada a la consecución de un sueño: la reunificación final de
todas las provincias, católicas y protestantes, en una nación soberana y
tolerante. Por su parte, la burguesía mercantil transformó las siete Provincias
Unidas en una de las principales potencias europeas del siglo XVII.
Unos y
otros se sirvieron de la pintura como propaganda. Los primeros, para difundir
la imagen de un nuevo orden social, armónico y feliz. Los segundos, para
mostrarse como una nación flamante y poderosa. Puesto que para la
reconstrucción de las Provincias Bajas la colaboración del campesinado era
fundamental, los archiduques consideraron que la representación de la vida
campesina en su entorno natural era la temática más apropiada para las
pinturas. A pesar de tratarse de representaciones propagandísticas y, por
tanto, idealizadas, estos paisajes con escenas de la vida campesina son
documentos de primera mano para conocer la recuperación del país tras las
penurias de la guerra.
4. Rubens
Rubens, reconocido por sus coetáneos como el
pintor más destacado de su época, fue también coleccionista, erudito, humanista
y, además, diplomático al servicio de los archiduques de los Países Bajos,
Alberto e Isabel Clara Eugenia, del rey Felipe IV y otros gobernantes de la
época. Pero, ante todo, fue un artista fiel a sus propias convicciones y a su
libertad creativa.
Aunque la fama le llegó como pintor de historia,
no dejó de lado el paisaje. Es más, fue el único género que cultivó durante sus
últimos años, y que guardara para sí más de la mitad de los cerca de 30 que
pintó y regalara el resto a sus amigos y patronos más allegados parecen indicar
que los consideraba la parcela más personal de su producción y son, por tanto,
la parte más entrañable de su obra.
Es muy
difícil establecer su cronología ya que no están fechados, no se han encontrado
documentos de encargo y Rubens apenas los menciona en su abundante
correspondencia. Asimismo, las referencias a estos paisajes en escritos
contemporáneos son muy escasas puesto que, a excepción de los pocos que mandó
grabar a Boetius Bolswert (1580-1633), apenas se conocieron hasta la muerte del
pintor y la consiguiente venta de su colección.
5. Paisajes exóticos, tierras
lejanas
A lo largo del siglo XVII, el interés de los
pintores nórdicos por la pintura de paisaje tuvo un ámbito de desarrollo muy
peculiar como es la representación de las tierras lejanas, a las que el
fabuloso desarrollo comercial impulsado por Holanda llevó a sus comerciantes,
algo que no deja por menos de sorprender habida cuenta de que, con la excepción
de Frans Post (1612-1680) y Albert Eckhout (1600/20-1663/67), que viajaron por
Brasil; o Michiel Sweerts (1624-1664), que se estableció en Goa, esos pintores
apenas salieron de los Países Bajos y menos aún se aventuraron hasta aquellos
remotos lugares.
Desde muy pronto las narraciones de los marineros
despertaron interés por esas tierras y, en consecuencia, los paisajes
americanos, africanos y orientales se pusieron de moda en los Países Bajos.
Pero como los pintores no contaban con otra fuente que los más o menos
fidedignos libros de viajes, representaban paisajes imaginarios que, en el caso
de los paisajes americanos y africanos, convertían en exóticos al incluir
palmeras, edificaciones primitivas, animales fantásticos y figuras de indígenas
semidesnudos y adornados con plumas, todo ello tomado de los grabados que
ilustraban esos libros. En el caso de los paisajes orientales, esos elementos
eran sustituidos por ruinas clásicas y edificios conocidos a través de grabados
y personajes con turbante y ropajes exóticos.
6. Paisaje de agua: marinas,
playas, puertos y ríos
El paisaje en que el agua y el cielo ocupan casi
la totalidad de la superficie pictórica, con navíos o barcas de pescadores como
elemento narrativo insustituible es, junto con el de invierno, el más
característico de los Países Bajos. Es lógico, pues el agua –mar, canales,
ríos– baña aquellas tierras, en especial las septentrionales donde gran parte
del terreno había sido –y sigue siendo– ganado al mar por medio de diques,
canales y bombas de drenaje accionadas por molinos de viento.
Al igual que el paisaje invernal, el punto de
partida son las miniaturas para los libros de horas y, en concreto, las del
llamado Horas de Turín-Milán
atribuidas a Jan van Eyck (1370/1400 -1441),
pero el interés en la representación naturalista del mar lo impondrán
Pieter Brueghel el Viejo y sus seguidores, si bien como escenografía para
determinados asuntos bíblicos o pasajes inspirados en las obras de Homero,
Virgilio y Ovidio aptos para ser interpretados desde la ética cristiana.
Al
comenzar el siglo XVII, el paisaje de agua –marinas (barcos en alta mar o en
desembocaduras de ríos), vistas de puertos, playas o entornos fluviales– estaba
generalizado en los Países Bajos y, a lo largo de ese siglo, los holandeses lo
desarrollaron como género pictórico independiente, liberándolo de todo
contenido religioso o alegórico.
7. En el jardín de palacio
Un aspecto específico de la tradición paisajística
nórdica es la representación del jardín cortesano. En esa tradición se inscriben
las vistas de los tres palacios reales flamencos –Coudenberg, Tervuren y
Mariemont– y sus respectivos parques, encargadas por los archiduques Alberto e
Isabel Clara Eugenia. Pero estas vistas tenían, además, una finalidad
propagandística. Por un lado, al hacerse representar paseando por los jardines
de esos palacios construidos y habitados durante un tiempo por el emperador
Carlos V y su hermana María de Hungría, los archiduques reafirmaban sus
derechos dinásticos como príncipes soberanos y como miembros de la Casa de
Austria, vinculando así su propia soberanía a la de sus ilustres antecesores.
De ese modo reafirmaban su legitimidad como gobernantes ante unos súbditos que
les habían recibido como unos príncipes extranjeros impuestos por el rey Felipe
II. Por otra parte, los archiduques encargaron las vistas para enviarlas a
distintas cortes europeas a modo de tarjeta de presentación como príncipes
soberanos de los Países Bajos.
Hoy tienen un interés añadido, ya que la exacta
reproducción de los edificios y de su entorno las convierte en documentos
fundamentales para el estudio de la evolución arquitectónica de las
construcciones. En el caso de Mariemont y de Tervuren son, además, las únicas
imágenes conocidas de esos palacios luego destruidos.
8. La montaña: cruce de caminos,
cruce de viajeros
Una de las cuestiones más sugestivas de la pintura
nórdica es el éxito del paisaje de montañas entre pintores, tratadistas y
coleccionistas de unas tierras eminentemente llanas. En la actualidad estos
paisajes han sido interpretados como una temprana manifestación del concepto
estético de “lo sublime” que triunfaría en el siglo XVIII o han sido
relacionados con la disputa teológica en torno a la creación de las montañas
planteada por los Padres de la Iglesia y vigente hasta el siglo XVII también
entre los teólogos protestantes. Sin embargo, en torno a 1600 parece haber
prevalecido una interpretación moralizante, derivada de la tradición alegórica
de la montaña como símbolo del arduo paso por la vida para entrar en el Templo
de la Virtud. Pero también es cierto que su éxito pudo ser debido simplemente
al mismo interés por lo raro, lo inusual que subyace a los “gabinetes de
maravillas” (Wunderkammer), de moda
en aquella época.
9. … y en Italia pintan la luz
Por “paisaje italianizante” se entiende un tipo de
vistas de la campiña romana cuya máxima pretensión era captar los efectos
lumínicos del amanecer o del atardecer mientras servían de escenario para la
representación de escenas religiosas, mitológicas y bucólicas. Su origen se
encuentra en Roma a finales de la década de 1620 por el holandés Herman van
Swanevelt y el francés Claudio de Lorena. Pronto se les unieron dos holandeses
más jóvenes, Jan Both y Jan Asselijn, pero también Nicolas Poussin (1594-1665),
el gran maestro clasicista instalado en Roma desde 1624, y el grupo de jóvenes
compatriotas que trabajaban en su entorno y que se orientaron hacia ese nuevo
tipo de paisaje que transformó radicalmente el género. Por ello, el rey Felipe
IV les encargó entre 1634 y 1635 una serie de paisajes para la decoración del
recién construido palacio del Buen Retiro, en Madrid, ya que quiso que fuera
decorado principalmente con pintura moderna. El encargo incluía unos 50
paisajes con ermitaños o con escenas religiosas o bucólicas que, además de ser
la tipología de moda en Italia, era la adecuada para la decoración de un
palacio en un entorno natural como era el del Buen Retiro, situado en los
terrenos del antiguo convento de los jerónimos. Este encargo constituye, sin
duda, el conjunto más importante de paisaje italianizante.
Actividades complementarias
Conferencia inaugural
Miércoles 19 de junio de
2013 a las 19 h
La pintura nórdica y el paisaje
Teresa Posada, comisaria
de la exposición
Visitas comentadas
Martes y sábados, a las 19 h.
Plazas limitadas
Inscripción previa en el
971 178 512
Precio: 3 € (50% de
descuento para clientes de “la Caixa”)
Actividades familiares
Pintar al aire
Sábado 6 de julio a las 11.30 h.
Viernes 26 de julio a las 19 h.
Ficha de
la exposición
Título: “Rubens, Brueghel,
Lorena. El paisaje nórdico en el Prado”
Fechas: 19 de junio – 26 de septiembre de 2013
Sede: CaixaForum
Palma
Plaça de Weyler, 3
07001 Palma
Horario:
De lunes a sábados, de 10 a 21 h
Domingos y festivos, de 10 a 14 h
Relación de obras
1.
PAISAJE DE HIELO Y NIEVE
1. Paisaje nevado
Atribuido a Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre tabla, 45 x 76 cm
Después de 1625
2.
Paisaje
nevado con trampa para pájaros
Pieter Brueghel el Joven
Óleo sobre tabla, 40 x 57 cm
ca. 1601
3.
Paisaje
con patinadores
Joos de Momper el Joven
Óleo sobre tabla, 58 x 84 cm
ca. 1615
4.
Paisaje
invernal con patinadores
Joost Cornelisz. Droochsloot
Óleo sobre lienzo, 75 x 111 cm
ca. 1632
5.
El
puerto de Ámsterdam en invierno
Hendrick Jacobsz. Dubbels
Óleo sobre lienzo, 67 x 91 cm
ca. 1656-60
6.
Asedio
de Aire-sur-la-Lys
Peeter Snayers
Óleo sobre lienzo, 184 x 263 cm
Firmado y fechado, en borde inferior centro:
«Pit. p. Snayers Pictor d s.l. i
anno, 1653»
2. LA VIDA EN EL CAMPO
7.
Juego
de petanca
David Teniers el Joven
Óleo sobre tabla, 42 x 71 cm
ca. 1645
8.
La
vida campesina
Jan Brueghel el Viejo
Óleo sobre lienzo, 130 x 293 cm
ca. 1620-22
9.
Tiro
con arco
David Teniers el Joven
Óleo sobre tabla, 54 x 88 cm
ca. 1645
10.
Boda
campestre
Jan Brueghel el Viejo
Óleo sobre lienzo, 84 x 126 cm
ca. 1621-23
11.
Mercado
y lavadero en Flandes
Jan Brueghel el Viejo y Joos de Momper el Joven
Óleo sobre lienzo, 166 x 194 cm
ca. 1621-22
12.
Paisaje
con molinos de viento
Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre tabla, 34 x 50 cm
ca. 1607-8
3.
RUBENS
13.
Paisaje
con Psique y Júpiter
Paul Bril y Pedro Pablo Rubens
Óleo sobre lienzo, 95 x 129 cm
1610 – ca. 1630
14.
Atalanta
y Meleagro cazando el jabalí de Calidonia
Pedro Pablo Rubens
Óleo sobre lienzo, 160 x 260 cm
ca. 1635-36
15.
Acto
de devoción de Rodolfo I de Habsburgo
Pedro Pablo Rubens y Jan Wildens
Óleo sobre lienzo, 198 x 283 cm
ca. 1618-20
4. EL
BOSQUE COMO ESCENARIO
4.1 La
vida en el bosque
16. Bosque con carretas atravesando un
arroyo y jinetes
Jan Brueghel el Viejo
Óleo sobre tabla, 47 x 80 cm
ca. 1607
17. Bosque con una laguna
Jan Brueghel el Joven y taller
Óleo sobre tabla, 21 x 33 cm
ca. 1605-15
18. Bosque
Simon de Vlieger
Óleo sobre tabla, 59,2 x 56,8 cm
ca. 1640-45
4.2 El bosque encantado
19. Bosque con Diana y Acteón
Denis van Alsloot y Hendrik de Clerck
Óleo sobre tabla, 70 x 105 cm
ca. 1608
20. La Abundancia y los Cuatro Elementos
Jan Brueghel el Viejo y Hendrick van
Balen
Óleo sobre tabla, 62 x 105 cm
ca.
1615
4.3 El
bosque bíblico
21. El Paraíso Terrenal
Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre tabla, 59 x 41 cm
ca. 1620
22. Entrada en el Arca de Noé
Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre cobre, 56 x 88 cm
ca. 1630
23. Adán y Eva en el Paraíso
Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre tabla, 40 x 50 cm
ca. 1618
5. EN EL
JARDÍN DE PALACIO
24. El Palacio Real de Bruselas
(palacio de Coudenberg)
Atribuido a Jan Brueghel el Joven
Óleo sobre lienzo, 150 x 228 cm
ca. 1627
25.
Excursión
campestre de Isabel Clara Eugenia
Jan Brueghel el Viejo y Joos de Momper el Joven
Óleo sobre lienzo, 176 x 238 cm
1614-1621
26.
Los
archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto en el Palacio de Tervuren,
en Bruselas
Atribuido a Jan Brueghel el Viejo
Óleo sobre lienzo, 126 x 153 cm
ca. 1621
6. LA MONTAÑA: CRUCE DE CAMINOS, CRUCE DE VIAJEROS
27. Paisaje con gitanos
David Teniers el Joven
Óleo sobre lienzo, 177 x 239 cm
ca. 1641-45
28.
Paisaje
alpino
Tobias Verhaecht
Óleo sobre lienzo, 106 x 267 cm
ca. 1600-15
7. PAISAJES EXÓTICOS, TIERRAS LEJANAS
29. Un puerto de mar
Jan Peeters
Óleo sobre cobre, 70 x 86 cm
Firmado en ángulo inferior derecho: «j.p.»
ca. 1640
30. Las cuatro Partes del Mundo: América.
Jan van Kessel el Viejo
Óleo sobre cobre, 17,5 x 12,3 cm (cada cobre)
1660
31. Las cuatro Partes del Mundo: África.
Jan van Kessel el Viejo
Óleo sobre cobre, 17,5 x 12,3 cm (cada cobre)
1660
32.
Paisaje
con desembarco de holandeses en tierras de Brasil
Jan Peeters y taller
Óleo sobre lienzo, 85 x 120 cm
ca. 1640
8.
PAISAJE DE AGUA: MARINAS, PLAYAS, PUERTOS Y RÍOS
33.
Galera
turca y navío holandés frente a la costa
Jacob Adriaensz. Bellevois
Óleo sobre tabla, 59 x 81 cm
Firmado sobre la bandera roja: «Bellevois»
ca. 1660-65
34.
Combate
naval frente a una costa rocosa
Hendrick Cornelisz. Vroom
Óleo sobre tabla, 37 x 58 cm
Firmado en la bandera repintada con la Cruz de Borgoña,
debajo del repinte: «vroom»
ca. 1626-27
35.
Playa
con pescadores
Adam Willaerts
Óleo sobre lienzo, 83 x 125 cm
Firmado y fechado en la parte inferior derecha sobre el trozo de
madera junto a los pescados: «A. Willaertes Aº 1627»
36.
Embarcando
en una playa
Bonaventura Peeters
Oleo sobre lienzo, 52 x 102 cm
ca. 1635-40
9. … Y
EN ITALIA PINTAN LA LUZ
37. Paisaje con Moisés salvado de las aguas
Claude Gellée, llamado Claudio de Lorena
Óleo sobre lienzo, 209 x 138 cm
1636-41
38.
Paisaje
con ruinas romanas y pastores
Cornelis van Poelenburch
Óleo sobre cobre, 43,3 x 58,3 cm
ca. 1622-23
39.
El
baño de Diana
Cornelis van Poelenburch
Óleo sobre cobre, 45 x 57 cm
ca. 1624
40. Paisaje con
pescadores y pastores a la orilla de un río
Jan Both
Óleo sobre lienzo, 210 x 155 cm
1639-41
41. Paisaje con una monja mercedaria
Claude Gellée, llamado Claudio de Lorena
Óleo sobre lienzo, 162 x 241 cm
1636-39
42. Parada en la venta
Philips Wouwerman
Óleo sobre lienzo, 61 x 73 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «phils. [en monograma]
w.»
ca. 1655-58
43. Cacería de liebres
Philips Wouwerman
Óleo sobre lienzo, 77 x 105 cm
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «phils. [en monograma]
w.»
ca. 1665
44. La salida al campo
con el ganado
Jan Both
Óleo sobre lienzo, 213 x 153 cm
1639-41
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